Libra: las luces y las sombras

Columna de opinión de Enrique Dans sobre el lanzamiento de la criptomoneda con la que Facebook busca revolucionar las Finanzas

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La presentación de Libra, la moneda desarrollada por Facebook, ha dejado las cosas razonablemente claras sobre su funcionamiento, pero sigue dejando grandes incógnitas con respecto a su evolución futura, fundamentalmente debidas al gran pasivo en términos de fiabilidad y confianza que arrastra la propia Facebook.

El white paper de presentación y el destinado a desarrolladores establecen que Libra es una criptomoneda asentada sobre blockchain, aunque está muy lejos de compartir la filosofía de otras criptomonedas como bitcoin. En primer lugar, porque se presenta como una stablecoin cuyo valor está anclado a una cesta de fondos y depósitos en bancos centrales de alta calidad, lo que limitará – aunque no evitará completamente – la fluctuación de su valor. Carece completamente de una política monetaria como tal, lo que implica que lo único que regulará cuántas libras se crean y cuántas se destruyen será el número de libras que los usuarios mantengan en circulación.

Al contrario que bitcoin, la red sobre la que se asienta la cadena de bloques y los nodos que soportan y validan las transacciones serán privados: operar uno de esos nodos precisará de un permiso y de una inversión de diez millones de dólares, lo cual impide todo paralelismo con el ideal de descentralización de las criptomonedas más populares. Esos nodos forman parte de la asociación que controla Libra, y obtienen un voto cada uno, frente a los dos que tiene Facebook. Según Facebook, el ideal de cara al futuro es que la red termine siendo pública y descentralizada, pero por el momento, eso es tan solo una promesa, y no establecida en función de ningún mecanismo fehaciente, sino de manera arbitraria, cuando se estime adecuado.

En el lado positivo, citar que el algoritmo de consenso no será un sistema de prueba de trabajo (Proof of Work, o PoW) como en bitcoin, seguramente el tipo de algoritmo de consenso más caro jamás creado, sino de prueba de participación (Proof of stake, o PoS), mucho más razonable y eficiente en términos energéticos. Posiblemente, los desarrollos que Libra lleve a cabo para tratar de evolucionar hacia convertirse en un sistema público puedan contribuir a mejorar los que otras criptomonedas como Ethereum puedan utilizar de cara a mejorar su eficiencia transaccional.

la garantía que Facebook ofrece de no monetizar los datos generados por las transacciones de los usuarios tiene un valor ya no de cero, sino negativo.

El incentivo para Facebook está en la operación del monedero de libras, denominado Calibra: en el momento en que comience la circulación de la moneda, lo previsible es que la gran mayoría de sus usuarios provenga de la base de usuarios de la propia Facebook, de Facebook Messenger o de WhatsApp, herramientas que integrarán Calibra, y por tanto, permitirán a Facebook monetizar toda la flotación de esos fondos. El problema, como ya comenté anteriormente, está en que esto obliga a los usuarios a confiar en un actor, Facebook, que ha demostrado no ser digno de ningún tipo de confianza: para mí, la garantía que Facebook ofrece de no monetizar los datos generados por las transacciones de los usuarios tiene un valor ya no de cero, sino negativo. Hasta el momento, cualquier promesa de Facebook en este sentido ha demostrado ser papel mojado para una compañía que ha monetizado todo, incluso la información que prometió contractualmente no monetizar nunca.

Lo siento, pero no me fío de Facebook, y dudo que sea el único. Ante una promesa como «habilitar una moneda global simple y una infraestructura financiera que permita su uso por miles de millones de personas», cabe recordar que la misión original de Facebook era «hacer el mundo más abierto y conectado» hasta que la reescribió como «darle a la gente el poder para construir una comunidad y unir al mundo»… y no hay que ir muy lejos para ver en qué se convirtió.

La única razón por la que Facebook está en esto es para tratar de capitalizar su enorme base de usuarios. Los socios que Facebook ha atraído están en esto únicamente porque Facebook tiene esa base de usuarios, no porque confíen en ella ni porque les guste: si pudiesen participar en ese proyecto con cualquier otra compañía que les ofreciese ese número de usuarios y que no arrastrase los descomunales pasivos que arrastra Facebook, seguramente lo harían. Por otro lado, que haya otros socios en el proyecto no evita el mal uso que Facebook pueda hacer de la información, como no evita el mal uso de nuestra información el hecho de que Facebook trabaje con miles de compañías para administrar su publicidad. A lo largo del tiempo, Facebook ha conseguido que veamos como normales cosas que jamás deberían haberlo sido, y que las compañías que trabajan sobre su plataforma las vean normales también. Es el problema de Facebook: que no solo tiene una filosofía perniciosa, sino además, la convierte en contagiosa.

¿Cuánto vamos a tardar en ver el primer escándalo relacionado con Libra, la primera evidencia de que Facebook sí emplea su información para caracterizar a los usuarios, o el primer robo de información relacionado con sus transacciones?

Por eso, arriesgarte a hacer un viaje con el que ha probado ser el mismísimo demonio es algo peligroso, porque tiene una gran tendencia a arrastrarte al maldito infierno, que es donde está más cómodo. ¿Cuánto vamos a tardar en ver el primer escándalo relacionado con Libra, la primera evidencia de que Facebook sí emplea su información para caracterizar a los usuarios, o el primer robo de información relacionado con sus transacciones? ¿Hace falta que recuerde cómo de malo es el historial y el crédito de Facebook en ese sentido?

Me reafirmo en mi idea expuesta hace algunos días: Libra puede ser una buena idea, algo ambicioso, una criptomoneda universal es algo que sin duda ofrece algunas posibilidades interesantes. Pero lamentablemente, está en las manos inadecuadas. ¿Probaré Libra? Por supuesto, yo lo pruebo todo, para eso está un profesor de innovación. ¿Pero confiaré en un uso adecuado y responsable de la información que genere? No, lo siento, no puedo. Mientras Facebook siga ahí, jamás. Durante demasiado tiempo, Facebook ha demostrado ser como el escorpión de la fábula, que pica a la rana que lo llevaba a través del río a pesar de saber que los dos morirían ahogados, simplemente porque «estaba en su naturaleza». Si fue capaz de crear semejante desastre con nuestros datos personales, ¿qué no será capaz de hacer con nuestras transacciones económicas?

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