Alemania decretó la reclusión a partir de este miércoles y hasta el 10 de enero, con el cierre de comercios "no esenciales", escuelas y jardines de infancia.

La canciller alemana, Angela Merkel, constató el domingo los "muy numerosos fallecimientos" debidos a la epidemia del covid-19, y el "crecimiento exponencial" de las infecciones. "Estamos obligados a actuar, y actuamos ahora", aseguró.

Con este confinamiento, las empresas deberán permitir a sus empleados trabajar desde sus casas o facilitar las vacaciones durante estas próximas tres semanas y media "para aplicar en todo el país el principio de 'nos quedamos en casa'".

Estas medidas fueron adoptadas por Merkel tras una reunión este domingo con los 16 líderes regionales de las estados federados. La pandemia "está fuera de control", advirtió el dirigente de Baviera, Markus Söder, en una rueda de prensa junto a la canciller y al ministro de Finanzas, Olaf Scholz. Es "una catástrofe que afecta más a nuestras vidas que cualquier otra crisis en los últimos 50 años", agregó.

Contactos sociales limitados

En la práctica, los alemanes estarán sometidos a un confinamiento parecido al de la pasada primavera boreal, durante la primera ola de covid-19.

Se deberán limitar los contactos sociales a un máximo de cinco adultos de dos hogares distintos y tendrán que ser muy restringidos del 24 al 26 de diciembre, cuando los ciudadanos solo se podrán reunir con sus familiares más cercanos.

Además, quienes deseen celebrar la Navidad tendrán que reducir al máximo sus contactos en los siete días previos a las reuniones familiares. Asimismo, quedará prohibida la venta de alcohol en la vía pública a partir del miércoles, después de que numerosos cafés y bares, cerrados desde principios de noviembre, habilitaran puestos callejeros para vender vino caliente, una tradición navideña muy arraigada en Alemania.

Después de seis semanas de cierre total de restaurantes, bares, teatros, cines, museos e instalaciones deportivas, Alemania constató que estas restricciones son insuficientes, sobre todo de cara a las fiestas de fin de año, cuando las compras se intensifican. "La situación sigue siendo muy grave, incluso se ha agravado desde la semana pasada", había alertado el jueves Lothar Wieler, presidente del instituto de vigilancia sanitaria Robert Koch (RKI). Según él, la epidemia sigue progresando porque la población no ha reducido lo bastante sus contactos sociales.

El número de nuevas infecciones diarias rozó las 30.000 el viernes y el sábado, muy por encima del promedio diario de la primera ola, que Alemania controló mejor que muchos países europeos.

El domingo, las cifras disminuyeron, a 20.200 nuevas infecciones en 24 horas y 321 muertos, pero esto se debe, sobre todo, a que durante el fin de semana hay muchos casos que no se comunican.

El jefe del RKI consideró que la situación del país también se debe "al cansancio" de la población, después de casi diez meses de imposiciones inéditas. "Debemos intensificar urgentemente [y] todavía más los esfuerzos", había declarado el viernes el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier, la autoridad moral del país, según publicó Página 12.