Aunque vivió toda su vida en el campo, Luis Cimino hace seis que se decidió a criar aves de forma profesional, aunque sólo como hobbie, es decir, sin ninguna finalidad de venta. Fue a través de un amigo veterinario que lo introdujo en el mundo de los “pininos”, como son comúnmente denominadas las aves Bantam, descriptas por la bibliografía como una de las más antiguas que existen. Hace algunos días se animó a presentar a sus animales en un concurso que se realizó en Villa Ascasubi, Córdoba, y se trajo la grata sorpresa de haber ganado premios con las tres aves que llevó.

Cimino nació y reside actualmente en Roldán, “en una zona que no es céntrica porque sino mis vecinos me odiarían”, dice un poco en serio y un poco en broma ya que las gallinas y gallos que tiene empiezan con sus cantos a las cinco de la mañana, ideal para un hombre de campo como él que ya está acostumbrado y se levanta al alba, pero no tanto para un citadino que amanece un poco más tarde.

Actualmente tiene 12 yuntas y de ahí eligió tres para presentarse por primera vez a un concurso presencial. Lo iba a hacer antes, pero la pandemia le frenó sus planes. En la competencia hubo más de 44 criadores de todo el país que expusieron más de 120 aves, con lo cual su logro es más que meritorio. 

“Para mi esto es un hobbie, nadie gana plata, al contrario, perdemos. Desde chico mi abuelo tenía gallinas y mi papá también, pero nunca de raza como yo. Ahora yo tengo dos nietos y les encanta, ojalá sigan mis pasos”, se ilusiona y en su voz se nota el empeño que le pone diariamente a su labor.

“Antes de criar estas aves fui canaricultor, criaba canarios. Pero al entrar a trabajar tuve que dejar de hacerlo. Como canaricultor gané también premios”, recordó antes de detallar lo que presentó en la competencia: “Llevé tres animales, en dos de ellos salí campeón y primer premio y uno sólo primer premio porque el plumaje no era tan blanco en una parte y eso restó puntos”.

Sus gallos ganaron por imponerse en determinadas características, como el tipo y forma de sus patas, el pico, su color, los barbillones (lo que cuelga debajo del pico), su cabeza y la cresta. “Los animales van anillados con mi número, el 1.128, entre tantos. Cada criadero o granja tiene su nombre; por ejemplo, el mío es El Chimi”, señaló el vencedor, que recién este año se inscribió como miembro. No lo había podido hacer con anterioridad ya que la pandemia no le permitió tramitarlo.

“Para mí fue algo hermoso, una gran alegría, por ser la primera vez. Cuidar los animales conlleva un trabajo durante todo el año y es un gran sacrificio, no solo con aquellos que expuse sino con la gran variedad de pininos que tengo”, describió. Antes de cada competencia, baña y seca a las aves para que sean protagonistas de la mejor presentación posible. “Hay que preparar a los que uno lleva para exponer, que son principalmente los blancos, un color delicado”, especificó.

Cimino fue metalúrgico, trabajó en un frigorífico, en un taller mecánico y actualmente como sereno en un barrio privado de la localidad donde vive. Con 64 años, le falta poco para jubilarse y ya se imagina con más tiempo para poder dedicarle a sus aves, “aunque con menos plata”, reconoce. 

“Mis amigos me esperan para que vaya más seguido a las exposiciones. En Santa Fe sólo se hacen en Venado Tuerto y en Rafaela pero en el sur de Buenos Aires están las mejores y se hacen casi todos los fines de semana. Arrancan en junio y terminan en esta época. Espero poder estar más presente”, se entusiasmó.