Debates urgentes, la diplomacia en llamas. Teléfonos cruzados en reuniones con jet lag. El mundo diplomático asumió un riesgo pero también un fuerte compromiso. Se abrió una comisión de investigación sobre las violaciones en la brutal guerra de Rusa-Ucrania: “un hecho inédito e histórico” ya que nunca se hizo una comisión de esta naturaleza sobre un miembro permanente del Concejo de Seguridad.

En una votación compleja, 93 países votaron suspender a Rusia de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, entre ellos, Argentina; un símbolo complejo en el mundo diplomático.

El embajador Federico Villegas es santiagueño egresado de las aulas de la Universidad Nacional de Rosario. Formado desde muy joven en derechos humanos (DDHH), accedió este año a la Presidencia de la Comisión de la ONU con pergaminos muy fuertes en acción, análisis y estudio. Le toca conducir un momento trascendente de la diplomacia mundial: se investigarán los crímenes de Bucha, la aparición de civiles masacrados en las calles de Ucrania para determinar además hasta donde llegaron los crímenes de una guerra que hoy parece interminables.

—¿Cómo analiza la gravedad de este momento?
Es un cimbronazo para las Relaciones Internacionales, pero sobre todo para la diplomacia multilateral. Uno de los hechos más notorios desde que se crearon las Naciones Unidas fue precisamente la prohibición del uso de la fuerza. Este conflicto está partiendo al medio ese esfuerzo multilateral de tantos años. No es solo el uso de la fuerza sino la violación de la integridad territorial de un país con muchísimos hechos que muestran que hay serios indicios de crímenes de guerra, violaciones de derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario. Es un momento muy crítico y triste.

—¿Cuándo la muerte en una guerra es un crimen?
—Antes de 1945 y de las cartas de las Naciones Unidas, el uso de la fuerza para dirimir conflictos internaciones no estaba prohibido. Por eso tuvimos tantos conflictos armados en la historia mundial. Lo que si había desde la primera guerra mundial era lo que se llama "Derecho Internacional Humanitario" que era básicamente las reglas de hacer una guerra humana; que dentro de la guerra, que estaba permitida, se fuera a lo menos inhumano posible. De ahí venían normas que vemos gráficamente en el conflicto. Acordamos a principio del siglo XX no bombardear hospitales, hacer corredores humanitarios, que se está viendo en las noticias ahora, esta idea de que las dos partes, aunque estén en un conflicto, paren la pelota y digan "vamos a aceptar un corredor humanitario para que la gente pueda evacuarse", no matar civiles de manera indiscriminada.

—¿Qué ven hoy?
—Lo que estamos viendo son situaciones complejas, atrocidades masivas, que incluyen los crímenes de guerra.También hay crímenes de lesa humanidad que tiene que ver con genocidios, la matanza de civiles de manera indiscriminada. Son varias la tipificaciones que se analizan y en la Corte Penal Internacional en La Haya. Por lo tanto, en un conflicto de esta naturaleza están mezclados el derecho humanitario con los derechos humanos, prohibición de la tortura, libertad de expresión; todo lo que en un país que no esta en guerra hay que respetarlo, hay que respetarlo en un conflicto armado.

—¿En este momento miran los crímenes en Ucrania?
—Por supuesto. Hemos creado una comisión de verificación sobre estos crímenes y violaciones del Derecho Humanitario. Designamos los expertos la semana pasada y ellos van a recoger evidencia para contribuir a la identificación de responsables. Es una comisión histórica, porque es la primera vez que se crea sobre un miembro permanente en el Concejo de Seguridad, tan importante como la Federación Rusa.

—¿La posición argentina es ambivalente con este cambio de la suspensión de rusa por los derechos humanos?
—No me corresponde a mí como el presidente del Concejo de Derechos Humanos hablar sobre la posición de Argentina en un tema de derechos humanos, eso le corresponde al canciller (Santiago) Cafiero en este momento. Lo que sí puedo decirle como embajador argentino en Ginebra es que la posición argentina ha sido muy clara en relación a cómo pararse frente esta situación. Tenemos una tendencia automática de incorporar estos episodios a la agenda doméstica pero el mundo es mucho más sofisticado que eso.Pero para mí, la posición argentina ha sido a firme y ha votado a favor.

—Desde el comienzo del conflicto, daba la sensación que Argentina evitaba condenar la invasión rusa
—La verdad, no creo que haya sido así. El mundo entero no sabía cómo pararse en principio frente a esta situación. Europa misma, en este momento, está con grandes dilemas de cómo actuar. La prueba también está en los patrones de mutación de voto en esta resolución. Imagínese que Alemania, uno de los países más duros con la invasión, tiene el 40 por ciento del gas que viene de Rusia. Así sucede con todo.

—¿Cómo analiza la votación de los países latinoamericanos?
Cada uno de los 193 países hace un análisis introspectivo de su política exterior para pararse frente a un hecho. Por lo tanto, no me extrañó para nada que hubiera diferentes patrones de voto. Cada país pensó y dijo “bueno, esto si le pasa a alguien así, de esta magnitud, puede después pasarle a otro”. Ello llevó a que algunos dijeran: “Esto puede ser una caja de Pandora” y que después empiecen a utilizarse mecanismos politizados para sacar miembros del Concejo. En cualquier escenario, esto no es una buena noticia. Se necesita que todos los países estén comprometidos con el tema.

—¿Y el voto argentino?
-Argentina claramente ha tenido una posición firme sin medias tintas: votó a favor de tener un debate aquí, votó a favor de crear la comisión de investigación y voto a favor en dos resoluciones de la Asamblea General y votó a favor en la tercera de suspender a Rusia. 

—¿Hubo algún intento de algún funcionario de la Cancillería de tratar de influir para que el voto sea contrario?.
—La política exterior la fija el presidente de la República conforme a la Constitución, la ejecuta el Canciller y los funcionarios de servicio exterior estamos para asesorar y ayudar. La posición de Argentina ha sido clara. 

—¿Qué se condene a Rusia por violación de los DDHH es de alguna manera llamarlo a Putin "criminal de guerra"? 
-No, no. Lo que se condena es el hecho puntual de la invasión de la integridad territorial y las violaciones de DDHH que surgen a partir de ello. Va a ser resultado de la investigación –con testimonios y evidencia– la que va a tener una conclusión de identificación de responsables. Por supuesto que hay gente que puede hacer juicios de valor, pero la verdad es que una investigación seria de crímenes de lesa humanidad tiene que ser en el terreno recogiendo evidencia. Eso es lo que esta haciendo la gente en Bucha ahora.

—Hemos visto las imáganes de esos cadáveres que han aparecido con las manos atadas, una cosa tan espantosa, y el gobierno de Putin asegura que ellos no los han cometido.
—Nosotros designamos a los expertos para eso. Los hechos y las victimas están, eso es indudable, y la bomba de la estación de tren de esta semana es clarísima. Acá hay violaciones de derechos dumanos y violaciones del Derechos Internacional Humanitario. Tanto en tiempos de paz como de guerra, los derechos humanos deben respetarse. Por lo tanto, esta comisión va a trabajar en el terreno. Ya hay gente que está en Bucha y en distintas partes del país (Ucrania) y va a recoger testimonios y evidencia para identificar responsables. 

—¿Quién decide si Vladimir Putin es un criminal de guerra? 
—La comisión que designamos, y les digo con toda sinceridad, nos costó muchísimo porque este conflicto es de una naturaleza tan violenta que era muy difícil encontrar personas experimentadas, serias, que no hubieran hecho declaraciones abiertas, para un lado o para el otro. Tuvimos que descartar a mucha gente por haber hecho declaraciones de prensa sobre el presidente Putin, por ejemplo, tildándolo de "criminal". Si yo designaba a una persona, por más buena que sea y experimentada, que haya dicho eso, no tenía ninguna credibilidad para el poder. Porque tiene que hablar con todos, con la Federación Rusa, pedir pruebas, recoger testimonios.

—¿Qué recuerdo tiene d. Rosario, la ciudad que lo formó como abogado?
—Tan fuerte es mi vínculo con Rosario que mi esposa es rosarina. Rosario es mi ciudad de adopción. No solo tuve la suerte por ir a estudiar sino de encontrar a mi compañera de los últimos 30 años. Mi esposa es rosarina, madre de mis hijos. La UNR es la que me llevó a donde estoy, por mi formación excelente que tuve como abogado en Derechos Humanos. Ingresé a la Facultad en el año 85, en el apogeo de la restauración de la democracia, donde los DDHH estaban muy vitales. Empezaban los juicios a las Juntas, ¡imagínense el momento! Fue alucinante. La Conadep, los juicios a las Juntas; esa era la UNR de ese momento, con la política de vuelta en la universidad. A partir de allí de desarrolle toda mi carrera. Trabajé en estudios jurídicos antes de entrar en la diplomacia y luego me quedó marcado tanto en lo personal como en lo profesional la UNR. Sigo muy conectado también a todos mis compañeros y amigos de toda la vida, colegas abogados. Rosario es mi ciudad de adopción y la conozco como la palma de la mano. Seguramente, cuando me retire, con mi esposa vamos a estar ahí. Siempre es un gusto hablar de Rosario.