Santo Domingo era su lugar en el mundo, llegó hasta a tener un departamento ahí. Cada vez que podía se iba para allá”. La autora de ese textual es Silvina, hija de Carlos Romano un comerciante rosarino de 82 años que a principios de abril encontró la muerte cuando caminaba por el centro de esa ciudad en República Dominicana.

De acuerdo a la reconstrucción que la familia pudo hacer desde Rosario, Carlos fue embestido por un camión cuando estaba cruzando la calle. “Todavía me pregunto si alguien le habrá tomado la mano en sus últimos minutos, si le habrán preguntado si está bien, si sufrió”, relató Silvina.

En diálogo con Telenoche (El Tres), la mujer explicó que la noticia de la muerte de su padre les llegó tres días después. “Lo llamábamos por teléfono y no atendía. Pero el teléfono daba tono porque lo había dejado enchufado. Mi hermano empezó a sospechar y mandó un mail a la Embajada y al día siguiente lo llamaron para informarle de lo que había pasado”, contó.

“Los primeros días estábamos en shock, empezamos a repartirnos tareas con mi hermano para ver por dónde empezar, Desde la Embajada nos facilitaron el listado de casas fúnebres para poder contratar y no mucho más”, agregó la mujer.

A partir de ese momento, Silvina y su familia empezaron a chocar contra la burocracia que les impide repatriar los restos de su padre. Lo primero que intentamos fue gestionar con el seguro al viajero que él contrató con la empresa “Axa Visa”. 

“Primero nos dijeron que teníamos que presentar el certificado de defunción, pero no lo teníamos porque te lo dan cuando retirás el cuerpo de la morgue”, explicó la mujer. Ante la insistencia, les dijeron que tenían que mostrar cómo es que su padre había pagado el seguro ya que, si no lo había hecho con tarjeta, el mismo quedaba caduco.

Ante esa primera pared con la que se encontraron, optaron por pausar esa discusión y solicitar asistencia estatal para repatriar los restos. “Llamamos a Cancillería y nos dijeron que ese no era un tema de ellos. Pero parece que no es un tema de nadie”, reclamó indignada.

En medio de la desesperación y los días que seguían corriendo con el cuerpo de su padre en una morgue, Silvina y su hermano decidieron avanzar de forma particular y contrataron una empresa fúnebre de Santo Domingo. “Ellos se ocupan de retirar el cuerpo, hacer la autopsia, la cremación y la repatriación. “Hicimos un poder con un escribano para que la empresa pueda retirar el cuerpo en nuestro nombre y realizar todas las gestiones. Ahí es donde nos encontramos con el nudo más duro de todos”, sostuvo.

Por todo el servicio, la empresa les presupuestó 2.800 dólares que se tienen que depositar para poder iniciar los trámites. Al momento de intentar hacer el giro, se encontraron con que hay distintas disposiciones del Banco Central que impiden sacar ese dinero al exterior.

No nos deja girar los honorarios de esta empresa. No se puede girar esa suma de dinero en dólares”, detalló indignada la mujer. “Debería poderse, desde una caja de ahorro, hacer ese pago por la contratación del servicio”, agregó.

Al ir al Banco Nación a pedir ayuda, les sugirieron que hagan el pago con tarjeta de crédito, algo que de por sí aumenta el valor del servicio ya que el pago queda atado a impuestos nacionales. 

Pero ese no es el único problema: “Si decidimos pagar más y hacerlo con crédito, tampoco podemos porque no tenemos una tarjeta con un límite de 2.800 dólares”.

En medio de todo este nudo burocrático, Silvina empieza a sentir una cuenta regresiva que no tenían en cuenta al principio. “Mi papá lleva 17 días en una morgue, en un tiempito (si no es repatriado), lo tiran en una fosa común y se termina el problema para ellos”, concluyó.