Fue una noche rara, triste, melancólica y mágica a la vez. En el extraño silencio de la cuarentena obligatoria por la pandemia del coronavirus, Fito Páez abrazó a todos y todas desde su casa con un concierto íntimo, pero también masivo porque fue impresionante la cantidad de personas que lo escucharon cantar y tocar el piano en un rincón de su casa en Buenos Aires. 

En el primer día de aislamiento obligatorio ante la pandemia de coronavirus, Fito Páez ofreció un concierto por streaming, desde su casa, en el que mostró algunas canciones de su nuevo disco “La conquista del espacio”, recreó varios de sus numerosos clásicos y se dio el gusto de interpretar versiones de autores a los que admira.

A modo de consuelo por la cancelación del concierto que el pasado viernes 13 de marzo iba a realizar en el Hipódromo de Rosario para presentar su flamante álbum, el músico optó por un relajado formato que fue seguido por picos que llegaron a los 67 mil usuarios por Facebook y 27 mil por Instagram, sin contar los sitios web que lo retransmitieron, como el caso del canal de la provincia 5rTV y la agencia Télam.

A solas con su piano, una vitrola como único decorado de fondo y varias partituras desparramadas sobre su instrumento, el rosarino fue eligiendo sobre la marcha el material a tocar, lo cual generó un notable desequilibrio en el nivel de sus interpretaciones, entre aquellas canciones que evidentemente venía ensayando para su postergado show y las que abordó como si estuviera en un fogón.

En tal sentido, Fito se dio el gusto de homenajear a grandes autores latinoamericanos como Caetano Veloso, Gilberto Gil, Violeta Parra y Armando Manzanero; además de Bob Dylan; y de lamentar que quedaban fuera Charly García y Luis Alberto Spinetta.

“Como una rocola humana”, dijo al respecto el artista, casi sobre el final de la transmisión, poco después de haber expresado: “Estoy jugando. Se dan cuenta, ¿no?”.

Pero el relajado formato también le permitió realizar comentarios sobre la particular coyuntura, dejar en claro su apoyo a las medidas adoptadas por el Gobierno, pedir ayuda para la gente que vive en situación de calle y relatar algunas historias disparadas por las canciones.

A lo largo de la hora y diez minutos que duró la transmisión, el músico interpretó unas 15 canciones entre las que incluyó las novedosas “Resucitar”, “La canción de las bestias” y “La conquista del espacio”, en lo que fueron, sin dudas, los momentos de mayor prolijidad artística.

También fue para destacar el rescate de “Los días de sonrisas, vino y flores”, del disco “Rock and Roll Revolution”; y la íntima “El cuarto de al lado”, del álbum “Rodolfo”; que se escucharon revitalizadas en este formato.

Un poco más desprolijas pero con un alto nivel de emotividad sonaron clásicos como “11 y 6”, que enganchó con “Cable a tierra”, más allá de que sus respectivos tonalidades no hicieron que se tratara de una tarea fácil; “Dar es dar”; “Mariposa technicolor”, con la que abrió el fuego; y, especialmente, “Al lado del camino”.

En muchos de estos pasajes, como por caso el del tema que inició el concierto, la ausencia de público jugó en contra de su impacto, si se tiene en cuenta que allí suelen ocurrir los momentos más calientes de sus shows en vivo.

Paradójicamente, el rosarino adornó el final de varias canciones con un “salud”, reflexionó sobre “la extraña situación y hermosa a la vez”, y, fundamentalmente, celebró el hecho de que el concierto estaba siendo visto en varios países, lo que sirvió de excusa para encarar los mencionados homenajes.

La ausencia de interacción con el público en vivo lo llevó a contar la historia de cómo una tribu del Amazonas le dejó al gran Egberto Gismonti la lección de que la música “no necesita de aplaudidores”, ocasión que aprovechó para entonar la hermosa “Desde que samba e samba”, de Caetano Veloso y Gilberto Gil.

Menos precisas sonaron en su voz el bolero “La otra tarde ví llover”, de Armando Manzanero; y “Gracias a la vida”, de Violeta Parra; aunque luego repuntó un poco con “Ring them bells”, de “nuestro papito” Bob Dylan, tal como lo definió.

Para el final quedó “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, casi como declaración de principios en relación al significado de este concierto y el momento que atraviesa gran parte del mundo.

“Esto es muy emocionante para mí”, cerró el rosarino que, de esta manera, se sumó a la gran cantidad de artistas a nivel mundial que eligen acompañar desde su lugar el necesario encierro que permita frenar la expansión del novedoso y letal virus.