Este viernes a las 21.30, en La Comedia teatro municipal, Mitre 750, Iván Noble presenta Al fin solos, un recital en el que el cantante, guitarrista y compositor recupera canciones de sus discos en formato acústico e intimista: guitarra y voz.

En el setlist, los temas recuperan su forma primigenia y, al mismo tiempo, habilitan un redescubrimiento.

“Hacía tiempo quería reducir las canciones a su mínima expresión y quedarme desguarnecido, con el instrumento con el cual compongo”, explicó Iván Noble en diálogo con Rosario3.com.

“Es un poco volver al útero, donde la canción estaba recién nacida. Y es algo que la gente no suele ver porque, por un lado están las versiones de los discos, y por otro, las de los shows. Es un poco recrearlas. Además, me permite conectar con canciones que hace tiempo no toco y que, en este formato, me gusta hacer”, abundó el músico.

—Lo dicho invita a pensar que hay canciones que no te gusta tanto hacer
—Son canciones que suenan mejor con esta cosa de absoluta intimidad 
—¿Este formato te permite conectarte más con e. cantante?
—Al haber un silencio absoluto y estar vos solo con la guitarra, tiene que haber una conexión muy íntima. Es mucho más difícil para mí cantar así, solo, que con la banda porque no tenés red. La única red es la guitarra y tu garganta. Entonces, las versiones se descubren de otra manera.
—Estás al filo de los 50 y con un cuarto de siglo de carrera ¿Sos de pensar en lo hecho?
—En general, miro para adelante. Pero hay momentos en los que, por ejemplo este, que armás un show, tenés que hacer un mínimo balance, elegir algunas y otras no. Bueno, ahí hay que hacer una evaluación. Llevo casi la mitad de mi vida con este oficio que me gusta mucho hacer y agradezco. Y agradezco poder maniobrar musicalmente como me sienta más gusto: solo, con la banda, con canciones nuevas o más viejas. En ese, sentido, soy bastante anfibio.
—Es un show de canciones en su expresión de origen. ¿Qué sale primero: letra o música?
—En general, sale primero la música y después uno va canturreando arriba de una melodía que, con viento a favor, después se nos hace letra.


—A los Caballeros de la Quema se los suele incluir en la etiqueta “rock barrial”. ¿Vos cómo tomás eso?
—Esa manera de nombrar a la banda siempre me pareció una forma de encorsetarla. Nosotros veníamos de un barrio, y eso, a primera vista, no es ni un mérito ni un demérito, sino una cuestión de identidad que uno puede o no dejar en una canción. Jamás diría de mí que soy un letrista de barrio o que los Caballeros de la Quema es una banda de barrio. Para mi es una banda de rock. Y este reencuentro (el grupo se reunió el último 23 de junio para tocar en el Estadio único de La Plata), que fue muy hermoso, me hizo volver a valorar cosas que yo por ahí no recordaba. Es una muy buena banda de rock y aledaños, con un poco de reggae y música negra. Eso: una banda de rock a secas, más allá de la geografía.
—Antes me dijiste que escuchabas mucho jazz y música clásica cuando estás en tu casa. ¿Ves un futuro crooner?
—Sí, es totalmente posible, o en un show así. Algo más cercano, por ejemplo, a lo que voy a hacer en Rosario. O con piano.... Me imagino algo mucho más en ese plan que al frente de una banda. Y cuando no tenga ganas de subir al escenario, me gustaría seguir escribiendo canciones y que, por ahí, las cante otro. Si es que alguien quiere cantar mis canciones (risas)
—Para el cierre, ¿qué canción ajena de hubiera gustado componer?
—Miles. Este oficio está lleno de tipos enormes y por los cueles uno siente admiración, envidia y los termina, secretamente, detestando por ser mejores que uno. Si tuviese que elegir una canción, elegiría una de rock nacional, casi cualquiera de Charly García. No lo sé. “Eiti Leda”.