Que sea ley, del cineasta Juan Solanas, el único film argentino en la programación del Festival de Cannes, se exhibirá el sábado entre las proyecciones especiales. Se trata de un documental que conecta diversas voces de activistas, legisladores, médicos y sobrevivientes de abortos clandestinos a través de una mirada crítica y a la vez sensible. “La crueldad contra las mujeres se potencia en la dupla entre iglesia y médicos. Los que estamos por la vida somos nosotros. Ellos se apropiaron de la expresión ‘pro vida’, pero lo único que logran es muerte, sadismo. Es un tema que me conmueve y me jode”, destacó.

“No solo estoy a favor de la legalización del aborto. Me da vergüenza que en la Argentina esté criminalizado. Quería registrar la realidad, pero no bajar línea, por tres razones: soy hombre, vivo afuera del país y si hacés un panfleto, le sacás fuerza. Con solo mostrar la realidad, alcanza”, dijo a Página12 Solanas, desde París, donde se prepara para ir al estreno mundial, con la emoción de llevar al festival de cine más importante su última creación, y sobre todo, poner en el centro de la prensa internacional que sigue el evento, el histórico reclamo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

El documental recoge testimonios profundos y sentidos, como por ejemplo, el de la mamá de Ana María Acevedo, la adolescente de 19 años que murió en 2007, luego de médicos y autoridades del Hospital Iturraspe, de Santa Fe, se negaran arbitraria e ilegalmente a realizarle un aborto legal. “A ella no le dieron una oportunidad de vida, siendo que era católica. La asesinaron a mi hija. No tuvo ningún tratamiento ni nada”, dice Norma Cuevas. Su voz se suma a las de algunas activistas feministas, algunas diputadas y senadoras –a favor y en contra– pero sobre todo se destacan los potentes testimonios de sobrevivientes de abortos clandestinos que Solanas recogió en distintas geografías del país. También está la palabra de médicos y referentes en contra del aborto legal.

Los testimonios dialogan a lo largo de todo el film con la alegría del activismo en las calles, las multitudinarias manifestaciones que acompañaron el debate en el Congreso, con adolescentes poniéndose glitter, pañuelos verdes, tambores, y cánticos.

El sábado la alfombra roja se teñirá de verde, con los dos mil pañuelos que llevarán un grupo de activistas, entre ellas Marta Alanís, de Católicas por el Derecho a Decidir y abogada de Nelly “Pila” Minyersky, que acompañarán a Solanas en la gala del estreno de la película. También viajarán para la proyección Norma Cuevas y la pareja de médicos tucumanos, Cecilia Ousset y José Gigena, perseguidos tras haber garantizado en febrero la interrupción legal de embarazo a la niña Lucía.

Director consagrado, Solanas es hijo del diputado Pino Solanas. Vivió 37 años en Francia –adonde llegó cuando su familia debió exiliarse por la última dictadura militar–, y desde hace 5 está radicado en Montevideo. “Crecí en Francia donde el aborto no era un tema. Cuando supe a principios de la década del 2000 que en Argentina no era legal, no lo podía creer. Me quedó marcado el tema. No me entraba en la cabeza. La crueldad contra las mujeres se potencia en la dupla entre iglesia y médicos. Los que estamos por la vida somos nosotros. Ellos se apropiaron de la expresión ‘pro vida’, pero lo único que logran es muerte, sadismo. Es un tema que me conmueve y me jode”, destacó.

“No entendía cómo Argentina, que fue pionera en Latinoamérica con una ley de Matrimonio Igualitario, con una presidenta mujer y con mayoría en el Parlamento, no había aprobado la legalización del aborto”, confió y agregó: “Entonces, cuando vi esa ola potente, pensé que era la buena, que esta vez sí podía salir la ley. Y dejé el largometraje que estaba preparando, una adaptación de A veinte años luz, la primera novela de la escritora argentina Elsa Osorio, y fui a Buenos Aires para registrar ese momento histórico”, apuntó.

Es la tercera vez que una película suya es seleccionada para exhibirse en el Festival de Cannes. Su primer cortometraje, El hombre sin cabeza, ganó en 2003 el Premio del Jurado, por unanimidad. Su primer largometraje, Nordeste, que habla de la desigualdad y en donde una de las protagonistas, una mujer argentina, muy pobre, aborta en cámara, estuvo en la selección oficial.