“Me tiraron sobre una mesa de madera. Una bombita de luz amarillenta colgaba sobre mi cabeza. Ahí fue donde me torturaron. Yo percibía que era un salón grande, con muchos participantes en esa especie de misa negra, de ceremonia diabólica en la que algunos me preguntaban a los gritos con cuántos tipos me había acostado, en cuántas orgías había estado, cuántos abortos me había hecho. Uno me acariciaba la cabeza y la mano, y me decía: «Si colaborás, no te va a pasar nada». Y otro me mostraba su pene y me decía: «Te vamos a pasar uno por uno por hija de puta» y hacía observaciones sobre mi cuerpo, que parecía que tenía mejores tetas o culo en las fotos y que estaban desilusionados. Gritaban, me insultaban, me golpeaban (…) Yo estaba resignada a que me iban a torturar desnuda y también a que me iban a violar. Para mí era natural. Pero tenía más naturalizada la violación que la tortura. La entendía como una pulsión más humana.” 

El libro es una gran cartografía del patriarcado que muestra lo que nos pasa por ser mujeres o parecerlo”

El testimonio de Miriam Lewin –secuestrada en el centro clandestino de detención Virrey Cevallos (CABA) durante la última dictadura cívico militar– es uno de los más de 50 relatos en primera persona que integran Yo te creo, hermana, el último libro de la periodista Mariana Carbajal. Publicado este mes por la editorial por Aguilar, el título conforma un mosaico de voces que testimonian las violencias machistas: estructurales, cotidianas, extremas “sutiles” (micromachismos), pasadas, persistentes, denunciadas, impunes, sexuales, económicas, obstétrica, laboral, simbólicas; bajo la constante de la “naturalidad”.

Esas voces provienen de ámbitos distintos –ciencia, política, ciudad, campo, educativo, sindicatos y organizaciones, empresas, deportes y la calle misma– en un rango de edades que va de la adolescencia a los 90 años.

“Es una gran cartografía del patriarcado que muestra lo que nos pasa por ser mujeres o parecerlo”, sintetizó Mariana Carbajal, en diálogo con Rosario3.com.

Esa “cartografía” expone de manera irrefutable la mutualidad patriarcal, es decir, un modo vincular adquirido (es cultural) que desde hace siglos justifica relaciones asimétricas (privilegios) en detrimento de las mujeres y las identidades feminizadas a la par de disidencias.

Con sólo seguir los testimonios de quienes han padecido y aún acusan esas violencias –entre extremas y cotidianas–, el significante "caso" o lo "extraordinario" de una conducta estalla desde el inicio mismo de la lectura.

La acumulación de voces muestra que esto no es (un hecho) individual, que no tiene que ver con lo que le pasó a ella o me pasó a mí, sino que nos pasó a todas de una u otra manera”

“La idea, en la acumulación de voces, fue mostrar que esto no es (un hecho) individual, que no tiene que ver con lo que le pasó a ella o me pasó a mí, sino que nos pasó a todas de una u otra manera”, abundó.

La coralidad es tanto la que configura la dimensión política del libro –ya no pueden pensarse como situaciones íntimas o del orden privado– como la que habilita la identificación con uno o más relatos. Y es, asimismo, la que define su singularidad.

Algunos de los testimonios –como el el de la trabajadora de prensa Miriam Lewin– llevan nombre y apellido, edad y ocupación/formación. Otros, sólo un nombre. El relato de Gisela, periodista: "Entré a los 24 años a la Redacción de una agencia de noticias y los editores de la sección de al lado hicieron un concurso: a ver quién me levantaba primero. No me hicieron nada, quiero decir, físicamente; no me tocaron, pero era muy perturbador entrar todos los días a la redacción. Yo procuraba no levantar la vista del teclado y hacer el mínimo contacto con el entorno."

Yo te escucho

Yo te creo, hermana condensa más de veinte años de trabajo periodístico y de “escuchas” de la cronista de Página 12; dándole “visibilidad y sororidad a estas mujeres que atravesaban situaciones de violencias en tiempos en los que no se les creía o estos temas no eran tapa de los diarios”.

Un primer paso en este abrazo que hoy nos damos tiene que ver con escuchar"

“Creo que un primer paso en este abrazo que hoy nos damos tiene que ver con escuchar. Y por eso el título, que me lo regaló (la periodista y escritora) Luciana Peker. Charlando sobre el proyecto me dijo «lo tenés que llamar así»”, sostuvo la también autora de Maltratadas. Violencia de género en relaciones de pareja (Aguilar).

Nelly Minyersky es abogada y tiene 89 años. Integró la comisión redactora del proyecto de Ley IVE (por el aborto, legal, seguro y gratuito) que consiguió media sanción en la Cámara de Diputados de la Nación el último 9 de agosto. Su participación en la lucha por la ampliación de derechos y los movimientos de mujeres acusa casi las mismas nueve décadas que su DNI.

"Recuerdo varias anécdotas del ejercicio profesional. Una vez, creo que a fines de los ’70, fui con una clienta a una audiencia de divorcio, regía la ley anterior que establecía el divorcio por presentación conjunta. El juez no quiso atenderla porque usaba pantalones. Tuvo que ir a cambiarse y volver con una pollera. Las vueltas de la vida, esa misma mujer murió dos años después por un accidente con un vehículo, creo que fue un colectivo… llevaba puesta una pollera ancha, larga, que se le enganchó y el coche la atropelló". Este es un fragmento de su extenso testimonio para el libro.

Durante años no nos han creído, nos han hecho sentir vergüenza y que la culpa era nuestra; que no valíamos, que nuestra palabra no valía"

Es muy movilizante escuchar a una mujer que, tal vez, por primera vez está dando cuenta de eso que tiene guardado, que todavía la marca con heridas, que no se animó a contarlo. Y otras, que se habían animado a contarlo pero no las escucharon. O quienes no había tomado dimensión de lo que les pasaba y tal vez en ese instante se dan cuenta de esa trama que las ha atravesado y las heridas que todavía les deja abiertas –reveló Carbajal–. En un contexto en el que la sociedad y los movimientos de mujeres, travestis y trans están movilizados, el libro establece un puente hacia otras mujeres para acompañarlas y para decirles, justamente, «Yo te creo, hermana».

“Durante años no nos han creído, nos han hecho sentir vergüenza y que la culpa era nuestra; que no valíamos, que nuestra palabra no valía. El libro viene a romper con todo eso (…) Acá hay un sistema que nos colocó en ese lugar: desde ponernos obstáculos para estudiar hasta para jugar al fútbol en un recreo, para acceder a un cargo de directora en una empresa, para ir a un juzgado en pantalones en lugar de pollera; cosas que han pasado a lo largo de la historia y que se ven a otra luz con este presente. El rescate tiene que ver con eso, con el «de dónde venimos» y para que nos entiendan cuando salimos a la calle y tenemos tanta”, sostuvo quien además integra la Red PAR (Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista).

No creo que hagan falta más leyes, lo que falta es la aplicación, la profundización y el presupuesto para encarar ese cambio cultural que necesitamos"

En todos estos sentidos es que considera “valioso” que los varones lean el libro para que entiendan “qué es todo esto que les estamos contando” y “para contribuir en una sociedad con equidad de oportunidades”: “Ellos están atravesados por todo esto y se van a ver reflejados en el otro lado del espejo (de los testimonios)”.

La Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres tipifica seis tipos de violencia: simbólica, económica, sexual, física, psicológica y política.

El golpe, la violación o la muerte son las instancias extremas del disciplinamiento patriarcal. Y el cuerpo de las mujeres e identidades disidentes es donde la especificidad de las violencias machistas deja sus marcas, las “heridas”.

Sobre la presunta normalidad que dictaminan los cuerpos hegemónicos, la comediante María Virginia Godoy (Señorita Bimbo) expresa en el libro: "Creer que lo que sos no está bien hace que toleres mucho maltrato. Después de ser madres, a las mujeres nos piden que seamos lindas. En la tele hay varones gordos y pelados, pero no mujeres. La vara estética no es la misma. Yo puedo ser una excepción, a las demás no las dejan entrar. Hay algunas actrices gordas pero, ¿qué papales les tocan? Mucamas o aparece una Isabel Macedo que hace de gorda con gomaespuma, pero después adelgaza. Crecé. sin ver en la tele a una mujer gorda a la que le haya ido bien. Entonces, pensás: ¿Cómo te va a ir bien a vos?"

La ESI es la herramienta federal para que caiga el patriarcado

La ESI es la herramienta federal que podría llegar a todas las escuelas en todos los niveles y que promueve esos valores para que caiga el patriarcado"

“Por lado, creo que es un momento histórico y revolucionario, sobre eso no tengo dudas. Lo que está pasando con las jóvenes, las jóvenas, con las adolescentes y algunos adolescentes también, es revolucionario porque ellas, ellos y elles están empujando los marcos de una forma mucho más irreverente. Ahora, es cierto que los femicidios no han cesado, que pareciera que hay una crueldad aún más profunda y creo que tiene que ver con una reacción frente a este avance tan potente. Siempre hay una reacción, «backlash» se le dice (…) De todas formas, faltan políticas públicas; ahí hay un eje central. Los cambios culturales tienen que estar promovidos desde las políticas públicas", advirtió Carbajal.

Y el ejemplo más contundente de esa ausencia de compromiso político para la autora es la renuencia a la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral: "La ESI es una asignatura muy pendiente, a pesar de que ya tiene más de doce años. Y sabemos que es la herramienta federal que podría llegar a todas las escuelas en todos los niveles; con contenidos que promuevan, justamente, estos valores para que caiga el patriarcado."

Palabras que curan heridas

Que estas voces que el libro recoge se multipliquen y suenen tan fuerte hasta resultarnos insoportables"

Para la entrevistada, varias veces reconocida por su trabajo periodístico en gráfica y como columnista de televisión, la Justicia no ofrece en general "respuestas oportunas a la denuncias" y tampoco es "siempre es necesaria para resolver temas de violencia."

"Cuando hay delito, hay delito. Pero también es cierto que no todas las conductas inapropiadas lo configuran. A veces, es necesario tener los recursos para salir de una relación violenta. Creo que estamos en un momento en el que los vínculos se están repensando, hay situaciones que han sido naturalizadas. Y por otro lado, no creo que hagan falta más leyes, lo que falta es la aplicación, la profundización y el presupuesto para encarar ese cambio cultural que necesitamos (...) En este momento es necesario que la palabra de las mujeres vuelva a ser escuchada y amplificada. Que estas voces que el libro recoge se multipliquen y suenen tan fuerte hasta resultarnos insoportables en el sentido de «esto pasa, hagamos algo para que cambie»”, cerró la autora de Yo te creo, hermana.

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