El pasado 24 de junio Brendan Carr, regulador de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de los EE.UU. envió una carta a Google y Apple solicitando que retiren a TikTok de las tiendas de descargas de aplicaciones. Carr asegura en su escrito que la app de la empresa china ByteDance “recopila grandes cantidades de datos personales a los que Pekín está teniendo acceso”, citando también un informe de BuzzFeed News en el que se presentan una serie de grabaciones filtradas de 80 reuniones de empleados de TikTok. Estos audios exponen que los ingenieros de la empresa china han tenido acceso a todo tipo de datos de usuarios al menos entre septiembre de 2021 y enero de 2022.

“TikTok no es una aplicación de video más, es un lobo con piel de cordero”, acusó Carr la semana pasada en una serie de tuits. Dos años antes, el senador por el estado de Texas Ted Cruz llamó a la aplicación “un caballo de Troya del Partido Comunista Chino”. Ambas denuncias no parecen carecer de fundamento, basta con leer con atención los términos y condiciones para empaparse sobre qué tipo de datos personales está recopilando con la aprobación y consentimiento de los usuarios. Al registrarnos no solo facilitamos obviedades como nuestro nombre de usuario y contraseña, fecha de nacimiento, dirección de correo electrónico, foto de perfil, ubicación geográfica precisa mediante GPS y número de teléfono, sino que además la aplicación es una verdadera aspiradora de identificadores biométricos.

La sede de ByteDance, la empresa matriz de TikTok, en Pekín.

Podemos cambiar de nombre, de color de pelo, de ciudad o país donde vivimos, pero no podemos cambiar el patrón del iris de nuestros ojos, las huellas dactilares, algunos rasgos faciales, el ADN, las venas de nuestras manos o el timbre de nuestra voz. Estos son los identificadores biométricos, mediciones de nuestras características biológicas que nos distinguen como seres únicos, y esta información es inalterable. Son, justamente, muchos de estos datos los que TikTok está recolectando masivamente y con enorme efectividad entre sus más de mil millones de usuarios en 154 países.

TikTok utiliza tecnología de reconocimiento facial y acústico no solo para identificar a los usuarios de la plataforma, del mismo modo recopila los rostros y huellas vocales de quienes aparecen en los vídeos y no son usuarios registrados de la aplicación. Por otra parte puede “recopilar información sobre las imágenes y el audio que aparecen en el contenido creado por los usuarios, como la identificación de los objetos y el escenario que aparecen, la existencia y la ubicación dentro de una imágen de los rasgos y atributos de la cara y el cuerpo, la naturaleza del audio y el texto de las palabras pronunciadas”, no solo para ofrecer anuncios personalizados, sino también “para la clasificación demográfica”. Incluso a partir del exámen de las imágenes de un inocente video se puede analizar la geometría de los dedos y hasta las huellas dactilares.

En sus términos y condiciones, TikTok no se priva de aclarar que adicionalmente recopila información a través de encuestas, desafíos y competencias en los que participa el usuario. No lo notamos, pero al participar en un inocente reto viral tal vez estemos exponiendo involuntariamente información privada de gran sensibilidad. En marzo pasado, casi un millón de usuarios de la aplicación se sumaron a una tendencia de apariencia inofensiva: grabar un plano cercano de sus ojos y con un filtro de alta resolución mostrar los detalles, patrones y colores de sus iris, un identificador biométrico único como las huellas dactilares. Consultado respecto a esto por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), TikTok nunca respondió sí está recogiendo este tipo de datos, dónde están alojados o si está asociada con empresas que venden tecnología de reconocimiento de iris, si bien aclara explícitamente qu. "puede recopilar identificadores biométricos e información biométrica". También a partir de los vídeos visualizados puede “inferir sus preferencias, incluyendo sus intereses, género y edad”.

La curiosidad ilimitada de TikTok se extiende por nuestro teléfono como los tentáculos de un calamar, recolectando información que incluye nuestro historial de búsqueda y navegación, nombres y tipos de aplicaciones descargadas, compras realizadas y archivos presentes en nuestro dispositivo. y -atención a esto- “los patrones o ritmos de pulsación de teclas”. Es que la dinámica de escritura o dinámica de pulsación de teclas puede utilizarse para identificar a la persona que las produce, ya que el tiempo en que se tarda en buscar y apretar una tecla -independientemente de la velocidad con la que se escriba- pueden ser muy característicos de una persona. A través del análisis de estos datos se puede elaborar un perfil único para cada sujeto, vinculándolo con la información biométrica y morfológica recolectada por la aplicación. 

TikTok es una aplicación controvertida a nivel mundial, y varios países la han bloqueado en el pasado preocupados por la privacidad de los usuarios. En 2020 el gobierno de los Estados Unidos anunció que estaba considerando prohibir la plataforma al considerarla una amenaza para la seguridad nacional. Lo mismo propusieron algunos diputados y senadores australianos, quienes presionaron a su gobierno para suspender el servicio alegando que la plataforma facilita los datos de los usuarios al Partido Comunista Chino. También en 2020 India prohibió TikTok y otras 58 aplicaciones chinas más tras declararlas “perjudiciales para la soberanía y la integridad de la India, la defensa, la seguridad del Estado y el orden público", prohibición que continúa hasta hoy.

Un inocente desafío viral nos hace exponer información biométrica involuntariamente.

El volumen de información personal sensible recolectado por ByteDance a través de TikTok es descomunal. ¿El resultado? Un completo dossier con todos nuestros datos: fotos, vídeos, patrones de reconocimiento facial y de voz, preferencias artísticas, políticas, deportivas y sexuales. Cómo vestimos, por dónde nos movemos, cómo lucimos, qué compramos, qué comemos, qué celular tenemos, a qué hora nos despertamos y dormimos, dónde trabajamos, cómo está compuesto nuestro grupo familiar, nuestro entorno social y muchísimos datos más que permiten identificarnos e individualizarnos. Un detallado perfil del 20% de los usuarios mundiales de internet, en manos de una única empresa controlada por China. Un país que, fronteras adentro, ha desarrollado uno de los sistemas de espionaje y vigilancia más invasivos del mundo para mantener el control de la población, está ahora en tu bolsillo.