Desde hace ya varios años, por suerte, la aparición de sabañones es cada vez más infrecuente. La baja incidencia en nuestros días no es obra de la casualidad, sino de los fríos menos intensos y duraderos, y de la posibilidad que tenemos de combatirlos, ya sea por el uso de ropa adecuada como por los artefactos para calefaccionar los hogares. De todos modos, los sabañones se siguen observando en pobladores de zonas con bajas temperaturas y también en otros grupos, como el de las amas de casa, que están en contacto permanente con el agua fría sin tomar la precaución de utilizar guantes.

En el campo, donde existe una mayor exposición al frío y a las heladas, estas alteraciones que involucran los vasos periféricos se dan con más frecuencia que en las grandes ciudades.

Décadas atrás, cuando en los hogares y en los autos había menos recursos para calefaccionar como ahora, se veían más casos de personas con sabañones. Eran tiempos en que las madres calentaban las camas con bolsas de agua caliente pero las habitaciones estaban muy frías; los inviernos eran mucho más severos que ahora y los dedos, orejas, mejillas tenían más contacto con el frío extremo sin grandes cambios de temperatura.

¿Qué los produce?

Los sabañones, cuyo nombre técnico es perniosis o eritema pernio, se producen a causa del frío. Obedecen a una contracción de los vasos sanguíneos en la parte distal de los miembros, es decir, en los pies, en las manos, en los dedos o, incluso, en las orejas. También influyen el estrés, el tabaquismo, los cambios hormonales en las mujeres y algunos medicamentos.

¿Cómo se manifiestan?

Se caracterizan por presentar enrojecimiento e inflamación y suelen causar picazón y dolor. Las lesiones se identifican fácilmente, pues son rojo azuladas, desaparecen al presionarlas y se presentan frías al tacto. En los nódulos, además, pueden formarse ampollas o costras y, en casos más severos, los pacientes pueden sufrir secuelas atróficas y deformidades.

El cuadro es mayormente benigno pero debe tratarse con un especialista para no correr el riesgo de que se infecten.

¿Cómo se pueden prevenir?

Para prevenirlos, se recomienda protegerse de las bajas temperaturas, humectar la piel y hacerse masajes para estimular la circulación. Los sabañones no requieren ningún tratamiento específico, ya que suelen desaparecer en dos o tres semanas. Pero, para aliviar los síntomas y evitar complicaciones, se pueden llegar a indicar vasodilatadores por vía oral.

Dichos fármacos dilatan los vasos sanguíneos para que la sangre fluya con normalidad y, de esta manera, se evita el espasmo vascular causante de los mismos.

Se aconseja abrigar los pies, sobre todo en las mujeres, que en ocasiones utilizan zapatos como las sandalias que no les aíslan del frío y lo hacen, además, con medias muy finas e incluso sin medias. Con este tipo de calzado los pies no están protegidos del frío y pueden aparecer lesiones.

En los pabellones auriculares, la aparición de sabañones también es frecuente. Por ello los gorros o las orejeras pueden resultar útiles.

Remedios caseros

En la época de nuestras abuelas, proliferaban los remedios caseros para combatir los sabañones. Algunos de estos “remedios” se fabricaban usando la cebolla cortada  en rodajas gruesas y frotadas sobre las lesiones; las rodajas de papa, espolvoreadas con un poco de sal y aplicadas directamente sobre las ampollas; o el ajo, aplicado en la zona afectada.

Aunque con menos frecuencia, había quienes usaban la pimienta negra, por sus propiedades antiinflamatorias y antibacterianas, resultando ideal para tratar la inflamación, el prurito y el dolor causado por sabañones.

Resultarían innumerables las variedades de remedios para los sabañones aunque, en el caso de los preparados caseros, no todos garantizaban efectividad.

La Sociedad Argentina de Dermatología recomienda para prevenirlos:

-Evitar la exposición al frío.

-Realizar ejercicio físico con regularidad.

-Usar ropa aislante adecuada.

-Prescindir del tabaco.

-Incrementar la ingesta de alimentos con vitaminas C y A ya que ayudan a restaurar los tejidos dañados.

-Consumir alimentos ricos en vitamina D, que estimulan la circulación.

-Masajear las zonas propensas para estimular el flujo sanguíneo.

-Aplicar cremas hidratantes que palíen la sequedad de la piel.

-No exponer las manos ni los pies directamente a la estufa o al radiador pues los cambios bruscos de temperatura aumentan el riesgo de que se generen estas lesiones.

Es importante ir al médico ante las primeras lesiones porque la inflamación puede volverse crónica y corre el riesgo de infectarse.

(*) El autor de esta nota es médico, columnista en temas de Salud del programa A diario, de Radio 2.