La semana pasada terminaba con el despido de los funcionarios de mayor confianza que tenía en su cartera el secretario de Agricultura (ahora llamada Bioeconomía), Fernando Vilella, y con empresarios de la agroindustria logrando que a última hora el propio titular de la cartera no presente la carta de renuncia que ya tenía redactada. Una gestión de los hombres de negocios que debe leerse no tanto como apoyo a Vilella sino por temor a quién lo pueda suceder.

Esta semana termina con una nueva barrida de funcionarios de esa cartera (intervención ordenada por la cúpula del Ministerio de Economía para barrer las críticas que de esa cartera salían contra la no rebaja de retenciones) dejando a Vilella casi sin nadie de aquel “dream team” presentado antes de asumir y, otra vez, en medio de intensos rumores sobre su inminente renuncia.

Finalmente, Vilella se presentó el viernes en la Sociedad Rural de Suipacha, donde se realiza la exposición anual de la entidad, y -rodeado de funcionarios que le colocaron de arriba- volvió a decir que permanece en el puesto.

Al final, para el agro, que sigue esta novela de intrigas palaciegas por los medios, poco cambió tras la salida del kirchnerismo: sus interlocutores en el gobierno son ninguneados, están afuera de todas las mesas de decisiones y la carteras que los deben atender están vacías de poder.

Todavía se recuerda en el mercado de granos cómo el último secretario de Agricultura de Alberto Fernández, Juan José Bahillo, aseguraba que no se iban a realizar nuevas ediciones del tipo de cambio diferencial (los llamados “dólar soja”) que a las pocas horas se anunciaban, y no porque el funcionario les mentía sino porque Economía y Banco Central ni le consultaban las decisiones importantes.

Estas internas, en definitiva,  son un exponente más (entre varios) de la falta de sintonía entre campo y gobierno. Una desconexión que no estaba en los papeles de nadie por la confluencia ideológica entre ambas partes y por el amplio respaldo en las urnas que recibió la administración de los productores. 

En efecto, los ninguneos a la Secretaría, el incumplimiento de promesas de campaña (por ejemplo de baja de retenciones) eran esperables para el agro de un gobierno de Sergio Massa, pero no estaban previstas que ocurran con Javier Milei en la Casa Rosada. Se esperaba, por el contrario, que las carteras de Industria y de Obras Públicas, dos sectores muy afectados por el nuevo rumbo económico, estén plagadas de alta tensión, pero -en los papeles- Agricultura debería funcionar como un relojito. ¿Por qué este desencuentro? ¿Qué problema de fondo está mostrando?

Carlos Etcheapre es uno de los principales analistas del mercado de granos y de los más escuchados por los productores de todo el país. De larga trayectoria, con paso por entidades empresarias y medios de comunicación de primer nivel, suele sumarle a sus informes técnicos sobre la marcha del mercado una visión de lo que pasa hacia adentro de la cadena comercial (no esquivando el impacto que tienen los cruces internos entre empresarios, por ejemplo industriales contra productores, por la renta del negocio) y es hombre de permanente consulta tanto de la dirigencia agropecuaria nacional como de los funcionarios que recorren los pasillos del gobierno nacional de turno. Así que asoma como la persona ideal para analizar las razones de la desconexión campo-gobierno. 

-Productores quejándose por los medios, por ejemplo la Rural de Rosario, de que no se bajan retenciones como se prometió, y una secretaria de Agricultura/Bioeconomía desguazada. ¿Por qué esa falta de sintonía cuando piensan lo mismo?

-Esto pasa fundamentalmente porque Milei entiende poco y nada de las cuestiones agropecuarias y productivas. Tampoco tiene a alguien cerca que se lo explique. El presidente está, como siempre lo planteó, preocupado solo por la macroeconomía. Y es por eso que carece de sintonía fina con el campo. No solo con el campo, sino con la mayoría de las actividades productivas. La macro es su fuerte y por eso su interés está acotado a una serie de variables y por eso no tiene interés ni genera mayor acercamiento con la producción, el agro incluído. 

-¿Y por qué empieza a escalar ahora el tema?

-El campo está sufriendo una fuerte baja de valores internacionales y al mismo tiempo sufre un alza de costos por el fuerte ajuste del tipo de cambio en diciembre. La devaluación no lo benefició tanto como se esperaba. Hay que recordar que el agro ya tenía un mejor tipo de cambio, tanto el 50 y  50 (entre oficial y dólar CCL) de Massa que daba $700 con el oficial a $350. Y también tuvo luego con Milei el 50 y 50 que lo dejó en $900. Pero todo eso no compensa el fuerte aumento de costos que tuvo tras la devaluación, sobre todo en gasoil. En definitiva, la mejora de precios en pesos fue mínima frente a la suba de costos y quedó absorbida por la inflación. 

-¿Y esto no están viendo ni Milei ni el ministro de Economía?

-Hay desconocimiento de los hacedores de política económica. El campo no tiene una voz cercana a Milei que le haga ver la realidad. Cuando no se logre la liquidación de dólar que esperan del campo por ahí se toma nota. Y no va ver gran movimiento, porque la cosecha no será tan imponente como se esperaba, los precios son distintos, y el chacarero va a esperar que se cumplan las promesas de Milei como levantar el cepo, unificar el tipo de cambio y bajar las retenciones. Si eso ocurre, el chacarero venderá, pero si no ocurre esperará a que mejoren los precios internacionales, algo que de ocurrir pasará a finales de año.

-Pero el gobierno tomó medidas. Caputto acaba de anunciar la rebaja de aranceles para la importación de fertilizantes

-Fulbito para la tribuna. Se sentiría si se elimina el impuesto País para las importaciones de insumos y fertilizantes para el agro o bajarán retenciones. Eso me tranquilizaría.Otro ejemplo: anunciaron que dan de baja a los famosos fideicomisos, cuando en el texto normativo se aclaraba que dejaban de tener vigencia el 31 de diciembre. Pero lo que tenían que hacer, como eliminar la resolución 276 de 2001, que establece los volúmenes de equilibrio (y su obligación a determinarlo) no lo hicieron

-Crees que el gobierno bajará las retenciones al trigo, como piden los productores

-Tengo esperanza de que lo hagan. Por eso es importante que toda la cadena platne este reclamo, sobre todo porque queda poco tiempo. Pero creo que llegado el momento van a tomar conciencia y lo van a hacer. Los beneficios para todos serían muchos. Y también creo que llegado el momento algo van a hacer con las retenciones a maíz y soja. Es más, veo movimientos en esa línea en el Congreso. 

-¿La gestión específica de Vilella como la ves?

-Pobre y triste. Es un gran profesional sin experiencia política. Se metió por la ventana y está pagando las consecuencias. Entró para tapar un hueco y permanece en el cargo para evitar que se meta a alguien que pueda perjudicar más al sector. La gestión carece de actividad y lo único que puede mostrar como éxito es el cambio de nombre de Agricultura a Bioeconomía. 

-¿Cuánto de culpa tiene la dirigencia agropecuaria de esta desconexión?

-No son responsables. Son ingenuos en creer que en un gobierno en el que no hay funcionario de primera línea y con poder de decisión vinculado al sector se iban a tomar medidas que beneficien al sector productivo. Pecaron de ingenuos. Es cierto que calcularon mal el impacto de la devaluación. Y también se los puede criticar, eso sí, por salir a bancar el aumento de las retenciones que mandó inicialmente el gobierno al Congreso. La dirigencia agropecuaria estuvo dispuesto a aceptarlo y al hacerlo dejó florecer la idea de que al campo se le podía quitar algo más. Pecaron de ingenuos al no profundizar el análisis sobre Mieli y se dejaron llevar por sus consignas. Fijate que en 2022, cuando un diputado de Cambiemos propuso un proyecto de ley para bajar retenciones y derogar la promoción industrial de Tierra del Fuego, el por entonces diputado Milei rechazó firmarlo.

- El lobby agroindustrial también parece que quedó descolocado. Hablo de exportadores, molineros, aceiteros. Da la idea de que habían logrado encontrado la vuelta para negociar con Massa, y antes con Macri. Pero que no logran encastrar con el perfil de Milei y su gente para negociar. Se encuentran en las líneas medias con ausencia de interlocutores o interlocutores sin poder de negociación

- El lobby de las industrias del agro quedó descolocado. Es que es un gobierno que no escucha. Ni son buenos, ni son malos. No responden. Con anteojeras. La dirigencia sectorial estaba acostumbrada a hacer lobby y a conseguir cosas. Sabían aprovechar las debilidades del gobierno para conseguir mejoras para sus intereses. Mejoras de las que luego, en público, hábilmente renegaban por no estar alineadas con sus concepciones de libre mercado. Pero hoy algo cambió en la cadena.

-¿Qué cosa?

-Hoy, por primera vez, están todos perdiendo en la cadena. Tampoco le cierra la situación a la exportación y a la industria aceitera. Y eso es por falta de políticas nacionales. Es momento de corregir. Argentina no está competitiva

-¿Que todos estén perdiendo plata explica porque se volvió a tensar la relación hacia adentro de la cadena? ¿Cómo ves la denuncia que le metió Carbap a las exportadoras por cartelizar el mercado? Fueron duros. Mirá la lista de a quienes acusa:

- Y hasta les piden que ordenen allanamientos. Me imagino el revuelo en algunas casas exportadoras

 

-Es una denuncia que debería haberse hecho sobre el mercado de girasol, que está muy concentrado y que -tras la fusión de Bunge y Viterra- quedará muy complicado. Ese tema sí lo veo preocupante. Por el contrario, veo más difícil que haya prácticas de acuerdo de precios tipo cartelización entre compradores de soja, maíz y trigo habiendo distintas empresas compitiendo por los granos con intereses y estrategias comerciales distintas. No todas las empresas son iguales. No tuve oportunidad de ver la denuncia, pero supongo que estará bien fundada para ir por avanzar por ese lado. Para mi la denuncia a la Comisión de Defensa de la Competencia tendría que haberse realizado antes. Por ejemplo, para ver cómo eran los repartos de cuotas de exportación que, se decía, hacía Guillermo Moreno en la Secretaría de Comercio, o como fue el manejo de los fideicomisos para el trigo porque aparecen ahí claramente que hubo beneficios para pocos. También se debería concentrar en quienes ganaron por los dólares soja del gobierno anterior, a costa del productor que cobraba en tipo de cambio oficial los forwards y los futuros. Todo eso, me parece, que ahora se está ordenando de a poco. Pero aclaro que el caso del girasol me preocupa.

-A mi me hizo ruido que Carbap metiera a las cooperativas en la denuncia. Como a AFA, que el año pasado exportó 200.000 toneladas, que es nada. Ellos venden el 97% en el mercado interno. Me parece que, en ese caso, si existiese algo de cierto en todo lo que denuncian, las cooperativas serían las víctimas.

-Yo también veo a las cooperativas de lado de la producción y defendiendo a los productores. Lo que debe quedar en claro es que la cadena tiene que unirse porque es fundamental para mantener el sistema de mercado libre. Soy un defensor de la comercialización institucional porque permite, en el mercado y las Bolsas, equilibrar diferencias de peso entre oferta y demanda. Sigo viendo en los productores mucho desconocimiento de cómo funciona la cadena comercial y que no ocupa los lugares que tiene disponibles como corresponde. Por ejemplo, no ocupan o no hacen valer los asientos que tienen el sistema, como en las Cámaras Arbitrales. Los productores deben participar y comprometerse más para usar esas estructuras en beneficio de su sector. En las instituciones tienen herramientas y estructuras para la defensa certera del mercado libre.