-Con una provincia con cuentas en orden, ¿el foco para el gobierno de Pullaro estará en la necesidad de una fuerte inversión porque la infraestructura regional está en jaque?
-¿Las cuentas en orden?

La respuesta, a modo de interrogante, a la consulta planteada por Rosario3 partió anoche de boca de una muy alta fuente del equipo del gobernador electo Maximiliano Pullaro y expone las urgencias económicas que la próxima gestión deberá afrontar a partir del diciembre.

Luego de tres años a puro superávit (y los famosos y polémicos “plazos fijos” en el Banco Santa Fe en los que la Casa Gris colocaba las ganancias mensuales ante las críticas internas y externas por no usar esos saldos positivos para afrontar la crisis social y de inseguridad) en el primer trimestre de este año la novedad fue que las cuentas públicas provinciales entraron en déficit, y nunca más volvieron a los números positivos.

En rigor, hilando fino la tendencia se empezó a registrar en el último bimestre del año pasado, pero lo cierto es que para junio, el último mes informado oficialmente, el déficit fue de $30 mil millones. El déficit obligó a frenar el ritmo de obras públicas y postergar el inicio de nuevas, sobre todo las grandes, y también llevó a la Provincia a tomar deuda en el mercado.

Mientras que el gobierno responsabilizó por el déficit a la caída de la recaudación por la sequía, demoras en el pago de la Nación de los aportes a la Caja Previsional y el pago de vencimientos de deudas tomadas en administraciones anteriores, la oposición hizo foco en que el gobierno había encarado un fuerte aumento del gasto corriente (sobre todo en sueldos públicos) que no puede recortar cuando el ritmo del ingreso recae un poco.

En efecto, el problema central que tienen las cuentas están en la dinámica de gastos creciendo por encima de los ingresos, y ese flujo es continuo y permanente a menos de que ocurra una cambio de rumbo que altere la tendencia.

Para colmo, esa brecha se acelera con la decisión del gobierno provincial de actualizar los salarios estatales mensualmente en un contexto de inflación en los dos dígitos. Precisamente, esa actualización salarial -más los 7.000 monotributistas que Perotti pasa ahora a planta permanente- es la que explica el déficit fiscal creciente. En definitiva, lo que crece es la masa salarial (aumentos y nuevos empleados).

¿Y los famosos plazos fijos del ministro de Economía Walter Agosto? En parte, el gobierno estuvo liquidando colocaciones financieras para hacer frente al déficit. Pero también ocurrió que la aceleración de la inflación le licua el poder adquisitivo de los pesos que no se gastaron.

Ocurre que el ministro Agosto mantuvo los pesos en plazos fijos y cuentas a la vista, cuyas tasas de interés quedaron muy atrás de la inflación. Vale aclarar, que -si no la gasta- un gobierno provincial no tiene muchas alternativas financieras para dolarizarse, como sería comprar dólar en la Bolsa (MEP).

La foto y la película

¿Y los bonos que cobra la provincia como pago de la deuda histórica de la Nación? Ahí está una de las llaves que le permitirá al gobierno saliente mostrar que deja dinero en caja al entrante (y no como le ocurrió al asumir) para pagar los sueldos y aguinaldos del primer mes.

En agosto, la provincia recibió 35 mil millones de pesos de la deuda nacional. Es más, la provincia desde que empezó a cobrar la deuda se hizo de unos 85 mil millones de pesos en conceptos de tasas y actualizaciones, de los que gastó $40,000 millones; independientemente que los bonos hayan sido girados a municipios, como se dispuso.

Esos recursos son los que le permitirá resolver al gobierno los problemas de caja hasta noviembre y poder salir a decir que dejar dinero en efectivo. Pero la caja diaria eso es un tema de manejo de cuentas, cuándo el déficit es un tema económico.

¿Ahora no era que el recaudado de los bonos debían ir a obras públicas? Formalmente, ocurre que esos recursos fueron girados al fondo unificado de cuentas corrientes (Fuco) y desde allí el Tesoro los toma prestados con compromiso de devolución en la medida que se necesitan abonar las obras. Así que además del déficit fiscal, el gobierno encontrará que el Tesoro tendrá que compensar las cuentas con el Fuco.

Ese dato, incluso, abre la puerta a otro tema para el debate (que es propio de las transiciones): producto de la aceleración de licitaciones del gobierno provincial (sobre todo en clave electoral) habrá que ver cuánto de margen le queda del presupuesto para 2024 a la futura administración de Pullaro para poder sumar obras propias.

Pero volviendo a las cuentas, al déficit y a las cuentas por pagar al Fuco, el nuevo gobernador se encontrará que en 2025 tendrá que hacer frente a pagos por 4,800 millones de pesos que esta administración tomó con el Banco Santa Fe. En efecto, de los 5 préstamos que la Casa Gris tomó con el agente financiero, tres se vencían este año, pero el Ministerio de Economía acordó con el banco postergar los vencimientos hasta 2025.

Otro rojo a afrontar por la futura administración será el problema de la deuda flotante creciente. Se tratan de los pasivos vinculados al pago de proveedores y contratistas y aportes por obras menores a municipios y comunas.

Ese pasivo a junio está en el orden de los $155 mil millones de pesos, y como novedad supera la deuda pública, que está en los $150 mil millones de pesos. Según los cálculos que hacen en el equipo económico de Pullaro para fin de año la deuda flotante estaría en los $200 mil millones de pesos, y en tiempos de alta inflación la licuación que pueden sufrir los proveedores es importante. 

A todo esto hay problemas sin resolver -que exceden a la actual gestión- pero que en la medida en que la inflación se acreciente se complejiazarán. Y uno de ellos es el déficit de la Caja de Jubilaciones. La última actualización es con valores de 2019 y sobre esos montos se pagan los adelantos anuales, pero la Nación adeuda el pago de saldos de 2020, 2021 y 2022, que al momento de cobrar serán monedas. Pero mientras tanto es el Tesoro provincial el que los sigue cubriendo al pagar jubilaciones.

Con este escenario financiero, se complejiza el financiamiento del shock de obras de infraestructura que necesita Santa Fe. Y la salida que empiezan a proyectar en el equipo de Pullaro es el crédito internacional aprovechando el bajo nivel de deuda, que nunca defaulteó y que tiene una trayectoria recorrida con organismos internacionales, como los que en la actualidad están financiando el acueducto interprovincial o el “Plan Conectar-Igualdad”.

En definitiva, la imagen de una provincia con cuentas en orden y saldos superavitarios ya es una foto vieja y más lo será al momento en que asuma el gobernador electo. Todo lo contrario: Pullaro encontrará saldos al rojo vivo.