El 59% de la renta en el campo se va en impuestos, según un informe que realizó la Fundación Argentina para el Desarrollo Agropecuario (Fada). El índice mide cuánto de la renta, es decir, de los ingresos menos los costos, no quedan en manos de la empresa agropecuaria. Los impuestos son nacionales, provinciales y municipales y se analizan soja, trigo, maíz y girasol. Con todos esos datos se hace un promedio ponderado, y de ahí surgió que en el último registro de cada $100 de renta, $59 quedan en el Estado. Mientras que el promedio ponderado de cultivos a nivel nacional es de 59%, la participación del Estado en soja es del 64,8%, maíz 49,6%, trigo 60,7% y girasol 45,8%.

“Hay tres medidas que pueden tener efecto en el Índice FADA: devaluación, desdoblamiento cambiario y apertura de importaciones”, afirma David Miazzo, economista en jefe de la fundación. Una suba del tipo de cambio oficial mejora el poder de compra de los granos respecto a costos en pesos como fletes y labores, que se abaratan si los vemos en dólares. Sin embargo, en los próximos meses se irán encareciendo, lo que puede impactar en una suba del índice en próximas mediciones.

Por otro lado, el desdoblamiento cambiario genera un tipo de cambio mayor para los insumos importados respecto al dólar exportador. El dólar importador tendrá su efecto en inflar los precios de los insumos importados ya que el importador deberá pagar un tipo de cambio de $947 por cada dólar importado, y en la práctica al productor se lo cotiza a un dólar oficial de $807, por lo que esa diferencia está contenida en el precio en dólares de los insumos, es decir los precios de los insumos se “inflan” para compensar la diferencia.

La apertura de las importaciones debería ir reduciendo algunos precios en dólares, pero irá sucediendo gradualmente a lo largo de las próximas semanas a medida que se normalice el flujo de pago de esas importaciones.

“En cuanto a la suba de retenciones anunciada y enviada recientemente al Congreso de la Nación, hicimos un ejercicio para estimar el impacto y descubrimos que el Índice FADA no tendría una suba sustancial, pasaría de 59% a 60,4%, ya que el grano que mayor impacto tiene es soja y queda sin modificaciones. En el caso de maíz y trigo subiría 3 puntos porcentuales y 13 el girasol”, explica Natalia Ariño, Economista de FADA.

El tipo de cambio oficial fue el principal cambio en el nuevo esquema económico, marcando un tipo de cambio real mayor y eliminando el profundo atraso cambiario que se generó en los últimos dos años.

Si se analiza la estructura de costos de los cultivos de acuerdo a la moneda en la que están expresados, se puede ver que un 58% de los costos de una hectárea de soja están estrictamente dolarizados mientras que el restante 42% están pesificados. Si se considera el costo de la tierra dentro del esquema de costos, aquellos que son dolarizados en una hectárea de soja pasan a representar el 72%.

En el caso del maíz, como los fertilizantes y semillas tienen más peso que en el caso de la soja, los costos dolarizados ascienden al 62% de la estructura, mientras que los pesificados alcanzan el 38%. Si se considera el costo de la tierra, el peso de los costos dolarizados asciende al 69%.

Los impuestos nacionales no coparticipables representan el 64,9% del total de impuestos que afronta una hectárea agrícola en Argentina. La composición central de estos impuestos son los derechos de exportación, a los que se le suma el impuesto a los créditos y débitos bancarios. Toda esa recaudación sale de las provincias a lo largo y ancho del país y queda en manos de Nación, son recursos que salen de las regiones y no vuelven.

Los impuestos nacionales coparticipables entre el Estado nacional y los Estados provinciales, representan el 32,2% de los impuestos medidos. Aquí tenemos principalmente el impuesto a las ganancias (neto del impuesto a los créditos y débitos) y los saldos técnicos de IVA.

Las provincias reciben parte del 32,2% como coparticipación, y también recaudan diversos impuestos. En el Índice FADA se consideran el impuesto inmobiliario rural, el impuesto a los sellos y el impuesto a los ingresos brutos, con una alícuota reducida, ya que ni Córdoba ni Santa Fe, por ejemplo, cobran este último impuesto. Así, los impuestos provinciales representan el 2,7% de los impuestos totales.

Por último, los impuestos municipales representan el 0,2% de los impuestos en el Índice FADA promedio nacional. En provincias que cobran estos impuestos, la participación es mayor. El componente central de los mismos son las tasas viales o las guías cerealeras, de acuerdo a la provincia.

“Una particularidad de las tasas municipales y el inmobiliario rural es que son impuestos fijos que se actualizan a comienzo de año. Esto genera que con la devaluación vaya disminuyendo su participación en el total de impuestos y recuperen en la primera medición del año”, agrega Ariño.

El Índice mide la participación provincial, y devela que mientras el Índice FADA nacional es de 59%, Córdoba registra un 59,1%, Buenos Aires 57,4%, Santa Fe 58%, La Pampa 56,7%, Entre Ríos 60,4% y San Luis 56,2%.