Este lunes arranca la segunda semana de la nueva edición del dólar soja. Si bien el entusiasmo vendedor de los productores no es el mismo que en la primera edición (entre otras varias razones porque en la primera edición de septiembre vendieron y cobraron más de 13 millones de toneladas del grano que tenían guardado), el gobierno hizo un balance positivo de los primeros siete días: se vendieron (entre nuevas entregas y cobros de granos ya entregados) 1,8 millones de toneladas, cuando el promedio semanal estaba en apenas 160.000 toneladas.

En líneas generales, la venta de ese tonelaje se realizó a un valor que osciló en los 365/370 dólares la tonelada (que los productores podían cobrar a un tipo de cambio diferencial de 230 pesos contra el dólar oficial de 170 pesos) generando un ingreso aproximado de 657 millones de dólares en productores, cooperativas y acopios.

Pero lo que no pasó desapercibido entre los operadores del mercado de granos (y los productores que siguen al detalle la marcha de los precios) es que el valor en dólares de la soja cayó fuerte la semana pasada sin que esa baja se correspondiera a movimientos del mercado de granos internacional.

En efecto, hasta el miércoles 23 de noviembre la soja estuvo cotizando en el mercado disponible (entrega inmediata) a 390/395 dólares la tonelada. A partir del jueves cuando trascendió con firmeza la versión de la nueva edición del dólar soja, el valor de la oleaginosa cayó a los 365/370 dólares, valor que empezó a cotizar el jueves 24 y que se mantuvo en esa línea hasta el miércoles 30 y recién hacia jueves y viernes subieron un poco más.

Esa diferencia de unos 25 dólares por tonelada se traduce en que los vendedores de soja cobraron 45 millones de dólares menos de lo que hubiesen embolsado con los valores previos. Una situación similar se evidenció en la primera edición del dólar soja.

Para corredores y acopios tampoco pasó desapercibido que la semana pasada la soja en el mercado de futuros cotice a enero a 410/417 dólares. Es más, en la posición de mayo (cuando la soja nueva irrumpe en la plaza) el precio en el mercado de futuros osciló en los 370/380 dólares, más caro que en diciembre cuando hay menos oleaginosa disponible y, por ende, el precio siempre es mayor que en mayo.

El malestar en el mercado es fuerte por esa millonaria diferencia. Y si bien es el comentario obligado entre operadores, no llegó con la misma virulencia a las comunicaciones oficiales de las entidades sectoriales sobre el dólar soja. Es común escuchar que agentes comerciales especulan que la baja es producto de estrategias corporativas acordadas entre los compradores (exportadores y aceiteras) que así logran un beneficio extra a la reducción de la capacidad ociosa que significa la mayor afluencia de ventas por el tipo de cambio diferencial.

Y esa hipótesis conspirativa tuvo un aventón cuando la semana pasada el propio ministro Sergio Massa comentó que tuvo que pedirle a un comprador de soja que “rompa el mercado” para mejorar el precio ofrecido el lunes pasado ya que se mantenía en los $80,000 del viernes, pese a que ya estaba en vigor el dólar soja.

Pero del lado de los exportadores de granos la perspectiva es bien distinta. En las mesas comerciales de los compradores se sostiene que lo que ocurrió fue "ajuste a la realidad". Es que el valor de 390/395, aseguran, era un precio artificialmente alto porque no había oferta de granos y por eso la industria dejaba 30/40 dólares en cada tonelada comprada con tal de abastecerse. Es por eso que cuando aparece el dólar soja, empieza a salir la oferta y entonces la demanda (industria) busca cubrir sus costos reales de molienda y lleva el precio en dólares a los valores que estima reales. Lejos de aceptar que la caída del precio es una baja artificial, insisten con que es un ajuste de realidad.

Más allá de los argumentos esgrimidos de ambos lados del escritorio lo que surge es que el real problema no es el dólar soja, sino la inestabilidad macroeconómica y el mercado cambiario intervenido que llevan a generar un negocio inestable con precios volátiles. Es más, la intervención del dólar soja altera todo el mercado de granos con impactos negativos en otros precios (como arrendamientos, insumos, etc) y altera la lógica comercial (retrae ventas de trigo y maíz) alterando todos los esquemas productivos.