“Acá, estamos nosotros los inversores. Allá, están los acreedores. Y en el medio hay un muro que nos separa. Y el muro es Vicentin. Y es Vicentin quien debe financiar con sus recursos la mejora en la propuesta de pago a sus acreedores”.

La frase se la dijo a Rosario3 un ejecutivo de uno de los tres interesados por quedarse con activos de Vicentin (Viterra, Molinos Agro y ACA). Y muestra que los inversores están interesados en aprovechar la oportunidad de hacer un buen negocio (quedarse al final con activos a buen precio mientras le contratan las plantas a un fazón casi regalado) y no de financiar el acuerdo de acreedores que necesita la aceitera tener abrochado antes de fin de marzo para no empezar a transitar aguas aún más oscuras para ellos como el cram down.

En la semana que termina Vicentin presentó el borrador de una nueva oferta de pago (quita del 80% a pagar dolarizada en dos años), que en el mejor de los casos fue calificada por los acreedores como “no suficiente”.

El Banco Nación, principal acreedor, ya la rechazó de manera oficial y el propio presidente de la entidad, Eduardo Hecker, señaló que –de no mejorar abismalmente la oferta- la salida se divisa por el lado del cram down. Música para los oídos del Fideicomiso de Acreedores Granarios de Vicentin, que sostiene que sólo con la participación activa del Estado se podrá mejorar el pago de la deuda defaulteada (que en el agro orilla los 400 millones de dólares). Tiempo para negociar sigue habiendo, pero se abren dos temas que ameritan el despliegue:

1) Más allá de la tozudez de los “vicentines” de no entregar las llaves y dar un paso al costado después de haber tumbado el holding, hay un dato estructural que les hace difícil tomar la decisión de vender más activos para mejorar la oferta de pago:  no existe un accionista controlante.

Y es que el grueso de los familiares accionistas –entre los que están los muy críticos con el directorio que los llevó al default- tiene por ahora una situación (en este marco) muy cómoda: siguen trabajando y cobrando muy (pero muy) buenos sueldos, pese a que la empresa pasó de ser una agroexportadora (con todo lo que eso significa de gestión) a una mera inmobiliaria que gestiona alquileres. Y muchos de ellos tiene empleos, son directores o reciben la renta que generan las empresas satélites (por ejemplo Terminal Puerto Rosario).

¿Por qué van a estar apurados de querer vender esas empresas satélites y mucho menos las del norte de Santa Fe para mejorar la oferta de pago? Ya bastante bronca tienen por haberse enterado sobre la hora de la crisis o que la tercera generación se la haya puesto de sombrero. ¿No les viene mejor que las soluciones de fondo se sigan postergando y la convocatoria se siga extendiendo? Es que los que sí están apretados por acordar son los ex directores y no por un tema de lealtad comercial con los acreedores a los que les cantaron el "paga Dios", sino porque las causas penales en su contra avanzan y hubo cuatro que casi terminan pasando Noche Buena con prisión preventiva.  En rigor, no sólo los inversores estratégicos están cómodos con este status quo (ya que operan con un fazón casi regalado las plantas) sino también muchos familiares accionistas.

2) Y el segundo punto que se abre es la búsqueda de los acreedores granarios de querer volver a subir en el ring al gobierno nacional. “Esto lo tiene que aprobar el propio presidente Alberto Fernández”, dijo Hecker sobre el pedido de participación estatal para evitar que Vicentin sea desguazada y los acreedores puedan cobrar mejor. Y el mensaje oficial fue claro: el campo tiene que pedir el salvataje. 

Pero, por el contrario, la sola mención del tema en el agro (en el marco de un renovado clima de enfrentamiento campo-gobierno) ya le puso los pelos de punta a los chacareros. Si bien Hecker dijo que la intervención tendría que ser como un acreedor más (y específicamente dijo no hablar de “empresa testigo” y  “mesa de los argentinos”, dos eslóganes del ala K más dura) y los acreedores granarios hablan de “que se capitalicen acreencias del Banco Nación” y no de un control político de la empresa, el tema Vicentin-Gobierno se salió en 2020 tan de cauce  (por graves errores de planificación, concepción y timing político del gobierno, más el aprovechamiento de la oposición para sacar rédito y de Vicentin para ganar tiempo y presentarse como víctimas pudiendo esconder debajo de las alfombras las denuncias penales que se le acumulaban por estafa) que hoy se necesitará de una precisión quirúrgica para poder encaminarlo.

Y es que la política metió la cola para entorpecer y ahora es difícil que se retire. Es por eso que las preguntas hoy son: ¿Querrá Alberto volver a dar esa batalla? ¿O tomará cartas en el asunto sólo si el agro le viene a pedir la escupidera luego de que lo obligó a recular cuando en el pasado intentó intervenir? ¿El ala K más dura aceptará mirar el tema desde la tribuna o volverá a la carga con sus recetas de intervensionismo? ¿Se quedarán en el molde y aceptarán los chacareros que salieron a cacerolear por una empresa que sus clientes (desde bancos extranjeros hasta productores) denunciaron por estafadora o primarán más las cuestiones de piel y saldrán otra vez a embanderarse contra el Estado?

Ocurre que en muchos lugares (tanto del campo como de la política), todavía hablar de Vicentin hoy es hablar de “campo versus gobierno” “de populismo versus libre mercado”, en vez de verlo con una lógica de gestión pública y corporativa para evitar el cierre de una unidad productiva de un sector clave y mejorar el pago de los acreedores estafados.

Y es que sobran ejemplos del Estado capitalizando acreencias de empresa en la lona sin que eso signifique la nacionalización. Es más, tras la estatización de la AFJP el Estado tiene participación accionaria importante en empresas del agro (como Molinos) sin que eso signifique que tomen el control. Precisamente, la difícil tarea de quienes quieren volver a subir al gobierno al ring será encauzar el tema en lo referente a la salida concursal y desligarlo del perverso juego político de la grieta.

Finalmente, como dijimos, este run run tiene una noticia sobre Vicentin pero además viene con una yapa. Vamos por ella. Como si no le sobraran complicaciones a la agroindustria con la dura sequía, la histórica bajante del Paraná y los cruces con el gobierno, también se embarcaron en una fuerte interna entre el agro y sus industrias.

Y este lunes habrá un nuevo round cuando se realice una nueva reunión del Consejo Agroindustrial Argentino para debatir qué cambios pueden hacen para recuperar legitimidad, luego de que ¾ del agro (Sociedad Rural, CRA y Federación Agraria) renunciara acusándolo de jugar para la industria y los exportadores a los que, señalan, como beneficiarios de la intervenciones del Estado en el Mercado, mote que el sector “comprador” rechaza de plano.

No en vano este fin de semana, la Cámara de la Industria Aceitera se despachó a favor del libre mercado, criticó las intervenciones y sostuvo que, por ejemplo, su ingreso al fideicomiso aceitero (que se arma con aporte de exportadores para compensar a industrias que venden en el mercado interno) es un paso obligado por resoluciones oficiales.

Y si bien las explicaciones del sector comprador son contundentes, cómo el ajuste se termina haciendo sobre el precio del grano, el malestar del campo existe y la confianza entre ambos está dañada. Pero a nadie escapa que la dirigencia del agro también juega su partido y tiene sus intereses y a veces es más fácil ganar legitimidad en las bases encontrando un enemigo externo que ponerse a ver cómo mejoran la gestión institucional de las gremiales.

Ahora bien: ¿Puede el Consejo Agroindustrial ser escenario de un re-encuentro del agro y sus industrias? ¿Puede seguir funcionando sin el agro? ¿O ya cumplió su ciclo y hay que buscar otras estrategias de acercamiento entre los actores de la cadena?

De este tema estuvieron hablando largo esta semana los presidentes de las Bolsas de Comercio de Rosario y de Santa Fe, Miguel Simioni y Martin Vigo Lamas. Y el análisis que hicieron fue muy similar. Por ejemplo, uno de los puntos en que coincidieron es que el Consejo necesita urgentes reformas para seguir en pie.

¿Y si se arma una conducción colegiada con más sectores y no una mesa chica como hasta ahora? ¿Y si la dirección ejecutiva es rotativa para sumar el compromiso de más actores, sobre todo de referentes del interior? ¿Y si se incorporan temas de la agenda diaria para emitir posturas consensuadas de manera multisecotiral en vez de correrse de los temas calientes ya que en definitiva los actores que están negociando con el Estado son siempre los mismos?

Precisamente, la experiencia de las Bolsas es interesante en estos armados ya que son, por definición, entidades que tienen adentro a muchos eslabones de la cadena comercial. El Consejo Agroindustrial busca su refundación sin ¾ del agro. La tarea parece difícil (hasta mantener el nombre) pero con cambios consensuados pueden llegar a lograrlo. El resultado sigue abierto.