La mayoría de los socios convalidó la actual gestión de la Bolsa de Comercio de Rosario al elegir el jueves al candidato oficialista Pablo Bortolato como su próximo presidente.
Y el carácter del flamante titular -caracterizado por su propensión al diálogo y el acuerdo desde un perfil de mucho trabajo y baja exposición- calza justo con las necesidades internas de la institución tras los comicios: tomar nota de todo el mensaje de las urnas.
Las elecciones se ganan o se pierden. Y quienes entienden de política saben que, pasada la tensión del día de las elecciones, lo que queda es quiénes estaban de uno y de otro lado: ganadores y perdedores. Y los ganadores fueron Bortolato y el modelo de gestión en curso.
Pero lo ajustado de una victoria por 4 puntos obliga a que el oficialismo amplíe la visión para incorporar demandas de cambios, retoques y modificaciones que expresaron los socios que no los votaron, sobre todo cuando en el oficialismo esperaban una victoria más contundente y con holgura.
Y para entender los desafíos institucionales internos que tiene enfrente la principal entidad empresaria del interior del país y la principal Bolsa cerealera de la Argentina, es fundamental repasar cómo llegaron a tener que dirimir por votos y no por consenso la conducción, por tercera vez en su historia reciente.
Había moros en la costa
La irrupción en agosto del molinero Víctor Cabanellas en el escenario como candidato a presidente impulsada por un “grupo amplio de socios”, como él decía y en ese entonces pocos le creían (pero la votación le terminó dando la razón), tomó con la guardia muy baja a la conducción encabezada por Miguel Simioni.
Con una reconocida trayectoria empresaria, un amplio recorrido por la Bolsa y siendo muy valorado como persona, Cabanellas se presentó en soledad ante la Mesa Ejecutiva, órgano de conducción de la entidad, para manifestar su postulación a presidente y ofrecer el armado de una lista de consenso, ya que no se presentaba como opositor (y de hecho nunca dejó de reconocer mucho de lo actuado), proponiendo algunos cambios o retoques, que al principio no esbozaba con claridad y eran más bien genéricos.
Esa reunión, pedida unas horas antes del encuentro semanal de la Mesa y realizada a días del acto de celebración del aniversario (que tenía como protagonista al propio presidente Javier Milei) fue el punto bisagra de esta historia ya que a partir de ahí empezaron los desencuentros que fueron escalando. Y ya veremos las razones.
Por aquellos días, Simioni tenía en mente instalar como candidata a sucederlo a la industrial Mayra Boglich. Ella no fue su primera opción. A principios de año, le había ofrecido la candidatura a otro miembro de la Mesa y luego a un reconocido empresario que apuntaló su gestión desde el inicio, pero en ambos casos no aceptaron la propuesta alegando muchos compromisos laborales personales.
Y es que la dinámica que tomó la gestión de la Bolsa en tiempos de Simioni fue de mucho vértigo por la amplitud de su agenda.
No viendo moros en la costa, el presidente fue por más y se inclinó por empezar a fogonear a Boglich, a quien vio muy comprometida con el corazón del modelo de puertas abiertas y de revitalización institucional de la Bolsa que tanto se celebraba en otros ámbitos políticos, empresarios y sociales.
Tampoco pasaba desapercibido entre los pocos que se iban enterando que sería la primera vez que una mujer conduciría una Bolsa en la historia de la Argentina, lo que le daba hasta un toque final con épica a una gestión que venía de lograr la revitalización de una entidad muy vapuleada en su honor desde la crisis de Vicentín, una de las empresas que en los últimos años le venía marcado el ritmo a la entidad.
Boglich pidió que Simioni la acompañe en su mandato (tal vez como vice). La decisión de que Simioni siga fue aprobada por el conjunto de la Mesa que entendió que era positivo que siga vinculado. El presidente aceptó muy a gusto la invitación.
Señales
Una primera luz amarilla se encendió cuando para finales de abril -en el marco del acto de remate del primer lote de soja que organiza la entidad como fecha de largada formal de la comercialización de la oleaginosa- algunos allegados a la gestión fruncieron el ceño al enterarse de la preferencia de Simioni por Boglich.
¿Por qué? Según enumeraban, Bolgich no llevaba ni dos años en la Bolsa, con lo que no era conocida por los socios, no tenía trayectoria institucional y para colmo -si bien era una industrial alimenticia muy importante- su actividad no estaba ligada al corazón de la entidad, que es la compra venta de granos y títulos de valor.
Simioni rechazó los argumentos de oposición que le llegaban de su entorno y se mantuvo firme en su plan de seguir fogoneando a Boglich. Pero además, en los debates internos jugaba una carta fuerte cuando les retrucaba a los críticos diciendo: “¿A quién proponen, entonces?”. Era ahí cuando las voces críticas del propio oficialismo se callaban.
El tema es que cuando la postulación de Boglich empezó a trascender, se activó con más fuerza un grupo de socios -hasta ese momento minoritario- que desde hacía tiempo le venía proponiendo sin éxito a Cabanellas que se postulara.
Y no solo por las mismas razones que esgrimían dentro del propio grupo oficialista (algunos, por más que lo nieguen, admitían en los sillones del recinto del mercado físico que mucho no les cerraba que sea una mujer) sino por otra razón: no les parecía correcto que Simioni siga en la Mesa Ejecutiva. Posición que se convirtió en un caballo de batalla que hasta revistió de casi personal el enfrentamiento.
Es tradición en la Bolsa que el presidente saliente no siga en el órgano de conducción, al menos por el período inmediatamente posterior al final de su mandato. Luego que en los 50 y 60 un empresario se pasó de rosca con la reelección indefinida que habilitaba el viejo estatuto, la Bolsa fue cultora de recambio: mandatos de dos años con una sola reelección, y si quiere volver a la Mesa debe esperar que pase un mandato.
Es más, fue Alberto Padoán quien rompió la tradición al intentar “bajarse de Papa a Cardenal”, pero como a los 4 días de terminada su presidencia estalló el default de Vicentín, la situación tomó otro cauce.
La visión de Simioni siguiendo desde las sombras manejando la Bolsa (algo “machirula”, de por cierto, ya que le otorgaba a la mujer un papel de cuasi títere) inyectó argumentos que avivaron el fuego opositor que, hasta ese momento, nadie en el oficialismo percibía.
Y es que hasta ese momento el humo opositor no se veía porque les faltaba argumentos para expresarse de manera abierta (que no sean la mera bronca de haber quedado desplazados por el oxígeno que generó la renovación institucional de Simioni y el ansia de volver a figurar) y, sobre todo, carecían de un prestigioso candidato que les diera visibilidad.
Los "heridos"
Y es que al principio buena parte de los que alentaban a postularse al molinero eran referentes identificados con la gestión de Padoán (como Raúl Meroi), que llevó a la Bolsa a la tapa de los diarios nacionales por la participación del aceitero en el caso de “Los Cuadernos de las Coimas K”
Se puede mencionar también el paso por las páginas policiales de los diarios que sufrió la Bolsa cuando otro de los miembros más importantes de la “mesa chica” de conducción de aquel entonces, el cerealista Ángel Torti, terminó preso acusado de múltiples y millonarias estafas a los clientes de su agencia.
En esa suerte de "padoanismo residual" había empresarios ligados a la Fundación Libertad, quienes en tiempos de Padoán tuvieron un millonario contrato para armar y manejar un canal de streaming de la Bolsa que la gestión de Simioni desactivó por el derroche de gasto y nula utilidad y rentabilidad que les significaba (siendo los operadores los únicos que se beneficiaban), que -no en vano- cuando se largó la camapaña sumaron su plataforma de medios para promocionar a Cabanellas.
También había otros corridos de la gestión, como el histórico director ejecutivo de la entidad, Mario Acoroni,
“Los padoanistas encontraron en Cabanellas un candidato competitivo para volver como lo fue Alberto para Cristina y los K en 2019”, repetían en el oficialismo allá por agosto cuando todavía no podían asimilar la inesperada irrupción de una oposición.
Aparece ahí un punto clave: Cabanellas no salió con la ambulancia a recoger heridos, sino que fueron los heridos quienes lo salieron a buscar, aprovechando que estaba limpio de cualquier mancha. Es cierto que no solo había “heridos” en los primeros impulsores: también había detractores de la primera hora de la gestión de Simioni, como los corredores Cristian y Hubo Borgia, de una línea más conservadora.
Pero con los argumentos servidos en bandeja que les hizo el oficialismo al definir la fórmua Boglich/Simioni se activó un círculo virtuoso para el crecimiento de oposición. Y es que “heridos” dejaron de ser los únicos que motivaban a Cabanellas a postularse. Y cuando el molinero (a quien, particularmente siempre lo enojaba que el oficialismo lo emparente con Padoan porque él se enfrentó en las urnas en 2009 contra el aceitero y se retiró de la Bolsa apenas este asumió) percibió que el apoyo venía cada vez más de distintas vertientes, incluso de socios alejados -como él- del pasado reciente de la Bolsa, decidió finalmente aceptar la postulación. Y cuando Cabanellas se puso al frente empezó a sumar más socios (nada vinculados a los "heridos") que lo apoyaban personalmente por sus cualidades.
Fue así que volvemos ahora a agosto cuando Cabanellas en su presentación en la Mesa plantó su postulación con vagas referencias sobre su propuesta y sobre quienes lo apoyaban, haciendo notar que -como el suyo- había varios de los apellidos ilustres de la entidad impulsándolo (con el tiempo se supo que tenían el aval de los Amuchástegui, los Weskamp y de reconocidos financistas como Horacio Angeli)
Presenten armas
La reunión terminó tan de buenas maneras y fría como empezó, y ya en soledad la Mesa en pleno definió que no iban a dejar que desde afuera les impongan un candidato a presidente, más aún cuando las objeciones y propuestas no parecían claras, ya que hasta ese momento Cabanellas se cuidaba de hacer referencias a la queja de la fórmula Boglich/Simioni. Así que fue en ese día en el que se selló el futuro inmediato de la Bolsa: había que ponerse el casco porque iba a haber elecciones.
El fuego cruzado comenzó rápido. Al otro día, en el acto aniversario de la entidad, Simioni advirtió desde el estrado “que la credibilidad institucional no puede volver a ser dañada”, y señaló que “lo que debemos debatir no son apellidos, ni cargos, sino ideas, acciones y proyectos”.
Incluso, en un tramo de su discurso, cuando señaló que “ahora hay una Bolsa de puertas abiertas a la sociedad rosarina” generó un espontáneo comentario de desaprobación que, sentados al lado, compartieron la ex intendenta socialista Mónica Fein y el expresidente de la Bolsa, Raúl Meroi, quienes recordaron que en sus tiempos al comando también era muy fluida la relación entre Bolsa y Municipio.
No en vano, sostienen los entendidos en ciencia política que los discursos de corte “fundacional” ameritan precisiones en las comparaciones para no dejar margen para contra-golpe, porque el ofendido aludido siempre buscará responder.
Pero pese al discurso fuerte del acto aniversario y a que sentían que la gestión tenía mucho consenso, la irrupción de la oposición vaya que le movió el piso a la Mesa Ejecutiva. Así fue que la candidatura de Boglich se desactivó, y Simioni le volvió a pedir a Bortolato que aceptara el ofrecimiento. Y esa vez sí lo hizo.
El candidato, ahora sí oficializado, además de poseer una trayectoria profesional intachable y de ser muy bien considerado personalmente, cubría todos los francos: tenía largo historial en la dirigencia de la Bolsa, era dueño de empresa, portador apellido tradicional y activo operador del mercado.
No en vano, apenas fue urgido como postulante oficial desaparecieron en todo el entorno oficialista las dudas que había y se encolumnaron detrás del candidato. Además percibieron ya desde las primeras llamadas a socios para contarles la novedad la adhesión que generaba Bortolato por su perfil, la trayectoria de su familia, su reconocimiento empresario y su calidad humana.
En ese momento, en el oficialismo estimaban que la candidatura de Bortolato también era un "puente de plata" para que Cabanellas, habiendo logrado el objetivo de que la Bolsa siga en manos de socios que representen sus mercados y su historia, baje la candidatura pudiendo mostrar en su entorno tradicionalista el éxito obtenido ante sus impulsores, preocupados por la identidad del nuevo presidente.
Pero nadie ahí estaba leyendo que la candidatura opositora estaba creciendo y trascendía el tema "Boglich". Es más, casi que se interpretó como un capricho su continuidad en la carrera, pero en la votación -con el importante caudal de votos que él consiguió- quedó claro que se había puesto en marcha un movimiento que crecía por varias vertientes.
¿Y Simioni? En aquel momento la mayoría del oficialismo entendió que debía continuar (y él así lo quería) pero en un cargo menor (como vocal) para desactivar suspicacias, convencidos de que era necesario su expertise en la gestión y los votos que podía traer.
Es contra fáctico especular ahora si la elección se hubiese evitado si también en ese momento Simioni se bajaba de la lista (alejando los fantasmas que veían los opositores de un intento de mantenerse en la conducción), pero lo cierto es que el real impacto electoral que tuvo su presencia en la lista (¿sumó más votos de lo que restó?) sigue siendo un tema debatido en la Bolsa.
Un ausente: el diálogo
Como sea, tras el acto de agosto cada grupo se fue armando para la batalla electoral (con distintos ritmos, estrategias y fortalezas) sin haber habido antes instancia de diálogo real. No es que fracasó el diálogo, sino que no hubo.
Y es tan cierto que no parece muy sincero un llamado al consenso como el que hizo Cabanellas porque puso como condición que él (viniendo de afuera) tenía que ser el próximo presidente, como que desde el oficialismo nunca marcaron su teléfono para invitarlo a dialogar.
Es tan cierto que la gestión institucional de Simioni fue cultora del diálogo puertas afuera (logrando con menos gritos y más consenso importantes avances en negociaciones con Nación y Provincia) como que el oficialismo nunca hizo ni un gesto real de querer dialogar con la oposición, tal vez porque se veían claros ganadores de un comicio.
Es más, aún hoy pasadas las elecciones, cada parte culpa 100% a la otra por el desencuentro aduciendo sus razones, pero lo cierto es que ambos grupos, tal vez como fiel reflejo del clima de época, apostaron más al enfrentamiento que al consenso.
Punto de no retorno
Y siguiendo con los “es tan cierto que”, es tan cierto que fue el propio Cabanellas quien bien avanzado septiembre (tras semanas de espera infructuosa y ver que la Bolsa ya fijaba un cronograma electoral) llamó a Bortolato para invitarlo a una reunión, como que su oferta tenía más de imposición que de una real búsqueda de consenso.
¿Por qué? Es que en ese encuentro mano a mano Cabanellas primero ofreció bajarse si también lo hacía Bortolato y consensuaban el nombre de un tercero, propuesta que el oficialista no aceptó argumentando que ya había tomado el compromiso con el grupo.
Y luego, para el armado de una lista conjunta, puso como condición que no podían participar ni Simioni ni el tesorero de la Bolsa, Sebastián Botallo, por el sólo hecho de ser ejecutivo del grupo empresario que conduce su primo, Federico Boglione, con quien está distanciado.
Si algo no se puede decir es que armar una “lista negra” y querer censurar socios sea una oferta dialoguista o democrática.
El tema es que todo cambió desde ese momento. Cuando la disputa se personalizó ya no hubo retorno. Por un lado, Simioni sintió que había algo personal contra él -y lo que su gestión representaba- y su semblante cambió.
Por el lado de Boglione, no es que Cabanellas llevó a la Bolsa un problema familiar. Sino que las diferencias entre primos surgieron en la Bolsa y se exportaron hacia afuera de la entidad. Y al origen hay que rastrearlo allá por 2011/2012 cuando se desmanteló el grupo que llevó como presidente a Cristian Amuchástegui (tras derrotar por 4 votos a Padoán, en lo que sí fue una elección ajustada), con empresarios que se quedaron (como Cabanellas) y otros que renunciaron (como Boglione) por diferencias en el manejo de la relación de la Bolsa con el gobierno de Cristina Fernández.
Todo una muestra de que las elecciones en la Bolsa nunca son una buena receta porque provocan innecesarias heridas (entre amigos, socios y clientes) que tardan décadas en cicatrizar. Si es que cicatrizan. Los empresarios no son como los políticos tradicionales que se pueden matar en las campañas y luego comparten grupos de amigos.
Ahora, cuando Bortolatto informó a su grupo la propuesta (que él rechazó) realizada por Cabanellas, Boglione -quien había apoyado desde el inicio hace más de cuatro años del movimiento de renovación y saneamiento institucional de la Bolsa- se subió al ring y junto con Simioni y Alberto Curado, presidente del MAV, fueron los principales operadores que tuvo la candidatura de Bortolato.
Es más, activaron una militancia tan vital que les valió el mote de la oposición de “tener un call center montado” por la cantidad de llamados y visitas que realizaron a los socios para pedirles el voto.
Los que suman y los que restan
Por el lado de la oposición, Cabanellas se puso al hombro no solo las visitas a los socios, sino que también fue el principal responsable y arquitecto de importantes fichajes para su lista como la incorporación de los corredores Gustavo Barrilli y María Víctoria Cánepa, del acopiador Aníbal Ivancich y de la ex corredora y ahora productora Valeria Bressan; todos profesionales de primer nivel, al mando de exitosas empresas y alejados también de cualquier evento del pasado menos virtuoso de la entidad.
Con la llegada de estos referentes convocados por Cabanellas, además de servirle para sacarse el mote de que detrás de él solo había “padoanistas” que le puso el oficialismo, también empezó a tomar forma una propuesta positiva y proactiva de la oposición que superó la mera crítica "de los heridos" y le fue dando identidad al grupo.
Por ejemplo, la necesidad de focalizarse internamente en el desarrollo de los mercados, en la generación de nuevos negocios para los socios, en la búsqueda y armado de nuevas fuentes de ingreso para la entidad y en la incorporación de las jóvenes y pujantes camadas de empresarios y especialistas.
Si se presta atención en todas esas temáticas ya está trabajando la actual gestión de la Bolsa, pero la expresión de la oposición -además de mostrar que hay otras miradas, protagonistas y estrategias para conseguir objetivos compartidos- más que constituirse en un fuente de problemas asoma como un importante pilar sobre el que oficialismo y oposición pueden empezar ahora a construir puentes pasada la compulsa electoral.
Ivanchich también aportó como contenido de campaña su permanente militancia para que le saquen la exención en el pago de Ganancias a las cooperativas agropecuarias. Y precisamente ese tema fue de los que más caló en la reunión de campaña de Cabanellas con las autoridades del Centro de Corredores de Cereales.
Ahora, al lado de esta agenda pro-activa, también había un ala más dura que le pedía a Cabanellas más virulencia. “Javier es de los que más dice que hay que salir a pegar“, contaba Cabanellas haciendo referencia a Mariscotti, un corredor de granos con mucho manejo de los pasillos de la Bolsa durante la presidencia de Padóan y parte del grupo de "los heridos". Justamente en el pasado, Ivancich/Cabanellas y Mariscotti transitaban por grupos internos enfrentados, pero en esta caminaron juntos.
Al barro
Un poco porque como retador tenía que salir a buscar el triunfo pegando y otro porque el ala aguerrida (entre los que se cuentan a los “heridos”) se lo recomendaba, sobre el final de la campaña, el panorama se embarró porque Cabanellas salió a la prensa a quejarse de que la Bolsa no le facilitaba el listado con los teléfonos y correos electrónicos de todos los socios, dejando a entender que era una maniobra para dificultar la llegada a los socios. Y hasta deslizaba que la Bolsa sí le habría otorgado esos datos al oficialismo, cosa que no ocurrió.
Como no podía ser de otra manera, los funcionarios de carrera de la entidad, que son quienes la peor la pasan cuando los socios se pelean, tomaron muy mal el señalamiento porque ponía un manto de duda sobre la honorabilidad de su trabajo y de la entidad.
Fue así que la Bolsa sacó un inédito comunicado rechazando todas las acusaciones. Igual, hasta último momento, los referentes de la lista opositora se mantuvieron en esa postura dañina para la intachable trayectoria de organización con base en la esquina de Corrientes y Córdoba.
También se quejaron de que el oficialismo disfrazaba de institucionales lo que consideraba eran actos de campaña, por ejemplo el acto de la apertura del nuevo laboratorio. También el tradicional coctail de fin de año con periodistas. Pero precisamente, en ese encuentro con la prensa, la única que dio entrevistas sobre la política interna de la Bolsa fue la ruralista María Soledad Aramendi, de la lista de Cabanellas.
Capítulo aparte para sus declaraciones a la prensa exigiendo mayor protagonismo de la Bolsa en las discusiones por la hidrovía, porque lo único que hicieron fueron dejar mal parado a ella como dirigente y al grupo opositor. Es que cualquiera que sigue las discusiones por la hidrovía, sabe que el CEO de la Bolsa, Javier Cervio, chatea casi diariamente con el ministro de Economía, Luis Caputo, por el tema. Además, la Bolsa talló de manera decisiva en los acuerdos claves entre privados (por ejemplo, en el tema del diseño tarifario) y encabezó el lobby por cambios en los pliegos para la licitación que está al salir.
En definitiva, Aramendi quedó en off side con sus dichos, mostró un desconocimiento importante en un tema del que se largó a hablar cuando todavía era presidenta de la Sociedad Rural de Rosario, se ganó la enemistad de los técnicos de la Bolsa que siguen el tema, al tiempo que desacreditó acusaciones de la oposición sobre el uso partidista de los actos oficiales cuando la conducción no se refirió en las notas a las elecciones.
Sobre el tema de una mayor participación de la Bolsa, un poco empujado por las desorientadas declaraciones de Aramendi, hubo algunas notas de prensa que había un reclamo interno por un mayor protagonismo de la Bolsa en las grandes discusiones, un concepto que, además de no ajustado a la realidad, no estuvo en el corazón del mensaje de la oposición. Todo lo contrario, lo que los opositores señalaban era que por preocuparse mucho por el afuera, desatendieron el adentro de la vida institucional.
Hablaron las urnas
Finalmente, llegó el jueves 27 de noviembre y la mayoría de los socios aprobó la gestión actual y consideró que, con perfil propio, Bortolato es el más indicado para liderar la continuidad y llevar adelante los necesarios retoques.
Y volvemos así al principio de este Run Run: ¿cuál fue el mensaje de las urnas que el oficialismo ahora debe interpretar, sobre todo con una diferencia ajustada que no estaba en los planes de la conducción?
“Claramente, hubo un llamado de atención. Así lo veo. Hay un 30% del padrón que está viendo algo, que está pidiendo un cambio que al menos por ahora no tengo claro. Nos vamos a sentar a charlar con la oposición. Ya invité a Cabanellas a juntarnos la semana que viene para analizar la situación y resolver problemas”, dijo Bortolato, el viernes tras las elecciones en diálogo con Radiópolis, por Radios2.
En este punto, el desafío del grupo gobernante no solo es identificar las múltiples razones detrás del voto opositor, sin que debe limpiar cuestiones propias de la contienda electoral de las razones de fondo para poder incorporarlas en su segundo mandato. Repasemos:
x) La participación fue menor a la esperada. De los 880 habilitados a votar, lo hicieron 592 cuando en el oficialismo esperaban unos 700. En el recuento de los inscriptos ausentes, el oficialismo contabilizó que la mayoría de los ausentes eran socios que habían comprometido apoyo a la lista oficial. Por el contrario, consideraban que el voto duro opositor tuvo asistencia perfecta, achicándose así la diferencia proyectada.
x) Ahora bien: en la anterior elección (2009) la participación fue mayor, llegando al 80% cuando en esta fue del 67%. Bortolato agradeció a quienes se interesaron por ir a votar, pero la baja participación es otra muestra de la apatía que existe en la actualidad de participar en las instituciones.
x) Otro tema general a incluir es el “clima de época” con una sociedad más inclinada a ir contra lo instituido. Y también más dispuesta a la confrontación y romper que al diálogo y a construir desde las diferencias, como hizo la Bolsa en su gestión.
x) No en vano, sobre la preferencia social actual por la crítica, se puede agregar que pese a las coincidencias (reclamo de eliminación de retenciones) y las medidas logradas (financiamiento vía MAV para obras de acceso portuario), hay socios de la Bolsa que no quieren a las autoridades tan pegadas con el gobierno provincial de Maximiliano Pullaro. ¿Es una postura de los socios de la Bolsa que no quieren a la entidad tan cerca de los políticos o si fuera un gobernador libertario sería otra la mirada? El interrogante está abierto.
x) Sobre la campaña, en el oficialismo están los que dicen que tendrían que haber salido a exponer la existencia “lista negra” de Cabanellas, ya que consideran que la oposición quedó como la dialoguista y ellos como los anti-consenso. Ven como un error no haber salido a batir el parche haciendo público los condicionamientos de borrar a Simioni y a Botallo (por Boglione) porque así quedaron como los "no dialoguistas" y a los opositores como los propensores de un entendimiento.
x) Como se dijo, en la lista de la oposición no había "Padoanistas o vicentines", pero sí tuvieron sus votos. Se lo vio votando a Gustavo Nardelli, quien en aquellos tiempos buscaba desde la Bolsa negocios logísticos para Vicentin con el gobierno del PRO. Incluso, el propio Alberto Padoán, mientras enfrenta el juicio por haber supuestamente pagado coimas por medio millón de dólares al gobierno K, envió su voto por correo.
x) Como datos de color, hubo unos 10 votos de ejecutivos del A3 (que en el oficialismo calculan que fueron directo a la oposición) reforzando sus hipótesis de que el vicepresidente del mercado, Andrés Ponte, jugó para la contra. Otro dato de color: el candidato a vice por la lista oficial, Jorge Tanoni, no podía creer que el ganadero Ángel Ghirardi, quien siempre coqueteó con la oposición, se haya presentado a votar luego de que le prometiera personalmente que no lo iba a hacer.
x) La cuestión de los egos siempre estuvo presente. En ese entido, están los que evalúan que, en el marco de una Bolsa que ahora es muy bien recibida en todos lados, la muy fuerte participación y exposición en medios de prensa y redes sociales del presidente de la Bolsa, y algunos de los altos ejecutivos, podría haber generado celos en algunos socios; y por eso evalúan que el nuevo tiempo convendría que la imagen oficial esté menos personalizada. Asoma un tiempo de menos personalismo.
x) Hubo al principio, cierto intento de instalar a la lista opositora como la lista de los socios-empresarios y de los apellidos tradicionales (para diferenciarlos del oficialismo con más socios-gerentes y menos apellidos con alcurnia) que reaparecían para reclamar la tradicional conducción. Pero además de que los tiempos cambiaron y ese mensaje huele a rancio, a poco de ver las listas y los avales se pudo percibir que ambos grupos se repartieron empresarios, gerentes y apellidos tradicionales.
Nuevos tiempos
Finalmente, hay un tema central que toman en cuanta quienes encabezan la nueva conducción: no solo la mayoría avaló la continuidad del modelo de gestión, sino que como la oposición no hizo campaña diciendo que quería cambiar todo, sino algunos aspectos que consideraba importantes, no se debe considerar que el voto opositor expresó un reclamo de profundas transformaciones.
Dar la tecla con el tipo de cambio que expresó el voto opositor y la intensidad que quiere imprimirle al ritmo de cambios es el desafío de la gestión de Bortolato.
Poder sumar a los contrincantes que se sumaron a la oposición con muy buenas intenciones y buenas ideas, ya que tienen mucho por aportar, y separar de ese lote a los que impulsaban a Cabanellas con bronca, sed de revancha y ganas de romper, será otro de los desafíos más inmediatos de la nueva conducción.
Justamente, por su perfil dialoguista y para nada revanchista, Bortolato tiene la intención y las condiciones de dar vuelta la página, dejar atrás sin pases de factura lo ocurrido y ponerse a trabajar en el futuro.
Y si la oposición también apuesta al diálogo, la nueva gestión tiene todo dado para recorrer el camino que permita que en cuatro años la principal entidad empresaria de la provincia transite con más serenidad y consenso el cambio de mando.
Y vaya que lo necesita porque hay urgencias económicas por resolver en todos sus mercados como para malgastar tiempo y esfuerzos en internas. Internas que, encima, dejan heridos por todos lados.