Las tobilleras duales incorporan tecnología satelital (GPS) para controlar el cumplimiento de las medidas de restricción. A diferencia de otros dispositivos, trasladan la responsabilidad al agresor: el sistema permite determinar su ubicación y, ante un acercamiento no permitido, genera una alerta inmediata monitoreada en tiempo real por la Policía. En paralelo, la víctima recibe una notificación en el rastreador que porta, lo que le permite tomar recaudos para resguardar su integridad.
El agresor llevará una tobillera electrónica y un rastreador, mientras que la persona protegida dispondrá de un dispositivo similar a un teléfono celular que le indicará si el denunciado se aproxima, tanto en su domicilio como en otros espacios donde se encuentre.
El director provincial de Atención Emergencias (911) Pablo Polito explicó en diálogo con Radiópolis (Radio 2) que el nuevo sistema “permite tener monitoreado al agresor a través de un rastreador y una tobillera mientras que la víctima tendrá otro dispositivo para controlar el acercamiento” y resaltó: “La carga y responsabilidad cae ahora en el agresor, es un cambio de paradigma porque el peso de la herramienta la tiene el agresor”.
Tras remarcar que la puesta en funcionamiento de las 200 pulseras duales en las localidades donde se activa el 911, conlleva una inversión de más de un millón de dólares, el funcionario profundizó sobre el nuevo mecanismo: “El 911 monitorea que el agresor no se acerque a la víctima a través de la Policía, ante un incumplimiento de la restricción dispuesta por la Justicia del agresor nos permite poder comisionar un patrullero en calle para evitar su acercamiento a la víctima”.
En este sentido, consideró que este salto en materia de seguridad de las víctimas de violencia de género se puede dar gracias “al despliegue de recursos policiales en la calle”.
Polito precisó que las pulseras solo serán aplicadas por orden judicial a casos de violencia de género “para que no se colapse el sistema”. Además, sostuvo que “dentro del sistema de monitoreo hay zonas dinámicas para andar libremente por la ciudad a fin de que el agresor no se acerque y por otro lado zonas de exclusión dispuestas por la Justicia, como por ejemplo, el domicilio o el lugar de trabajo”.
La responsabilidad del mantenimiento recae en el agresor, quien deberá cargar el dispositivo. Además, en caso de manipularlo con el fin de quitarselo, se genera una alerta instantánea. “Es su obligación tener la pulsera en condiciones”, aclaró.