Naiara tiene treinta y tres años, y su historia de superación es una de muchísimas que se cuentan en los barrios de Rosario. Ella es de Empalme Graneros, y de chica su deseo era ser cadete de policía, pero no pudo porque, entre otras circunstancias,  sufrió hace un tiempo momentos de mucha violencia de parte de quien era su pareja. Entre las agresiones, las más graves fueron las físicas, como cuando le desfiguró la cara tras haberle pedido que la ayudara con medicación para su hijo.

Este 25N es una excusa para contar desde adentro de qué viene el término “violencia de género”, un término puesto en dudas en estos tiempos mesiánicos. Conocer es amar, dice el dicho. En este caso, conocer es empatizar. Comprender un poquito sobre cómo Naiara padeció un infierno, pero con las redes afectivas e institucionales, logró salir a tiempo, y reconstruyó una vida pacífica para ella y su familia.

Es una historia de amor. De amor de mamá e hijo. El hijo de Nahiara es Galo, tiene 11 años y juega a la pelota. Es un chico muy compañero. También, le gusta el Tae Kwon Do. Y para contar su historia públicamente, Naiara le pidió permiso y le explicó que “muchísimas otras mujeres vivieron o viven cosas como nosotros, y contarlo puede ayudarlas a salir también o a que no sientan que están solas”. Así compartió con Rosario3 unos días antes del 25N, sobre el cierre de una jornada laboral habitual y ya tranquila en su casa, con Galo a su lado. “¿Vos sos feliz ahora, Galo?”, le preguntó y el pequeño asintió. Eso es el triunfo para Naiara.

Galo creció en una familia contenedora con su mamá, su padrastro y el resto de su familia (Alan Monzón/Rosario3)

Naiara y Galo mantienen un amor filial, que es parte de una familia más extensa. Están su padrastro Pablo y su hermano mayor Pedro (hijo de Naiara y Pablo), su abuela y su abuelo, sus tías y tíos.Y, por supuesto, las amigas de Naiara, y la ayuda de Nora Giacometto, una activista con la experiencia que llegó en el momento indicado.

Galo nació de una relación muy breve. “Al papá lo conocí en mi grupo de amigos que nos juntábamos en la vuelta de mi casa. Nos fuimos a Maciel por su trabajo, y ahí viví un calvario. Como él trabajaba de noche, cada vez que regresaba venía con algún problema y me golpeaba. Así que me volví a Rosario, y el calvario continuó”, recordó.

Ya estaba separada cuando supo que estaba embarazada, en 2014. “Era un hostigamiento constante, la pasé negra. Me siguió pegando, tirándome objetos o de los pelos”, dijo entre otros tormentos. Lo denunció varias veces, y vivió mucho tiempo con un botón antipánico ante sus amenazas y hostigamiento constante. “No podía salir sola de mi casa. Tuve un embarazo muy difícil. Me costaba mucho dormirme por miedo a que me busque y me mate o me saque al nene”, se lamentó.

En el verano de 2016 el pequeño Galo atravesó un cuadro de gastroenteritis. Naiara pidió a su padre que colaborara  para comprarle la medicación. Se citaron en una esquina. Y al arribar, el hombre le propinó patadas y puñetazos de gravedad que la dejaron herida y con el tabique roto. “Me desfiguró”, fue la descripción. El bebé tenía 15 meses, y el agresor se lo sacó y lo dejó en casa con su abuelo, diciendo que “no iba a darle dinero a una puta que se iba a gastar el dinero con otro”, recordó ella, con dolor, ese grave momento.

Cuando fue al hospital, entre sus amistades íntimas, una de ellas le dio a Nai el dato de Nora, quien se acercó al nosocomio y la ayudó a hacer los primeros trámites para curarse y estar mejor. Después, se sumó a varios talleres de oficios municipales para una buena salida laboral:  “Ahí conocí muchas otras chicas que vivieron cosas parecidas. Vi que muchas necesitaron ir a refugios. Yo tenía mi casa, aunque estábamos apretados con los nenes, mi papá y mi hermana. Tengo más que muchas de ellas”.

El padre de Galo, actualmente, está cumpliendo una condena por el homicidio de un familiar suyo. “Cuando me enteré de lo que hizo, le dije a mi abogada que eso se pudo haber evitado si lo hubieran detenido con mis denuncias, o las de la pareja siguiente que tuvo, que también lo denunció”, razonó.

La red de contención para salir de la violencia

Naiara crió a Galo con mucha ayuda de su gente, sobre todo de su papá y abuelo del nene, que dejó de trabajar para encargarse de él y de su hermanito mayor, hasta la actualidad. El agresor nunca fue parte de su crianza. Para mantener a su familia, la joven trabajó cama adentro en la casa de un anciano con Alzeheimer durante más de siete años, con quien mantuvo un vínculo afectivo muy grande también, y falleció recientemente. Las casualidades hicieron que esta entrevista se hiciera en el día del cumpleaños de ese señor, que fue como un abuelo para ella.

A la consulta sobre si recordaba cuándo se sintió fuerte de nuevo, aseguró que no hubo un momento definido porque “el miedo nunca se termina de ir”. “Yo entendí que tenía que ser fuerte para que mis hijos estén bien. Tengo mucha bronca por haber estado con ese agresor y me he echado culpas que ya sé que no sirven de nada”, aseguró.

“Está en una decidir no ser víctima, querer salir de ese lugar, y lo hice para que mi hijo esté bien. Y no hubiese podido sin la ayuda de mi familia, mis amistades y Nora, que siempre me llamaba para ver cómo estaba”, confió.

Claro que a la distancia, y con una vida que reconstruyó paulatinamente, suena fácil, pero no lo es para nadie. Nai actualmente trabaja en una empresa de servicios de limpieza, y ahorra para construirles una casa en un terrenito a sus hijos. “En este mundo que es difícil (y quizás va a serlo más cuando crezcan), quiero dejarles algo a mis hijos. Trabajo para lograrlo, y mi pareja Pablo, al que amo, es fundamental”, aseguró.

Con Pablo, padre de su primer hijo, Naiara se reencontró como pareja hace varios años. Él siempre la ayudó, incluso cuando fue hostigada en el embarazo de Galo. "Lo re-ama a Galo. Y para Galo es su papá. Sabe toda la historia sobre su verdadero padre, a quien no le interesa ver", advirtió.

Entendiendo que su historia es única, pero que se parece a tantas otras, la joven madre reflexionó: “Para salir del calvario te tenés que dejar ayudar. No es fácil. Yo en un principio me sentía culpable todo el tiempo, sentía que arrastraba a toda mi familia con las amenazas de este hombre”.

Naiara crió a Galo junto al papá de su primer hijo y actual pareja, Pablo, a quien ve como figura paterna. (Alan Monzón/Rosario3)

Los nombres de los involucrados en este artículo fueron cambiados para proteger sus identidades. Los tipos de violencia son muchos, de los más sutiles al más grave, que es el femicidio. 

Adónde recurrir en caso de violencia de género

Si sos víctima de violencia de género o conoces a alguien que lo sea, podés comunicarte con el Teléfono Verde 0800 444 0420 todos los días del año durante las 24 horas. Si no podés hablar, escribí al Contacto Violeta, un número de WhatsApp (341-5 781509). En caso de emergencias, llamá al 911.

El Teléfono Verde es un dispositivo de primer contacto para personas que se vean en situaciones de violencia de género, para darle un apoyo inicial y derivando casos según la evaluación de riesgo, el cual no implica una denuncia oficial.

Para realizar una denuncia podés hacerla online en el sitio web del Ministerio Público de la Acusación (Sarmiento 2850 - 0341 4861200), a la Comisaría de la Mujer (Marcos Paz 6650) ó concurrir al Centro Territorial de Denuncias más cercano.  

Hay muy diversos tipos de violencia. La expresión “violencia contra la mujer” se refiere a todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada. Esta violencia puede adoptar distintas formas:

Maltrato psicológico

  • Si te controla, insulta, humilla o desvaloriza.
  •  Si critica tu cuerpo, tu manera de hablar o de vestir.
  •  Si se burla o te descalifica por tu etnia o algún otro aspecto de tu identidad.
  •  Si no te permite que estudies, trabajes o recibas visitas.
  • Si te aleja de tu familia o de tus amigos y amigas.
  • Si te persigue, vigila, acosa, amenaza.
  • Si te amenaza con sacarte a los chicos o te acusa de no saber cuidarlos.
  • Si te amenaza de muerte o con quemarte a vos y/o a los chicos.

Maltrato físico

  • Si te empuja, te escupe o golpea con los puños o pies.
  • Si te arroja cosas: platos, cuchillos u objetos cortantes.
  • Si te corta, quema, lesiona, aprieta el cuello, agrede con armas.
  • Si te deja encerrada o te impide cuidar tu salud o la de tus hijos.
  • Si te obliga a realizar tareas que comprometen tu salud física o psicológica.

Maltrato sexual

  • Si te obliga a tener relaciones sexuales cuando no querés.
  • Si te impone actividades sexuales que te resultan dolorosas o desagradables.
  • Si te impide prevenir los embarazos.
  • Si no toma precauciones frente a infecciones o enfermedades de trasmisión sexual.
  • Si llega al uso de la fuerza física: la violación.

Maltrato económico

  • Si te controla los gastos de manera obsesiva.
  • Si te impide tomar o participar en decisiones económicas de la pareja.
  • Si te niega la cuota alimentaria o te entrega una cuota mínima e insuficiente.
  • Si te despoja de tu dinero o no permite que vos lo administres.
  • Si mediante engaños o amenazas te despoja de tu patrimonio o de tus derechos sobre bienes.

Si sos víctima de violencia, recordá tener siempre con vos

  • Documentación tuya y de tus hijos/as.
  • Medicación necesaria.
  • Juego de llaves de tu casa.
  • Bolsa con ropa.
  • Agenda de números telefónicos.
  • Tarjetas de transporte y algo de dinero.

Si te vas de tu casa porque te maltratan no es abandono de hogar. Tampoco pueden sacarte a tus hijos ni a tus hijas. Aunque no te hayan golpeado, igual podés hacer una denuncia por violencia. Si estás golpeada pedí una orden para que te revise un médico.