Algunas viviendas apenas tienen lugar para acomodar un colchón y sobre él un estante en el que se ponen objetos personales. Las ventanas son un lujo imposible y la ropa debe ser colgada de una soga que atraviesa de lado a lado la cama.

Los "afortunados" de contar con una casa más grande tienen el baño, la cocina y el lavadero en un solo cuarto. El lavatorio oficia de pileta de cocina y la ducha es una manguera. Las más chicas, en cambio, no tienen ninguna de estas comodidades y el bajó es un hueco al final de la habitación, justo donde termina el colchón.

"Puede que te preguntes por qué debería importarnos si esta gente no forma parte de nuestras vidas. Pero estas son las personas que aparecen en nuestras vidas cada día: son los camareros que te sirven en los restaurantes en los que comes, los guardas de seguridad en los centros comerciales en los que compras, los limpiadores y los repartidores en las calles por las que pasas. La única diferencia entre nosotros y ellos son [sus casas]. Es una cuestión de dignidad humana", denunció Lam en su página de Facebook, según publicó El Cronista.