La provincia anunció en las últimas horas la captura de Waldo Alexis Bilbao, señalado por integrar una organización que importaba grandes cantidades de cocaína en aviones que descargaban la droga en campos de la región. Tanto sobre Waldo como sobre su hermano, el aún fugitivo Brian Bilbao –señalado como cabecilla–, pesaban sendas recompensas de 50 millones de pesos, que no fueron utilizadas.

Según confirmó en Radiópolis Weekend (Radio 2) el ministro de Seguridad de Santa Fe, Pablo Cococcioni, Bilbao no fue entregado por un informante, por lo que ese dinero permanece intacto y será destinado a incentivar la captura de otros prófugos.

De todos modos, tampoco lo encontraron muy lejos: Bilbao se hallaba en un departamento del piso 18 del complejo El Palomar, en Colón 1256, donde ya lo había buscado Gendarmería en octubre de 2023 durante el operativo llamado Cosecha Blanca, aunque una tupida barba de meses hacía difícil relacionarlo a la foto del hombre del top 3 de los “diez narcos más buscados” difundida por el gobierno.

Según fuentes judiciales citadas por el periodista Germán de Los Santos en Radiópolis Weekend, en ese departamento cumplía además prisión domiciliaria Guadalupe Torres, pareja de Waldo, también señalada por integrar la organización que investiga la Fiscalía Federal de Rosario. En la unidad, dijo el ministro, “había un sector con un escondite”, donde Bilbao intentó ocultarse sin éxito.

Oficialmente, el nombre de Bilbao surgió con el secuestro del celular de un hombre fallecido llamado Alejandro “Mosca” Santos, quien en agosto de 2020 protagonizó una persecución con efectivos de Gendarmería que investigaban el arribo de un cargamento de cocaína en un campo de Cañada de Gómez.

Santos esperaba la llegada de la aeronave junto con su primo Mauricio en una Toyota Hilux, pero al advertir la presencia de la fuerza federal escaparon a toda velocidad y perdieron el control de la camioneta.

El teléfono de Santos, según la versión oficial, fue el puntapié para exponer a Brian Walter Bilbao y, por añadidura, a su hermano Waldo, ambos integrantes de una organización importadora de cocaína que había amasado un gran volumen de dinero luego volcado al circuito legal.

Los investigados en el expediente del operativo Cosecha Blanca estaban muy lejos del perfil violento que caracteriza a los criminales del bajomundo local, que operan desde la cárcel y se encuentran ligados a los conflictos territoriales en barrios postergados.