“Lunes arrancando la semana con mucha garra”, “No hace falta matarse una vez cada tanto, sino llevar una rutina casi a diario”, “¿Quieren glúteos?”, “Yo me rompo el lomo entrenando, comiendo bien y MUCHO”, “Entrenar es bienestar, es alegría, es salud, es mi mejor cable a tierra y me genera en el organismo infinidad de cosas buenas”.

Muchos famosos aseguran haber encontrado bienestar corporal, equilibrio emocional y autoestima en una rutina de ejercicios y una dieta alimenticia. En tiempos de redes sociales, vuelcan en sus perfiles recetas de lo que consideran una vida sana. Así, se graban levantando pesas, haciendo flexiones de brazos o abdominales, exhibiendo cuerpos generalmente delgados y duros a modo de resultado a la vista. Pero, los influencers del fitness también pueden ser usuarios y usuarias comunes y corrientes, quienes desde sus perfiles, promueven hábitos de consumo, dan cuenta de su actividad física y propagan el mensaje que reza que “el esfuerzo vale pena”.

¿Qué aspecto negativo puede tener la promoción de hábitos saludables? Ninguno. Sin embargo, ¿qué sucede cuando esas recomendaciones se convierten en mandatos y están desprovistos de rigor científico? ¿Qué pasa cuando esos cuerpos responden a un estereotipo de belleza que la mayoría no puede alcanzar? ¿Ser sano es ser delgado? Al fin de cuentas ¿qué es la salud?

Desde una modelo hasta un influencer fit crea su realidad, promoviendo su manera de comer y entrenar sin ningún aval académico, generando en el espectador confusión, obsesión y cierto fundamentalismo, en especial en adolescentes, con conductas que generan trastornos de la conducta alimentaria y carencias nutricionales”, advirtió German Corvini, nutricionista (Mat. 618) - Harvard Medical School) al ser consultado por Rosario3. ¿Qué lleva a una persona, sin tener ninguna justificación (alergia alimentaria) a reemplazar alimentos por productos muchísimo más caros y con menor valor nutricional?”, cuestionó el profesional.

Mariángeles Camusso, feminista, licenciada en Comunicación Social, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), analizó el fenómeno desde la “mediatización constante de nuestra vida".  Para ella lo esencial es preguntarse ante la multiplicación de posteos de este tipo es “¿por qué la delgadez extrema, la “fibrosidad” son significantes de nuestra época?”, e instaló la cuestión de clase en su observación: “¿Quién puede decidir no comer lo suficiente, renunciar a lo rico en calorías y en sabores?" se preguntó y se respondió: "Quien puede tenerlo cuando quiera".

“El modelo de belleza es la delgadez, estar magros y tonificados. En la actualidad ser bello, es ser flaco” coincidió Corvini. “Estamos expuestos constantemente, en especial en las redes sociales, a imágenes mostrando una vida y cuerpo “perfecto”, que además está editada y retocada. Esta ficción de la realidad, genera en las personas efectos negativos en su salud física y mental. Por este motivo, Instagram ha empezado a eliminar los likes, en algunos países”, apuntó.

A tu salud

Corvini presentó una contradicción atendible: “Presenciamos una moda eat healthy, saludable, orgánica y a la par en Argentina y el mundo aumenta constantemente la prevalencia de sobrepeso y obesidad, esto significa que algo anda mal”, diagnosticó al tiempo que buscó desentrañar los motivos: “Lo saludable está asociado a dietar. Y hay que entender que las dietas ya son una antigüedad y el mayor error terapéutico. Segundo, la comida pasó a ser un enemigo para todo el mundo; la leche es mala, se debe consumir orgánicos, el gluten, la harina de trigo no es buena, no hay que comer carnes. Y en realidad, son alimentos nobles que en última instancia son accesibles para todos".

"Si se publica que la leche es mala, se debería ofrecer una alternativa de calidad para constrarrestarla. Ya que es, un alimento que aporta proteínas, calcio, magnesio, vitamina A y D. En Argentina, la gente no tiene fácil acceso a comer alimentos para aportar Yodo y Omega 3, sino que eligen entre leche y galletitas, y van a comer galletitas que tiene azúcar y grasa”, sostuvo.

¿Cuerpos del deseo o la imposición?

¿Qué cuerpo tenemos? El discurso imperante entre los influencers del fitness es que existe una clara voluntad a la hora de moldear la propia fisonomía. Actitud y constancia son términos relacionados a la salud, en contraposición al sedentarismo y la baja autoestima. La consolidación masiva del feminismo, fortifica la idea de una mujer deseante que es dueña de su cuerpo. Sobre este cruce, que sin dudas enriquece el debate, se refirió Camusso: “La modelización del deseo ha estado monopolizada por la sociedad de consumo y viene la cuarta ola a decirnos “nos mueve el deseo”, reivindicando otros cuerpos, haciendo visibles otras estéticas, invitando a desearlo todo”.

Hasta ahí un panorama que lejos de aquietarse, se mueve: "En nuestras vidas se cuelan estos otros imperativos: comer “bien” o no comer animales con argumentos muy atendibles”, señaló y consideró al respecto: "En esto se mezcla muy fuerte la división sexual del trabajo de cuidado y la asociación mujer/madre/comida que está muy internalizada en la construcción subjetiva y en los imaginarios colectivos. Entonces nos encontramos con este nudo donde cuestionamos ese lugar pero nos hacemos cargo, en el sentido de ocuparnos/preocuparnos, no solo en “hacer la comida” sino en pensar qué es “correcto” comer, de la modificación de las dietas personales, familiares, grupales”, completó.

Amén

Camusso advirtió cierto toque místico entre algunos usuarios que ponderan la vida sana. “Si pensamos que las dietas y el ejercicio regulan nuestras actividades cotidianas está claro que nos parecemos bastante a los maitines, laúdes y vísperas que menciona (Umberto) Eco en El nombre de la rosa. Si a eso le sumamos que hacer todo esto se supone que nos otorga cierto bienestar emocional además del físico, cierto control de nuestros desenfrenos y nuestras pasiones, está claro que hay un tinte religioso”, manifestó.

“Hay una tendencia al fundamentalismo alimentario”, remarcó Corvini, a su turno. “El año pasado, hice un posgrado en la Universidad de Harvard, y una psiquiatra explicaba, que a un fundamentalista le podes exponer el mejor estudio, realizado por la mejor universidad el mundo. Sin embargo, van a seguir creyendo en sus ideales, más allá de que la evidencia científica diga otra cosa”.