Ficción. Un final "de película" fue lo que se vivió en el cierre de la ceremonia 89 de los premios Oscar. Después vemos a qué género pertenece, si terror o comedia.

Pero ni la fuga más pensada por la dupla que protagonizó Bonnie and Clyde hubiera garantizado una salida sin heridas del papelón que interpretaron Warren Beatty, Faye Dunaway y, también, el elenco y equipo de La La Land en el escenario del Dolby Theater en las primeras horas de este lunes.

Una tarjeta equivocada. La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood hace alarde de la seguridad con la que se vigila todo el proceso de votación para que, a la hora de anunciar la máxima categoría de la noche, un error de cartón y tinta se convierta en el bochorno más comentado de la entrega.

Pero ocurrió. Y no estaba guionado.

Beatty sostenía el sobre con el nombre de la supuesta ganadora al Oscar a la Mejor película cuando Dunaway anunció: “La La Land”.

Menos de un minuto después, y con los "mencionados" en pleno festejo, se informaba sobre el yerro.

A fin de cuentas, La La Land sí consiguió hacer historia: fue la primera Mejor película anunciada en falso.

Captura del tuit que anunciaba el Oscar para "La La Land". Luego fue borrado.


Para agregarle aún más condimentos a la tragicómica escena, Jimmy Kimmel, el presentador que no pudo encontrar el traje, asumía la situación. Literalmente, se echaba “la culpa”.

Confieso que para esa hora, y después de haber asistido a una de las ceremonias menos vertiginosas (por no decir aburridas) de los Oscar que recuerde, ya había fantaseado con un título como  “Llamen a Ellen, Kimmel está en cualquiera” o con la posibilidad de lanzar una convocatoria bajo el hashtag #porOtraCorridaDeFrancella.

Fue una premiación mansa, sí; pero variopinta. ESPN ganó un Oscar por  “O.J.: made in America”; en pequeños paracaídas se descolgaron caramelos y galletitas del techo y Kimmel “invitó” a ingresar al Teatro a un grupo de “turistas” que interactuaron con las celebridades de las primeras filas.

Y el anfitrión, más allá de su monocorde tarea, también tuvo sus aciertos. Le preguntó Meryl Streep si su vestido era "un Ivanka” y cuestionó el hecho de que “la gente negra haya salvado a la NASA y los blancos al jazz” (en referencia a las películas Talentos ocultos y La La Land, respectivamente).

Es más, varias veces –aunque no muchas– el Auditorio se puso de pie. El Oscar a la Mejor actriz secundaria para Viola Davis (Fences) fue uno de esos momentos. Hubo lágrimas arriba y abajo del escenario.

¿Algo cambió?

Pese a las 14 nominaciones que la precedían, La La Land no pudo ganar en el rubro "Mejor película". 

Si bien Luz de luna asomaba como la adversaria con más chances –más aún después del espaldarazo recibido en la entrega de los Independent Spirit Awards el último sábado–, parecía improbable que ganara una historia centrada en un negro homosexual que crece en un entorno de drogas y violencia en una sociedad que lo discrimina justamente por ello: por negro y homosexual.

Pero ocurrió. Moonlight logró el crédito que ni American Beauty y Ni secreto de la montaña, ni Dallas Buyers Club habían alcanzado.

La Academia no cedió a la tentación de galardonar una historia que tributa a la industria misma y en la que el chico y la chica tienen su primera cita entre los decorados de los estudios Warner.

Claro que la heteronormatividad todavía es regla y que el lesbianismo incomoda más que la homosexualidad (pensemos en la suerte de Carol).

Es más, el machismo siegue imperando en las nominaciones. El apartado a la Mejor película mostraba mayoría de historias protagonizadas por hombres y en las que las mujeres –salvo Talentos ocultos– cumplían roles secundarios.