Dos fusibles de una organización criminal que puso en jaque a Rosario hacia fines de 2022 y comienzos de 2023 admitieron su responsabilidad en una serie de delitos como homicidios, extorsiones y robos. Las condenadas son dos mujeres que tributaban a Pablo Nicolás Camino, un recluso multicondenado y conocido por haber integrado la banda de Los Monos, de la que luego se apartó en medio de una violenta disputa con lugartenientes del capo narco Ariel “Guille” Cantero.
El jueves, el juez Facundo Becerra convalidó los acuerdos abreviados presentados por los fiscales Adrián Spelta y Luis Schiappa Pietra, junto con el defensor David Villada, respecto de Tais Frettes, de 26 años, y Antonella “la Gorda” Fernández, de 31.
Entre los delitos atribuidos a ambas figuran participaciones secundarias en los crímenes de Wilson Daniel Perdomo Silveira –ex pareja de la dueña de la casa de comidas rápidas Milton– y del joven Benjamín Victorio “Cámara” Echavarría, asesinados a comienzos de marzo de 2023 por sicarios que respondían a Camino. Tras pasar dos años y medio en prisión preventiva, Frettes fue condenada a 15 años de prisión, y Fernández a 9 años.
Las dos mujeres admitieron su participación en roles operativos dentro de una de las tantas asociaciones ilícitas que supo comandar Camino, un hombre que está preso desde 2015 y que, desde el encierro, no paró de sumar graves imputaciones y condenas por instigar hechos de extrema violencia, ya sea desde los penales provinciales de Coronda y Piñero, o desde los federales de Ezeiza y Rawson.
Frettes y Fernández, dos peonas al servicio de Camino, admitieron su responsabilidad como partícipes secundarias en el robo del Renault Sandero de Leonel B., ex pareja de Frettes, el 28 de febrero de 2023. Ese vehículo fue utilizado por sicarios que, en la noche del 1º de marzo, ejecutaron a Benjamín Echavarría, y dos días después a Wilson Silveira.
Echavarría era allegado a la banda y fue fusilado a traición porque, según una versión, “no servía para matar” y temían que hablara. Su cuerpo quedó tendido en Amenábar al 6200, frente al domicilio de un rival, con una nota en un bolsillo dedicada a un enemigo de Camino: “Te trajimos un regalito, Tato. Para Emanuel Leguizamón, sapo. Si se sienten zarpados, nos zarpamos. Atte. La Mafilia”.
El 3 de marzo, el Sandero volvió a entrar en escena. Esta vez en Independencia y Vera Mujica, barrio San Francisquito, donde a las 22.50 sicarios acribillaron de diez tiros a Wilson Silveira (52), uruguayo vinculado a la casa de comidas rápidas Milton. Aunque estaba separado de la dueña, seguía trabajando allí. Recibió una decena de disparos dentro de su Ford Ranger, donde esperaba a alguien con la puerta abierta. “Un pibe de unos 20 años, de cara alargada y chupada, piel blanca y nariz grande, que venía en el asiento delantero del Sandero, abrió la puerta, se bajó del auto y sin decir una palabra le disparó”, relató un testigo. Dijo que el auto era conducido por una mujer delgada.
A pocos metros funcionaba un depósito de mercadería del local –una casa en refacción–, por lo que no era raro que Silveira concurriera allí. El móvil del crimen, sin embargo, nunca fue develado. Desde la casa de comidas negaron haber recibido amenazas o sufrir extorsiones, y afirmaron que el hombre no tenía deudas. Un testigo deslizó que la víctima mantenía una relación sentimental con una joven que tenía novio y algún que otro conflicto laboral con empleados del local, algunos vinculados a la barra de Newell’s, pero ninguna de estas versiones cobró entidad.
Frettes y la Gorda Anto fueron condenadas como partícipes secundarias de estos homicidios. La primera, además, sumó una condena como coautora de una extorsión, amenazas y una balacera contra un domicilio de Garay al 3400, que Camino pretendió usurpar entre noviembre de 2022 y abril de 2023.
Esta trama fue expuesta en julio de 2023, cuando imputaron a once personas, entre ellas Camino, Frettes y Fernández. Entonces se estableció que el recluso, alojado en las cárceles federales de Ezeiza y luego Rawson, libró una guerra callejera contra dos cabecillas de Los Monos que controlan la barra de Newell’s: Leandro “Pollo” Vinardi y Carlos “Toro” Escobar, quienes tiempo después aparecieron en una bandera junto a Ariel “Guille” Cantero, por esos días el jefe de los jefes. Por eso se dijo que Camino integra una facción “díscola” o “disidente” de Los Monos, hoy asociada a Los Menores o al prófugo Matías Gazzani.
Lo cierto es que esa disputa en el corazón de la mafia rosarina no se dirimió solo con ajustes internos. El crimen de Lorenzo “Jimi” Altamirano, el músico punk asesinado el 1º de febrero frente al estadio de Newell’s, la balacera al súper Único de la familia Roccuzzo y los ataques a sedes bancarias y comisarías, donde fueron arrojadas notas con mensajes intimidantes, se enmarcan en esa misma saga.