Andy Benítez, uno de los habitués de las páginas del crimen local en los últimos cuatro años, se declaró culpable de haber instigado desde la cárcel siete homicidios y otras tantas balaceras con heridos, y cerró una condena de 50 años de cárcel. El acuerdo abreviado fue aprobado este viernes por un tribunal integrado por las juezas Trinidad Chiabrera, Paula Álvarez y Silvana Lamas González.
Nacido en un entorno precarizado, Benítez es uno de los arquetipos de la nueva generación de criminales rosarinos que, una vez presos, se transformaron en jefes de bandas delictivas de escasa sofisticación pero con importante poder de fuego y un aflujo constante de tiratiros descartables.
De hecho, todas las causas que le valieron una condena de medio siglo refieren a delitos instigados desde el encierro, tanto desde las cárceles de Coronda como de Piñero.
Por supuesto, su declaración de responsabilidad no llegó a explicar cómo el sistema le permitió el ingreso de celulares entre 2021, año en que la fiscalía detectó su operatoria, y bien entrado 2023, cuando ordenó el asesinato de una persona cualquiera solo para enviar un mensaje a un recluso con el que estaba enemistado. Esa víctima azarosa no fue otra que el colectivero César Roldán, acribillado vilmente hace dos años.
Hoy considerado una pata de la facción disidente de Los Monos y aliado de otros habitués de la crónica policial y del mundillo narco, como Pablo Nicolás Camino y Leandro Gordo Vilches, Andy Benítez pasó de ser un tiratiros barrial a verse implicado en hechos graves ligados a la narcocriminalidad desde que cayó detenido a mediados de 2020 por portación de arma. Su barrio de referencia fue Ludueña, donde creció, en la zona de Solís y Tucumán.
Su empresa delictiva comenzó a crecer a partir de alianzas en la cárcel de Piñero. En el encierro no tardó en sumar imputaciones por extorsiones, narcomenudeo y asociación ilícita por su capacidad de manejar soldaditos en la calle dispuestos a cumplir con sus recados criminales.
Una de las carpetas judiciales de las que se hizo cargo refiere a la instigación de una balacera el 15 de junio de 2021 contra un domicilio de Juan B. Justo al 6100 (ex 2800), donde un gatillero baleó a una pareja integrante del clan Toloza, mencionado en causas por narcomenudeo en el noroeste rosarino.
Entre las causas que asumió se encuentran instigar la ejecución de Vicenta Tita Muñoz, de 46 años, en la villa de Garzón y Tupac Amaru, el 29 de diciembre de 2021; el asesinato de Williams Agustín Rillo, de 17 años, ejecutado a balazos a 50 metros de la comisaría 12ª el 26 de enero de 2022; la muerte de Gonzalo Sebastián Contreras, un pibe de 16 años que fue hallado con once heridas de bala en el interior de un aguantadero en Rafaela al 6000, el 23 de julio de 2023; y el crimen de Sergio Alberto Leguizamón, de 44 años, en Villa Gobernador Gálvez, el 26 de julio de 2023.
También asumió el caso del colectivero César Roldán, quien fue acribillado por azar el 2 de diciembre de 2023 en Eva Perón y Cullen. En el interno 116, que manejaba la víctima, apareció un mensaje destinado a un tal Valentino Barjacoba, un recluso con el que Benítez había mantenido un conflicto.
Y el 13 de diciembre de 2023, en inmediaciones de Ghandi y Garzón, dos tiratiros de 15 y 17 años mataron a Iván Nicolás Romero, de 28 años. Fue uno de los mal llamados crímenes por error, ya que el joven no era a quien buscaban matar. Romero recibió un disparo en el tórax y dos semanas después falleció en el Heca. Otras tres personas, entre ellas una embarazada de seis meses, sufrieron heridas de arma de fuego en las piernas.