Entre el miércoles y este viernes fue llevada a audiencia imputativa parte de la presunta estructura dedicada al narcomenudeo que está liderada por la reclusa Jésica “La Fea” González, que opera en los barrios Godoy y Santa Clara, en la zona oeste de Rosario. Durante la acusación, la fiscal Paula Barros reprodujo escuchas telefónicas de uno de los supuestos miembros –de quien no se dará el nombre a fin de proteger las identidades de los hijos–, con su madre y su hija, de 16 años, a quien usaba para fraccionar la cocaína que vendía.
Las conversaciones exponen las consecuencias sociales de un delito que, constituido como fuente de ingreso familiar, corroe los vínculos afectivos y degrada la calidad de vida de los integrantes, en especial, afectando hasta un punto riesgoso la crianza de los hijos quienes quedan involucrados en una actividad criminal involuntariamente.
Delitos y acusados
Ante la jueza Eleonora Verón, la fiscal imputó a Emanuel Ayala, su pareja Cintia Lorena Serrano, Cristian Sebastián Alegre, Lautaro Mateo Báez, Ángela Isolina Micle, Ariel Germán Micle, Luciano Ezequiel Caraballo y Juan David Pérez Jaramillo. A todos les atribuyó haberse dedicado al comercio minorista de droga en ese sector de la ciudad, al menos entre diciembre de 2024 y agosto pasado.
Como suele verse en causas de microtráfico de droga, la organización tiene puntos de acopio y fraccionamiento y otros de venta. La recepción del dinero de parte de los dealers es tanto por dinero en efectivo o mediante transferencias bancarias. En este caso, todos los acusados cumplían el rol de fraccionamiento y comercialización.
Alegre, Báez y los Micle estuvieron a cargo de un búnker que funcionó en Brasil y 27 de Febrero, un punto caliente. En tanto, Pérez Jaramillo, Caraballo y Serrano tenían el rol de fraccionar las bochitas de cocaína que posteriormente eran distribuidas para la venta, mientras que Ayala daba órdenes con respecto a con quién debían comunicarse y a quién entregarle el material estupefaciente.
A Pérez Jaramillo también se le endilgó haber participado en el asesinato de Gustavo Esteban Fernández, primo del jefe de Los Monos Ariel Máximo “Guille” Cantero, quien fue acribillado en marzo pasado por una deuda que había contraído producto del consumo problemático de drogas. En su caso, se señaló que fue quien dio aviso a través de la aplicación Zangi sobre la ubicación física de la víctima para que vayan a atacarla.
�� AUDIOS DESGARRADORES DESDE LA CÁRCEL DE CORONDA: ASÍ OPERABA EL NARCOMENUDEO POR DENTRO
Salieron a la luz nuevas pruebas que complican a la banda de “La Fea” González. Un preso lograba comunicarse desde un reloj inteligente, coordinando movimientos y ventas desde su celda.… pic.twitter.com/Ji00BWe0IX— De12a14 (@De12a14) December 12, 2025
Las escuchas telefónicas
Detrás de esta trama delictiva, los lazos familiares de los implicados se ven corrompidos. Las escuchas ventiladas en la audiencia judicial dejaron en evidencia el lado B del narcocrimen, que se narra y se televisa a diario.
Uno de los imputados, a través de su smartwatch digital que posee chip y le permitía realizar llamadas desde la cárcel, se comunicaba con el exterior. Dicho reloj fue secuestrado durante una requisa llevada a cabo el pasado 6 de diciembre.
El mismo 6 de diciembre, Gendarmería, por solicitud de la fiscal Barros, allanó la casa en la que vive el implicado con su hija de 16 años y su hijo de 9 años. Al enterarse, el recluso llamó a su madre a las 11.06 desde su celda. Según el audio reproducido en audiencia, su mamá le confirma que habían entrado en su domicilio, habían arrestado a su pareja, y su yerno. La mujer agregó que los menores habían quedado al cuidado de su suegra porque “se los querían llevar a Niñez”.
“Decí que la (nombre de la niña) tiró a la casa de los vecinos una bolsa con una banda de plata y droga. Ahora están esperando para recuperarla”, le dijo la mujer a su hijo preso, que se mostraba preocupado en saber de cuánto había sido la pérdida de estupefacientes. “Algo tenía, no mucho, pero algo”, le indicó respecto a que su pareja había sido atrapada con envoltorios de cocaína.
En otro llamado, que ocurrió a las 13.43 del mismo día, el detenido habló con su hija, quien en este contexto, y en el marco del nuevo régimen procesal juvenil podría ser imputada a pesar de sus 16 años. La chica atendió llorando y gritando: “No puedo papi, no puedo más. Me dejaron sola”. Su padre, con un tono distante, buscó constantemente calmarla para conocer de cuánto era la pérdida de droga. “¿Con cuánto los agarraron?”, le preguntó.
“Se ve que mami había sacado un pedazo porque yo alcancé a tirar todo. Se ve que mami se había guardado un pedazo (de ladrillo de cocaína) que quedó en la pieza de ella. Le hice una carta a mami y ahora le voy a llevar para comer (a la cárcel)”, le explicó.
El recluso se mostró insistente con su hija al interrogar sobre la cocaína y el dinero que estaba en el domicilio. “¿Y dónde está eso?”, indicó. Su hija le respondió que sabía dónde había arrojado la bolsa. Luego, volvió a quebrar en llanto y le informó que estaba junto con su hermanito de 9 años, a quien hizo bañar y le iba a dar de comer: “No duermo desde ayer. No tengo fuerza”.
La menor, en el diálogo, dio un dato preciso. Que el celular con el que estaba hablando con su padre lo tenía porque habían alcanzado a esconderlo dentro de una pata de plástico de la mesa de su casa en medio del operativo de Gendarmería.
Mientras hablaban, detrás se escuchaba al hijo más chico de 9 años, que pedía el celular para dialogar con su padre. Esa parte de la llamada duró poco tiempo, ya que el nene solo lloraba “porque extrañaba a mami” mientras que el padre lo retaba por haber hecho renegar a la madre. “¿Viste que te digo que la tenés que cuidar, gil?”, le reprochó mientras el niño le decía, quebrado, “te espero”.
El reto, en función de las intervenciones telefónicas, se remonta al 12 de noviembre, cuando en una llamada la mujer le pidió a su pareja detenida que retara al nene. La causa: que había ido a contarle a su abuela que su hermana y su mamá “se ponen a armar droga con bolsitas en la mesa” de su casa.
En los diálogos que sostuvo la pareja, antes de ser allanada, comunica constantemente que ella vende la cocaína cuyo sello es un delfín, un logo que se vio en múltiples procedimientos en distintos barrios de Rosario.
Quién es quién en la banda de “La Fea” González
La presunta estructura, como ya publicó Rosario3, está liderada por Jésica Gónzalez. Según las acusaciones de la fiscal, debajo de ella, estaban Nahuel “Moscato” Andino, Brenda Andino, Estela del Carmen Carrizo, Arturo Maximiliano Velázquez y Andrés Khalil Sánchez. Según el Ministerio Público de la Acusación, eran los que respondían de manera directa a González.
En los eslabones inferiores también fueron situados Melina Andino, Micaela Cejas, Matías Gulezano, Eugenio Fakerman, Omar Leandro Magallanes, Olga Rosales, Camila Dumbsky y Francisco “Z” Quintana.



