Un nuevo estudio colocó nuevamente a los alimentos ultraprocesados en la mira. Se trata de un especial de The Lancet, en donde se los define como el "nuevo tabaquismo". Según la clasificación NOVA, la cual divide alimentos según naturaleza y objetivos del proceso industrial a los que se los somete; los ultraprocesados son formulaciones industriales elaboradas principalmente a partir de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, combinadas con aditivos, colorantes, saborizantes o emulsionantes. Además, no contienen ingredientes integrales reconocibles y suelen tener un alto contenido de azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio y aditivos químicos.
Entre los ejemplos más comunes se encuentra la panadería industrial, bebidas azucaradas, embutidos, comidas rápidas, cereales de desayuno azucarados, papas fritas de bolsa y productos precocinados congelados. Estos alimentos, listos para consumir y de larga duración, ofrecen ventajas comerciales frente a los frescos, pero a costa de su valor nutricional.
Ultraprocesados vs. procesados
Diversos expertos aclaran que la transformación o procesamiento de los alimentos es "cualquier acción que altere sustancialmente el proceso inicial". Es por ello que, al someter por ejemplo un alimento a algún tipo de tratamiento térmico (como la pasteurización), ahumado, curado, maduración, secado, marinado, extracción, extrusión, o una combinación de dichos procedimientos; se está procesando un alimento.
El objetivo de estos procesos consiste en “mejorar la apariencia y/o el sabor del alimento, hacerlo comestible o prolongar su duración” sin comprometer la seguridad alimentaria. Algunos ejemplos de alimentos procesados son las legumbres cocidas, las verduras congeladas, los yogures, las bebidas vegetales, ananá en conserva, las lechugas troceadas, lavadas y listas para consumir, el pan, los frutos secos tostados.
Sin embargo, los ultraprocesados cuentan con un proceso de transformación industrial muy intensivo, por lo que también generalmente reciben conservantes, colorantes, edulcorantes, emulsionantes u otros compuestos dirigidos a hacer más atractivos su aspecto y su sabor, a la vez que en ocasiones se les agrega azúcares añadidos, grasas saturadas, grasas trans y sal. Se trata, según expertos de "los tres jinetes del Apocalipsis" por su vínculo directo con la obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, además de otros riesgos.
Efectos en la salud
El consumo habitual de estos compuestos genera diversas consecuencias en la salud, basadas en estudios e investigaciones. En España, por ejemplo, investigaciones del Proyecto SUN concluyeron que consumir más de cuatro raciones diarias de estos productos incrementa un 62% el riesgo de mortalidad por todas las causas.
Otros trabajos han identificado efectos más específicos. En 2025, un estudio publicado en Cell Metabolism reveló que los ultraprocesados afectan la salud metabólica y reproductiva incluso sin un exceso de calorías, alterando hormonas y reduciendo la calidad del esperma. Además, investigaciones de la Universidad Rovira i Virgili demostraron que su consumo modifica la microbiota intestinal, favoreciendo bacterias asociadas a enfermedades inflamatorias.
También se han observado vínculos con la salud mental. En Brain Medicine alertaron de la presencia de microplásticos en alimentos ultraprocesados, capaces de acumularse en el cerebro y posiblemente contribuir a trastornos como la depresión o la demencia.
En la infancia, su consumo se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad, asma y alteraciones cardiometabólicas.
Cómo limitar su venta y consumo
Diversos países y organismos internacionales adoptaron políticas para reducir la exposición a estos productos. Por ejemplo, desde la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan limitar su publicidad, especialmente dirigida a menores, e implementar impuestos a las bebidas azucaradas y etiquetados frontales claros.
México se ha convertido en un referente regional. Desde 2020 aplica un sistema de sellos de advertencia en los envases de alimentos y bebidas ultraprocesados, y en 2025 entró en vigor la prohibición de su venta en todas las escuelas del país.
En Europa, la United European Gastroenterology ha pedido restringir la publicidad de la “comida basura”, imponer recargos fiscales a los refrescos azucarados y promover dietas saludables basadas en frutas, verduras, legumbres y frutos secos.
En España, un real decreto aprobado en abril de este año, sobre la alimentación en comedores escolares, prohíbe servir bebidas azucaradas, venderlas en las máquinas vending o en las cafeterías de estos centros. Y se eliminan las bebidas energéticas y los alimentos azucarados (la llamada panadería industrial). En concreto, no se podrán vender productos que superen un contenido máximo de 5 gramos de azúcares por porción envasada y que incumplan los criterios recomendados por organismos como la OMS sobre los límites para la ingesta de grasas, azúcares y sal, apuntaba la normativa del Gobierno.
Recomendaciones
Los investigadores del especial de The Lancet apelan a los gobiernos a regular y reducir la producción, la comercialización y el consumo de ultraprocesados para salvarguardar la salud pública frente "a la poderosa industria de fabricación de ultraprocesados".
Entre sus recomendaciones: un etiquetado "más parecido al de una caja de tabaco", que informe claramente de sus aditivos y del riesgo que suponen para la salud de forma bien visible en la parte frontal del producto.
Fuente: EFE.