La aplicación de ultrasonidos pulsados en el cerebro podría mejorar la supervivencia tras un tipo de ictus al ayudar a eliminar las células sanguíneas muertas inflamatorias, según los resultados de pruebas realizadas en ratones. Este método, que potencia los efectos del drenaje linfático, también podría ser útil para tratar la enfermedad de Alzheimer, y se espera que un ensayo clínico en personas con esta afección comience el próximo año.
Los ictus hemorrágicos, que representan aproximadamente el 15% de todos los ictus, se producen cuando se rompe un vaso sanguíneo en el cerebro, lo que provoca una hemorragia que interrumpe el suministro de oxígeno al cerebro y daña sus células, causando a menudo problemas de movimiento y cognición.
El tratamiento suele consistir en sellar el vaso sanguíneo roto con una pequeña pinza metálica y luego eliminar los glóbulos rojos muertos –mediante un catéter, por ejemplo– que, de otro modo, aumentarían la inflamación y causarían más daño tisular. Sin embargo, este procedimiento es muy invasivo, lo que puede provocar daño cerebral e infecciones, explica Raag Airan, investigador de la Universidad de Stanford en California.
Según publicó NewScientist, Airan se propuso indagar sobre el potencial de los ultrasonidos, administrados en pulsos fuera de la cabeza, después de dejar accidentalmente un dispositivo de este tipo encendido durante demasiado tiempo mientras lo utilizaba para activar fármacos en el cerebro de ratones.
“Lo que observé fue que las gotas del fármaco que había introducido en el cerebro estaban como esparcidas, como si se transportaran por todo el cerebro a través del líquido cefalorraquídeo, que normalmente limpia las toxinas cerebrales”, comentó, y apuntó: “Así que pensé: ¿podemos usar ultrasonidos para expulsar sustancias del cerebro?”.
Para explorar esta posibilidad, Airan extrajo sangre de la cola de ratones y la inyectó en sus cerebros, simulando un accidente cerebrovascular hemorrágico. Durante los tres días siguientes, los investigadores aplicaron pulsos de ultrasonido a través del cráneo de la mitad de los ratones, durante 10 minutos diarios. Los animales restantes no recibieron ningún tratamiento.
Para el siguiente paso, todos los ratones completaron una prueba de 3 minutos en la que se los colocó en un tanque con cuatro esquinas, lo que les permitía girar a la izquierda o a la derecha. Los ratones sanos, sin problemas de movimiento ni cognitivos, suelen girar en cada dirección el 50% de las veces.
Por otro lado, los investigadores descubrieron que los ratones del grupo de ultrasonido giraban a la izquierda el 39% de las veces, en comparación con el 27% del grupo de control. También observaron que los primeros podían sujetar una barra de metal con mayor fuerza que los ratones del segundo grupo. Esto sugiere que los roedores tratados presentaban menos daño cerebral, lo que el equipo confirmó posteriormente analizando cortes de sus cerebros tras la eutanasia.
Una semana después de la inyección de sangre en sus cerebros, aproximadamente la mitad de los ratones del grupo de control habían muerto, en comparación con una quinta parte de los del grupo de ultrasonido. “Aumentamos la supervivencia en aproximadamente 30 puntos porcentuales con tan solo tres sesiones de ultrasonido de 10 minutos”, afirmó Airan.
Análisis posteriores revelaron que los pulsos de ultrasonido activaron proteínas sensibles a la presión en la microglia de los animales –células inmunitarias del cerebro– reduciendo su inflamación y mejorando su capacidad para fagocitar y eliminar glóbulos rojos muertos. Los pulsos también aumentaron el flujo de líquido cefalorraquídeo a través del cerebro, mejorando la eliminación de células muertas hacia los ganglios linfáticos del cuello. Estos ganglios, que forman parte del sistema linfático, ayudan a eliminar los desechos metabólicos del cerebro.
Si bien se requiere de más investigaciones, este método podría ponerse a prueba para tratar otras afecciones cerebrales. “Si el ultrasonido puede estimular la eliminación de glóbulos rojos, que son bastante grandes, del cerebro, debería poder eliminar proteínas tóxicas mucho más pequeñas, como la proteína tau mal pegada, que contribuye a enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer”, afirmó Airan.