Un nuevo estudio demostró que la calidad de sueño junto a otra rutinas como el ejercicio físico o la alimentación basada en frutas y verduras, influyen de manera positiva en la salud mental de adultos jóvenes. La investigación, proveniente de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), se publicó en Plos One.
En este aspecto, los investigadores resaltan que estos hábitos son independientes y acumulativos, por lo que su adopción escalonada podría aumentar así el bienestar psicológico.
“Esta generación de jóvenes se enfrentan a tensiones únicas como el estrés financiero, presiones educativas y otros factores sociales que pueden reducir la felicidad”, advirtieron. Por este motivo, comprender cuáles son los desencadenantes conductuales que mejoran este confort emocional, puede ayudar "no solo a sobrevivir sino a prosperar durante esta etapa tan difícil de la vida".
Si bien no existen vínculos causales entre estos hábitos y la salud mental, los autores consideran que los resultados pueden ser de gran ayuda en pos de mejorar la calidad de vida de estos adultos.
Efectos transversales
En investigaciones anteriores, se vincularon hábitos de vida con una mejora en el estado de salud. Sin embargo, la evidencia de que también influía en la mente era muy reducida. En ese momento los estudios se centraban en describir enfermedades mentales obviando cómo el comportamiento humano podría interactuar con la propia psicología.
Para abordar este enfoque, el equipo científico comparó tres hábitos saludables (el sueño, la alimentación y la actividad física) con el bienestar emocional que generaba su implementación en personas de entre 17 y 25 años. Utilizaron datos de una encuesta con más de mil personas de países anglosajones, además de una investigación cualitativa de 13 días en donde los participantes debían llevar un diario, y un estudio de 8 días para monitorizar la actividad física.
La mejor calidad del sueño prevalece
Como resultado, se demostró que las rutinas se asociaban a sensaciones de plenitud, aunque el sueño prevalecía sobre el resto. Asimismo, comer frutas y verduras o hacer deporte, también se asoció a un mayor confort psicológico en tiempo real.
Un hallazgo que les sorprendió fue que aumentar la ingesta de alimentos basados en plantas podría mitigar los efectos de una mala noche, y que una buena calidad de sueño parecía proteger contra un menor consumo de frutas y vegetales.
"Dormir mejor, comer más sano y hacer deporte un poco más de lo habitual se asocia con mejores sensaciones diarias”, concluyeron.
Fuente: SINC.