Muchos técnicos, uno de perfil alto y todos argentinos, aparecen como candidatos para reconstruir la deprimida selección después del fracaso en el Mundial de Rusia 2018, y el posterior sainete protagonizado entre la AFA y Jorge Sampaoli, que culminó con la partida del técnico.

José Pekerman, Ricardo Gareca, Matías Almeyda, Jorge Almirón e incluso el Tata Martino, son algunos de los nombres que la Asociación del Fútbol Argentino baraja para comenzar un nuevo ciclo hacia la Copa América de Brasil en 2019, con el objetivo de asentar a una nueva generación en la albiceleste.

Descartados Diego Simeone, Marcelo Gallardo, Mauricio Pochettino y Pep Guardiola, objetos de deseo por ahora imposibles, ya sea por compromisos contractuales de los técnicos con sus clubes o por la delicada situación económica de la AFA, surgen opciones menos exuberantes pero de reconocida experiencia.

Porque si hay un patrón entre los entrenadores que quedan sobre la mesa de cara a la decisión final, es el del buen manejo de vestuarios.

Todavía está muy cerca el supuesto motín de los jugadores a Sampaoli antes del partido decisivo de la fase de grupos del Mundial de Rusia, cuando la vieja guardia de la selección tomó las riendas tras dos encuentros en los que el técnico falló en el intento de inculcar una idea de juego a los suyos.

Las semanas posteriores al Mundial acentuaron el desmanejo en el seno de la selección. Sampaoli se aferró a su puesto, la AFA intentó que dirigiese a la Sub-20 en un torneo de verano en Valencia (España), Sampaoli aceptó para después negarse y el clima de hostilidades desembocó en un divorcio que acabó con 1,6 millones de dólares de indemnización.

Por todo ello urge un refundador que, al menos, coloque los cimientos del ciclo que culminará en cuatro años y cinco meses en el Mundial de Qatar 2022.

El nombre que suena con más fuerza en los últimos días es el del veterano José Pekerman, de 68 años, quien dirigió a Colombia en Brasil 2014 y Rusia 2018, y a Argentina en Alemania 2006.

Pekerman, uno de los que más gusta por su seriedad entre la hinchada, afrontaría el último gran reto de su carrera y lo haría con la confianza de la AFA.

Es un hombre de la casa, cuenta con la aprobación de pesos pesados como Lionel Messi y tiene muchos años en el recinto de Ezeiza a sus espaldas, desde donde fabricó tres títulos mundiales Sub-20 (1995, 1997 y 2001).

Sin embargo, Pekerman podría aparecer en los planes de la AFA como director deportivo e incluso como un manager a la inglesa.

Otra de las cartas sobre la mesa es la de Matías Almeyda, de 44 años, hasta la última temporada técnico de Chivas Guadalajara en México.

El Pelado Almeyda sabe de reconstrucciones: en su primera experiencia con el buzo dirigió a River Plate en el peor momento en la historia del club, la temporada que pasó en la Primera B Nacional, y que culminó con el ascenso.

Pero Argentina tendría a la selección mexicana como rival por la contratación de Almeyda, ya que Matías cuenta con buen cartel en el país azteca después de ganar varios títulos.

Por su parte, el seleccionador que devolvió a Perú a una Copa del Mundo tras 36 años, Ricardo Gareca (60 años), dijo en el pasado que le gustaría dirigir al cuadro de su patria, algo que podría cumplirse después de que asegurase hace unos días que era "técnico libre".

Por su parte, Jorge Almirón, entrenador que ganó una Liga Argentina con Lanús y lo llevó a la final de la Copa Libertadores en 2017, es una opción atractiva pero complicada, ya que firmó hace seis meses con el Atlético Nacional colombiano.

Una solución de urgencia podría ser la de Gerardo Martino, actualmente a cargo del Atlanta United de Estados Unidos y ex seleccionador argentino en el período entre 2014 y 2016, cuando llevó a la albiceleste a dos finales de Copa América.

Sea quien sea el nuevo técnico, tendrá el desafío de unir a parte del actual grupo, desarticulado, potenciar a los Paulo Dybala y Mauro Icardi y reclutar jóvenes valores como Lautaro Martínez, Ángel Correa y Santiago Ascacíbar.

La nueva generación albiceleste necesita un guía, pronto, para olvidar el fiasco de Rusia, empezar a competir y armar un estilo identificable.