En “Gabylandia” todo transcurre cercano a la perfección. El juego es maravilloso, mágico, fluye naturalmente. A cualquier edad, a los 26 o a los 52. En ese mundo no importa no haber sido número uno del mundo para asegurarse el éxito, ni se habla de fracaso por no haberlo conseguido. En esa cajita de cristal, jamás la vida privada fue una obsesión mediática.

En “Gabylandia”, el mundo de Gabriela Sabatini, todos protegen a la reina, a la fundadora del tenis femenino argentino.

“Gabylandia” es la bandera que acompañó durante toda la semana a Gaby en Roland Garros, donde volvió a brillar, tómese la más amplia definición de brillar, en compañía de la adorable Gisela Dulko que, no es poco, estuvo siempre a la altura de las circunstancias.

Quizás sea la misma bandera que recorría el circuito mientras ella competía profesionalmente en aquellos tiempos gloriosos de las batallas con Steffi Graf y Monica Seles, aunque hayan sido muchas más derrotas que victorias.

“Había nervios... Es todo nuevo. Es la primera vez que juego en esta cancha. Cuando entramos en calor fue especial. Fue una emoción enorme”, contó Sabatini tras el debut frente a Lindsay Davenport, ex número uno del mundo, y Mary Joe Fernández, una querible estadounidense nacida en República Dominicana, de padre español y de madre cubana.

Mary Joe fue otra de las grandes contrincantes de Gaby en el circuito. Se enfrentaron 23 veces con 13 victorias de la tenista argentina.

En 1993 protagonizaron un partido histórico en el polvo de ladrillo francés. Gaby se imponía 6-1 y 5-1 y tuvo 5 match points. Lo perdió 1-6, 7-6 (4) y 10-8. Jugaron 3 horas y 34 minutos. Varias veces compartieron dobles.

“Gabylandia” es el mundo del deporte donde el resultado es un componente más

En un país tan resultadista como Argentina, la carrera de Gaby es una isla que trasciende los resultados. Es cierto que hubo momentos de críticas feroces y hasta calificaciones indecorosas por las derrotas sucesivas con Graf y Seles, pero fueron las menos. Simplemente Steffi y Monica eran mejores.

Hay una frase del entrañable Patón Bauza que encastra perfectamente en Gabriela. “Disfruten este momento que no saben si se va a repetir”, dijo Edgardo cuando Central era protagonista en la Libertadores 2001. Qué lejanos quedaron aquellos momentos de gloria y protagonismo extremo, ¿no?

A veces, con Gaby, queda la sensación de que se perdió la oportunidad de disfrutarla a pleno en sus tiempos de deportista inmaculada más allá de los resultados.

Cuánto daría el mundo deportivo argentino por tener en competencia a una atleta del nivel de Gabriela Sabatini.

Como suele suceder, el reconocimiento llegó después. Las presiones la hicieron dejar el profesionalismo apenas a los 26 años. Había debutado a los 14.

“Cuando era más chica y pensaba que al ganar un torneo tenía que hablar, muchas veces perdía en semifinales para no tener que hacerlo. A ese punto llegaba. Era muy introvertida”, reconoció Gaby hace unos años.

En “Gabylandia” es posible recordar el US Open ganado sobre Graf, los Masters victoriosos contra Pam Shriver y Davenport, el último partido de Martina Navratilova como profesional y verla brillar 26 años después.

“Una, cuando está en actividad, lo aprecia, pero no le da la dimensión que le puedo dar hoy mirando hacia atrás. Con la vorágine es difícil detenerse en esas cosas. Hoy disfruto de esa conexión. Soy una persona más, así me siento, trato de ser yo, y lo que traté de hacer desde que dejé de jugar es volver a mis orígenes, a mi esencia, porque la había dejado un poco de lado”.