Gabriel Heinze está a punto de debutar como entrenador de Newell's. Será el próximo domingo por la tarde en Vicente López, cuando su equipo se mida ante Platense en la primera fecha de la Liga Profesional. El Gringo ofreció una entrevista en la que contó detalles de su arribo al club, habló su relación con Pablo Pérez, con Leonel Vangioni y también se reveló que no pensó en ser entrenador de la Lepra: "El fútbol me enseñó que hay que construir y algún día ese trabajo paga", dijo.

Además, contó cómo fue su proceso personal al arribar al club en el que se formó como jugador: "Me prometí a mí mismo disfrutar. Esto es muy demandante, pero estoy tratando de darle valor al lugar en el que estoy".

"Nunca pensé ni soñé ser entrenador de Newell's. Cuando se fue el entrenador anterior (Sanguinetti) dije 'voy a empezar a ver que pasa', pero sin intención de nada. Eso me llevó a analizar un partido, luego cinco, quince, terminé de ver todo un año y noté que había una estructura" 

Después llegó una pelea interna para definirse: "Había que luchar contra los sentimientos. Un día ganaba el análisis, otro día ganaba el corazón. Y Horacio (García) me ayudó a que ese camino encontrara un rumbo. Así que hablé una sola vez con el presidente y le presenté lo que yo pensaba. Volvimos a tener una segunda charla para despejar dudas y nada más".

Luego, se refirió a los trascendidos sobre algunas condiciones para aceptar el cargo: "Es verdad que yo pedí algunas cosas que eran necesarias mejorarlas en el predio. Es un lugar ideal para trabajar, pero siempre hay cuestiones que deben ir actualizándose. En dos meses y medio se hicieron cosas muy lindas en el gimnasio, en vestuarios, en las salas de video, en las prestaciones médicas. Hoy el predio está bien arriba. Está muy bien".

Luego, habló de su idea general del trabajo: "Yo creo en el camino de las equivocaciones. Equivocarse es un arma. Si te equivocas estás en pleno crecimiento". 

Su relación con los experimentados Pablo Pérez y Vangioni

"Yo los conozco tanto como ellos me conocen a mí. No hay secretos. Cada uno ocupa su lugar sin que nadie sea más importante que el otro. Puedo discutir, sí. También puedo estar de acuerdo en algunas cosas. No te voy a mentir, todos tenemos personalidades fuertes. Pero cada vez que discutimos nos ponemos a pensar en para qué estamos acá. No hay nadie más importante que el colectivo".