Pasó un minuto. Apenas 60 segundos habían transcurrido de las 23 el pasado jueves en Nizhny Novgorod cuando nuestros teléfonos comenzaron a reproducir un audio en el que Diego Simeone hablaba de una hipotética elección en la que Lio Messi y Cristiano Ronaldo se disputaban un lugar dentro de un equipo. Una enorme casualidad. Daba su opinión el que, por condiciones propias, pasado en el seleccionado y resultados obtenidos en Europa, es el candidato natural a tomar el puesto cuando lo decida. Justo ahí, con la decepción y la calentura fundidas en un solo espacio, ahí comenzaba a aparecer la voz del Cholo en cada grupo de Whatsapp, cuestionando a un capitán con el alma por el piso. 

Doce horas después regresamos a Bronnisty. Durante el mediodía ruso del viernes se inundaron las redes de la respuesta que dio un futbolista ante una pregunta tergiversada. En el mismo momento que se viralizaba –al margen de la banda de Federico Moura, ¿puede ser bueno un virus?– el audio de Simeone, el delantero titular del equipo argentino le apuntaba a su entrenador, despectivamente y en cadena nacional. Cuando subió al micro, le explicaron lo que de verdad había dicho el DT y entonces, la cuestión quedó subsanada, puertas adentro, pero para el afuera, Sergio Agüero y Jorge Sampaoli no se pueden ni ver.

Entonces, piensen ustedes lo que quieran. Creánle ustedes a quienes quieran creerle. Por favor, háganlo por sí mismos, con las herramientas de las que disponen y las que se van construyendo en el camino. No le donen su capacidad de interpretación a los medios. Usen la cabeza. Y después, Kun dixit, digan lo que quieran.

Ya en la tarde, el equipo argentino volvió a su rutina de entrenamientos. Golpeado por la derrota, claro. Dolorido en lo más profundo por la forma, obvio. Impotente tras dejar pasar su propia oportunidad, por supuesto. Aún con todas esas sensaciones negativas, el cuerpo técnico y los jugadores afrontaron su trabajo y se fueron a ver Nigeria-Islandia. El triunfo de los africanos les dio ánimo. Los fortaleció ante tanta desesperanza. Les dio una vida más. A partir de ello, se volvieron a encontrar y plantearon las diferencias entre una idea y la otra.

Discutieron las posibilidades que tienen de llevar a cabo un plan de juego. Juegan los jugadores, y desean una estrategia que los ampare. Ya no hay tiempo para aplicar lo que Sampaoli quiso en algún momento. Hay que adaptarse a las circunstancias. O no dijo Bielsa que el Zurdo es mejor porque sabe contorsionar sus ideas y todos los celebramos. Pues bien, entonces que lo lleve a la práctica. Que lo aplique con estos jugadores que son los que eligió y los que tiene a disposición. El tipo va y lo hace. Es bueno, muy bueno, mejor que Bielsa según lo dijo el propio Marcelo. No. Para los trolls de twitter es un títere. Ya no dirige. Va a San Pertersburgo para escuchar la charla de Mascherano. En fin. Poco más que un imbécil que ocupa un lugar sin sentido de pertenencia a su cargo. Y esa caja de resonancia que son las redes sociales se amplifica más aún cuando la misma data sale una señal televisiva. La trampa en donde todos caen. Porque el que no tiene un @ con su nombre o apodo pongamos que no se había pegado a ese rumor instalado, pero ahora que lo dijo tal o cual, ahora sí, es la posta. 

Eso no es periodismo. Ni el viejo, ni el nuevo, ni el tradicional ni el alternativo. Eso es operar en el sistema. Recibir una orden y acatarla. Jugar desde una estrategia craneada por un jefe que discute poder con otro que hoy lo ejerce y que aun estando al mando, se siente limitado. Y como eso no alcanza, pongámosle más nombres propios.

Ya es sábado a la tarde en Moscú. Mediodía en la Argentina. Arranca la maquinaria propagandística de los medios y traccionan los engranajes de las redes. Vamos. Decí lo tuyo, Ricardo. Atendé. Es tu juego. Ahora resulta que se mataron a piñas en el vestuario. Que uno de los pibes le pegó a un histórico porque criticó al arquero. ¿En serio? Y, lo dijo Ricardo, es un tipo de fútbol. Seguro tiene la posta, -otra vez, la posta-. Escándalo. Somos una vergüenza. Pero cómo, ¿no dijo Simeone que se tenían que agarrar a piñas? Rebelarse, ser valientes. No, bueno, eso lo dijo como una expresión de deseo. Si pasó es una locura. Están todos peleados. Ah, ok. Es bueno si después el martes ganamos. Mientras tanto, es un quilombo y son todos unos vendepatrias.

Es ahí cuando Mascherano tiene que salir afuera, verse con el hermano de Pavón, hacerle un chiste, sacarse una foto, saludar al papá, que alguien lo filme, se viralice –ay, el virus– y al otro día aclarar que no pasó lo que dijo, “una persona nefasta”, en el textual de Masche. 

Antes que caiga la noche suena otro audio. Supuestamente un campeón del mundo le dijo al hijo que otro campeón del mundo, le contó que los subcampeones del mundo se llevan muy mal con el entrenador que tiene el sueño latente de ser campeón del mundo. Y lo escuchamos. Y si no, pedimos que nos lo reenvíen. Lo creemos. Le damos entidad. Lo reenviamos. Se lo contamos a otros. Somos los campeones del mundo de comernos los rumores. Estamos empachados, y como somos insaciables, adictos, pedimos más. Nos quedamos pegados a las pantallas. Las de la tele y las del celu. aunque al lado nuestro esté una novia, un sobrino, una mascota que nos demande cariño. Preferimos tragarnos todas las operetas berretas que se les ocurren a los que diseñan nuestro entrenamiento mientras acumulan más negocios en las sombras. 

Sampaoli está súper entrenado para entender cómo funciona este mundo. Ya sabe quién es cada uno y a quién responde. No es un hombre del establishment ni simpatiza con el actual gobierno. Salió a respaldar públicamente a un músico crucificado por la sociedad y es consciente de ser un técnico sin hinchada. Controlar lo que se diga, está fuera de su órbita.

Este lunes dijo “el mundo virtual no me genera nada”, y agregó que “perder un partido te hace un perdedor, te hacen sentir como un delincuente o una persona descartable. Si me tengo que involucrar en ese mundo virtual, dejaría la profesión. Mi mundo real es esta profesión".

Lo que de verdad le interesa es que el equipo funcione. Para eso mantuvo una reunión con los jugadores. La búsqueda es la de un plan común y que el colectivo se acerque a una forma que lo ponga en una situación de triunfo. Encontrar los mejores nombres y ubicarlos de manera tal, para que Messi sea Leo. En esa instancia será lo que es y todavía no fue en la presente Copa del Mundo. Tan simple y tan complejo como eso. 

Bienvenidos los debates sobre el juego. Las preguntas que apuntan a saber por qué la selección no tiene la impronta que le quiso dar. Si acaso no tuvo tiempo, o no encontró elementos de seducción y hasta pensar que se topó con interlocutores inflexibles a los que ni siquiera debió haber elegido. Ojalá se hablara de todo eso para entender las causas de este diseño que no parece representarlo. Lamentablemente, es de lo que menos se habla. Preferimos lo otro. Y en torno a toda la basura generada en sitios estratégicos de poder que se reproduce en medios y redes, Jorge Sampaoli ya respondió en su momento y lleva consigo una premisa que sostendrá de por vida. En una rueda de prensa, hace unos meses, le preguntaron sobre un rumor que circulaba. “Usted está desaprovechando una pregunta. Ya sabe que no puedo salir a desmentir todo lo que se dice. Navegamos en una sociedad en la que una mentira contada cien veces se transforma en verdad”. Aplica para ayer, hoy y mañana. Tatuado, no escucho y sigo.