Newell’s se vuelve de Arroyito con una mueca de satisfacción. Y no sólo porque pudo ponerle fin a la seguidilla de clásicos perdidos, sino además porque entregó señales de que la recuperación futbolística es posible. El ciclo Bernardi tomó oxígeno y a partir de ahora buscará crecer.

Bernardi hizo una buena elección de los intérpretes de su idea, la de coparle el mediocampo a Central, cortarle su circuito y golpearlo detrás de sus volantes. Villlaba hizo el trabajo sucio, la defensa respondió con solidez y Lucas Boyé, debutante absoluto en la Lepra, se bancó con mucha jerarquía a toda la defensa canalla. 

El equipo rojinegro fue algo más en el primer tiempo. Aún se oye el lamento de los hinchas por las dos ocasiones con las que contó: un pase largo que la Fiera no pudo conectar en el área, apenas arrancado el clásico, y otra clarísima de Cáceres en el punto del penal. Jugó lejos de Unsain (que sólo se revolcó en un tiro libre de Delgado) y manejó el trámite.

Es verdad, ya hace ocho fechas que no gana y el arranque es flojísimo. Pero Bernardi y el plantel necesitaban de un envión anímico para empezar a despegar. Y no haber perdido con uno de los animadores del torneo, al que le cortó la chance de acercarse a la cima, puede considerarse el aliciente necesario para empezar a enderezar el barco.