La Asociación Rosarina de Fútbol tomó la decisión de prohibir el cabezazo en los torneos que disputen sus jugadores menores de once años en el afán de mitigar el efecto que, a largo plazo, pueden tener esos impactos en la salud cognitiva de los futbolistas. Una determinación que la médica neuróloga Guadalupe María Bruera comparte plenamente. 

“A nivel neurológico, los cabezazos pueden generar secuelas en personas con determinadas condiciones genéticas", dijo en AM/PM por Radio 2 doctora que se desempeña en la Unidad de Enfermedades Cerebrovasculares Agudas del Hospital Privado de Rosario. Es más: aseveró que hasta pueden provocar a largo plazo daños peores que las piñas de boxeo.

"El cabezazo es peor que una trompada de boxeo porque produce lesiones invisibles. Esos pequeños traumas hacen contusiones hemorrágicas que vos no ves. Y al no verlo, no te das cuenta de que ese niño está permanentemente recibiendo golpes que pueden sufrir este trastorno. Si uno hiciera resonancias magnéticas seguidas en personas que sufren estos impactos de manera continua, se encontrarían esas micro hemorragias", añadió.

Bruera recordó que "cuando uno cabecea, cierra los ojos. Y esto es porque hay un reflejo neurológico del cerebro que sabe que va a recibir un impacto que no es normal, que va a generar daño. Me acuerdo de técnicos diciéndole a un chico ‘mantené los ojos abiertos cuando cabeceas’, pero no se puede hacer neurológicamente. Son fenómenos que van fuera de la neurología".

De todos modos, remarcó que no todas las personas que cabeceen a lo largo de su vida un balón de fútbol van a desarrollar una enfermedad degenerativa como demencia o Parkinson, "sino que hay factores genéticos que aumentarán su probabilidad".

"Por ejemplo, si una persona tiene en sus genes una mutación específica o varias de ellas, a esas personas directamente debería prohibírseles el cabezazo. Esto es importante aclararlo porque no la totalidad de las personas que sean sometidas a este tipo de golpes van a acabar así", expresó.

"Uno puede definir si está predispuesto: se hacen análisis de sangre para determinar 'pooles genéticos' que demuestran si alguien tiene probabilidad de desarrollar una enfermedad de ese tipo. No es sólo el golpe, sino que serán una combinación de factores", agregó.

En cuanto a la decisión de prohibir el cabezazo a menores de once años, esto "tiene que ver con el desarrollo del cerebro. No es el mismo cerebro el de alguien de 5 a 11 años que el cerebro de una persona de 18 o 20 años".

"Igualmente, a los 18 años es difícil que se te manifieste una enfermedad que necesita de los factores genéticos y ambientales para desarrollarse, por eso el daño aparece con el tiempo. Cuando uno va cumpliendo años, las neuronas van envejeciendo, por eso ese deportista es posible que desde los 50 años ya empiece a manifestar todo lo que cargó, los traumas que tuvo haciendo esa acción en el deporte que practicó", concluyó.

Para la especialista, "hay que cuidarse, hacerse análisis genéticos y consultar al neurólogo, sobre todo cuando en la familia hay antecedentes de enfermedades neurodegenerativas para que el profesional sepa si debe avanzar en otro estudio y, por qué no, recomendar la realización de otro deporte".

Y cerró con un dato muy personal: "Mi hijo va dos veces por semana a futbol y no cabecea. El profe ya sabe que mi hijo no cabecea porque la mamá se lo pidió: a él la encanta su deporte, sus compañeros y su profe, pero juega sin cabecear. Igual yo no puedo hablar por el resto. Sólo puedo hablar por lo mío".