El pasado martes, la Artist Rights Alliance (ARA), una organización sin fines de lucro con sede en Nueva York, dedicada a defender y promover los derechos de músicos, intérpretes y compositores en la esfera digital, publicó una carta abierta expresando una profunda preocupación por el uso irresponsable de la inteligencia artificial en la industria de la música. El escrito, firmado por más de 200 artistas de fama mundial, entre ellos Pearl Jam, Billie Eilish, Jon Bon Jovi, R.E.M. y el argentino Luciano Pereyra, denuncia que “algunas de las empresas más grandes y poderosas están utilizando nuestro trabajo sin permiso para entrenar modelos de IA”, con el fin específico de reemplazar la obra de músicos y compositores por contenido creado mediante el uso de esta tecnología.

Se trata de un doble reclamo: por un lado, la utilización no autorizada de la obra de artistas humanos para el entrenamiento de inteligencias artificiales generativas. Por el otro, el temor a ser reemplazado por el resultado producido por dichos modelos de IA. De cualquier modo, se trata de una amenaza directa a los ingresos de los músicos, quienes no han recibido ni un centavo de regalías por este uso de su trabajo creativo y tampoco recibirán algo de las creaciones sintéticas “inspiradas” en sus obras.

Luciano Pereryra, entre los 200 artistas que firmaron la carta contra la inteligencia artificial

El temor no es para nada infundado. Un sólido ejemplo del potencial replicante de estos modelos generativos lo padeció el reguetonero puertoriqueño Bad Bunny, quien a fines del año pasado descubrió que una falsa canción suya, creada por el usuario de TIkTok FlowGPT había viralizado rápidamente, no solo en esta red social, sino también en plataformas de streaming como Apple Music, Spotify y YouTube. El tema, indistinguible de otras canciones reales del artista, no solo engañó a miles de fans que lo compartieron pensando que se trataba de un nuevo lanzamiento del boricua, sino que también logró confundir a la cantante española Bad Gyal, quien, nombrada en la letra, compartió el single en sus propias redes sociales.


Este acontecimiento no hace más que poner en evidencia lo convincentes que pueden llegar a ser las creaciones musicales generadas por inteligencia artificial, al punto de no despertar dudas respecto a la originalidad de la obra entre otros artistas. Situaciones como estas son las que evidentemente han motivado el reclamo de la Artist Rights Alliance, ya que el riesgo de que el trabajo de músicos, cantantes y compositores pueda ser reemplazado por réplicas producidas mediante IA, privándolos no solo de los ingresos por derechos de autor, sino también de la capacidad de controlar su propia identidad musical, es real y palpable.

El año pasado también fue testigo de una histórica huelga de actores de Hollywood, que comenzó el 14 de julio y se extendió por casi 120 días. Entre sus varias reivindicaciones se encontraba una en particular, compartida con el sindicato de guionistas (WGA): la regulación del uso de la inteligencia artificial por parte de los estudios. Mientras que a los escritores les preocupaba el uso y abuso de herramientas generativas como ChatGPT, los actores denunciaban que los estudios estaban utilizando réplicas digitales de sus cuerpos y voces sin su consentimiento.

Huelga de actores y guionstas de Hollywood en contra de la IA (2023)

Finalmente y tras intensas negociaciones entre los sindicatos y la industria, se llegó a un principio de acuerdo que busca limitar el uso de la IA en ese ámbito. El arreglo establece que no se podrá reemplazar el trabajo de los actores con tecnología generativa, y que siempre será necesario un consentimiento firmado para su uso. Los guionistas, por su parte, llegaron a un convenio similar con los estudios y productoras. Según este acuerdo, se deberá revelar a los escritores si algún material ha sido elaborado total o parcialmente por IA. Además, la IA no podrá escribir ni reescribir “material literario”, ni producir recursos que puedan ser utilizados como punto de partida para textos y guiones.

Pero además de los estudios de Hollywood, miles de emprendedores anónimos buscan ganar dinero explotando las capacidades de la inteligencia artificial. Servicios de streaming como YouTube y Spotify, redes sociales como TikTok y Twitter, e incluso gigantes como Amazon, están inundados de contenido visual, musical y literario creado parcial o totalmente mediante la automatización. Plataformas como Boomy o Suno permiten a cualquier usuario crear canciones en segundos y sin necesidad de tener conocimientos musicales. Basta con ingresar algunas instrucciones básicas, como el estilo y el género deseado, para que los algoritmos de IA hagan su magia y elaboren piezas musicales “originales”, listas para ser publicadas en Spotify con tan solo un par de clicks.

Plataformas como Boomy o Suno permiten a cualquier usuario crear canciones en segundos

En Amazon, las biografías creadas mediante IA parecen ser todo un nuevo género editorial emergente. Unos días después de la muerte del ex editor ejecutivo del New York Times, Joseph Lelyveld, a comienzos de este año, al menos media docena de libros y relatos biográficos sobre él fueron publicados para la venta, algunos incluso el mismo día de su fallecimiento. Estos casos, en los que estafadores utilizan inteligencia artificial para crear biografías repletas de historias inventadas, se repiten con cantidad de personalidades, independientemente de si están vivos o muertos.

Por ejemplo, el mes pasado, la periodista estadounidense Kara Swisher se sorprendió al encontrar su biografía publicada en Amazon algunas semanas antes del lanzamiento de sus verdaderas memorias. La foto que ilustraba la portada no se parecía en nada a ella, y rápidamente se dio cuenta de que había sido creada mediante inteligencia artificial. Tampoco había escuchado nunca el nombre del supuesto autor, y al leer detenidamente el libro, descubrió que toda la información personal contenida en él era incorrecta, también generada por IA. El asombro se multiplicó unos días después, cuando encontró toda una lista de biografías suyas apócrifas en Amazon, cada una con un título, autor y una imagen falsa de ella en la portada.

Falsas biografías de Kara Swisher generadas mediante IA, a la venta en Amazon

Sin embargo, tal vez el límite ético (y legal) del uso de IA para la recreación de personalidades públicas lo cruzó el podcast de comedia norteamericano Dudesy. El pasado 9 de enero, lanzaron un especial de comedia de una hora de duración titulado "George Carlin: Estoy contento de estar muerto”, utilizando tecnología deepfake para recrear el estilo físico, la voz y el humor del comediante George Carlin, fallecido en 2008

Como era de esperarse, el espectáculo indignó a los herederos de Carlin, quienes presentaron una demanda judicial. Si bien este martes se llegó a un acuerdo entre la familia y la empresa responsable del podcast tras el compromiso de eliminar para siempre el especial falso, este caso no solo sienta un precedente importante jurídico importante, sino que también es una advertencia sobre los riesgos que plantea el contenido generado por IA.

Deepfake del fallecido comediante George Carlin, revivido digitalmente para un especial de comedia

La inteligencia artificial es una herramienta que puede universalizar el acceso a la producción de todo tipo de contenidos, desde artículos y libros hasta música y vídeos. Nunca antes se ha visto una tecnología con el potencial de revolucionar industrias enteras, avanzando a una velocidad tan vertiginosa. Estamos, indudablemente, en un momento emocionante y decisivo de la historia de la humanidad, pero también lleno de incertidumbre. Delante nuestro se abre un mundo de posibilidades infinitas, y al mismo tiempo, repleto de nuevos retos que pondrán a prueba nuestra capacidad de adaptación y nuestros reflejos como sociedad. Pronto sabremos si estamos a la altura.