Según el censo 2010, en Rosario viven 1.691.880 habitantes, de los cuales un piso de 100.000 –sostiene la Cátedra del Agua de la Universidad Nacional de Rosario (UNR)– no acceden al agua potable. Viven en distintos barrios, donde solo cuentan con canillas comunitarias de las que sale escasa cantidad de agua extraída de las napas.

Esta semana, un grupo de voluntarios organizó una campaña para colectar agua potable y donarla a los vecinos del barrio Toba, uno de los más afectados por la carencia del servicio. En ese marco, el gerente de Relaciones Institucionales de Aguas Santafesinas (Assa), Guillermo Lanfranco, explicó en Radio 2 los “problemas estructurales” que caracterizan a esos sectores y señaló que “Rosario tiene una cobertura de agua de prácticamente el 99 por ciento”.

Esa afirmación fue recogida por la Cátedra del Agua, cuyo director, Aníbal Faccendini, habló con Rosario3 y precisó los lugares específicos de la ciudad a los que no llega el agua potable.

“Si tomamos los parámetros científicos y estrictos de la Organización Mundial de la Salud, en Rosario hay un piso de cien mil personas que no acceden integralmente al derecho humano al agua. Hay un problema estructural agravado por la bajante del río, pero que tiene que ver con la visión de un Estado viejo, recaudatorio, que piensa que porque la gente está en situación de pobreza y es marginal, no le corresponde acceder al agua inodora, incolora e insípida, como el resto de la población”, sostiene Faccendini y detalla las zonas más afectadas por el problema, agravado en jornadas agobiantes de calor, como las de esta última semana.

Las zonas más afectadas

 

Los vecinos que no acceden integralmente al agua durante las 24 horas habitan barrios ubicados en las zonas norte, oeste y sur de Rosario, especialmente en: Las Flores (si no tienen bombas de extracción, no les llega el agua), La Esperanza, Rouillón y Cabín 9 (en el límite entre Rosario y Pérez).

Además, se registra baja presión en los barrios: La Cerámica, Nuevo Alberdi, Industrial, Stella Maris, Emaús, parte de Santa lucía, parte de Las Palmeras, Villa Banana, Hipotecario Bolatti, parte de Tablada, Mangrullo y Molino Blanco.

Faccendini describió la calidad del agua con que cuentan esos barrios: “La ciudadanía originaria accede a un agua que tiene gusto, que tiene sales y que según testimonios de algunas personas, les hace mal. Entonces, se ven en la ogbligación de comprar agua a 200 pesos el bidón de 20 litros a una empresa de la zona –La Ocampense– Amenábar 6623, que la filtra de nuevo y le saca el gusto, es decir: la convierte en insípida (además de inodora e incolora, como debe ser, de acuerdo a los parámetros de la organización Mundial de la Salud y el Código Alimentario Argentino)”.

Los bidones de 20 litros que los vecinos compran para beber y cocinar.

“Cuando no tienen plata para comprar esos bidones –explica– se van hasta Campbell y Garibaldi, para pedirles agua a esos vecinos que sí acceden a un fluido dulce enteramente potable. Tienen que pedir porque la empresa no les garantiza el servicio. El agua que sale de esas canillas comunitarias la usan para bañarse y lavar cosas, pero para tomar y cocinar compran el agua filtrada nuevamente y contenida en bidones, algo que se dificulta en tiempos como este, luego de la pandemia, en que la pobreza se agudizó y la plata escasea más que nunca”.

“Los vecinos cuentan que hace tres años iban camiones con agua transparente, que no tenía ni gusto ni olor (como corresponde), pero ahora no lo están haciendo. No tenemos que naturalizar la situación. La empresa ASSA debe dar una respuesta y poner camiones cisterna para que las personas del lugar accedan a un agua con las mismas características que el resto de la población. No puede haber rosarinos de primera y rosarinos de segunda”, afirmó Faccendini.

Según señaló el dirigente de la Cátedra del Agua, “ese agua tiene sabor porque el tanque de la empresa que está en Rouillón y Maradona extrae agua de napas, que tiene sales. Este fenómeno quedó de manifiesto en plena pandemia cuando en Cabín 9, tuvieron que hacer cola para acceder a agua potable buena, porque el agua que tenían en sus casas no era buena. ASSA dice que es agua saludable, a pesar de que tiene ese gusto, pero nosotros sostenemos que todos tenemos derecho a consumir la misma calidad de agua. Si no, les estamos diciendo a esos vecinos: «Como son pueblos originarios, se tienen que acostumbrar a tomar agua con gusto, o a no tener agua». Afirmar eso significa consolidar una situación de desigualdad”.

Las soluciones y el mientras tanto

 

Para el dirigente, no se puede aguardar a la concreción de las grandes obras de infraestructura para que el derecho de toda la población al agua potable esté garantizado. “Pueden decir desde la empresa que están desarrollando las etapas pertinentes del Acueducto Gran Rosario, pero en países como India, ante situaciones semejantes, contrataron cubas de agua dulce y potable y las distribuyeron a la gente”.

Entre las medidas de emergencia, Faccendini señaló que “en primer lugar, deberían llegar a esas zonas, camiones cisterna con agua potable transparente, sin olor, ni sabor, y no se puede soslayar el problema de cloacas y pozos negros que tienen esos barrios, además de la falta de agua. En segundo término, el Estado provincial tendría que llamar a que el centro de la ciudad no derroche agua y consuma la menor cantidad de agua necesaria para la salud porque así aumenta la presión del agua y puede llegar a otros barrios periféricos”.

“Desde la Cátedra del Agua de la UNR sostenemos que, al igual que la salud pública, el acceso al agua potable tiene que estar financiado por la estructura tributaria del Estado provincial. Tenemos que lograr soluciones ambientales con un criterio de justicia social”, concluyó.