Ramiro Morales tiene 15 años, vive en Funes y cursa tercer año en el Colegio María Auxiliadora. De nacimiento padece Leucomalacia Periventricular, una lesión cerebral que afecta a los bebés prematuros y que ocasionó problemas en la motricidad de sus miembros inferiores. En abril debía operarse y si bien su familia había reunido gran parte del dinero para llevar adelante la intervención, el pasado 11 de marzo fueron víctimas de una estafa virtual y perdieron todo.

Fueron los propios compañeros del joven quienes decidieron encarar una movida solidaria para ayudar a conseguir los fondos necesarios para poder operarlo y que pueda mejorar notablemente su calidad de vida. Así, armaron la campaña Todos x Ramiro, abrieron cuentas para que la gente pueda depositar dinero, hacen rifas e incluso organizan venta de tortas y pizzas. 

“Cuando tenía diez años le hicimos la primera operación y ya sabíamos que a los 15 debía volver al quirófano, para acomodar cosas que por cuestiones de crecimiento había que hacer a esa edad. Por eso veníamos ahorrando hace un montón porque la obra social reconoce algunas cosas y otras no, pero de un día para el otro nos quedamos sin nada”, contó a Rosario3 su mamá Alejandra. 

Además de la operación que se hará en un sanatorio de la ciudad, Ramiro necesita un montacargas para colocar en su casa (previa refacción edilicia) y que de esta forma pueda moverse con mayor comodidad por todos los ambientes del hogar. “Yo ya había entregado una seña de $100.000 a la persona que lo iba a hacer, pero no pude seguir pagando”, relató la mujer. 

Campaña solidaria 

“La estafa fue el 11 de marzo. Primero fui al banco y después a la Defensoría del Consumidor para ver si podía recuperar el dinero. En el medio de todo eso me contactó la hermana de un compañero de Ramiro y empezamos con la campaña. El nene se tenía que operar en abril y le dije al médico que por ahora no”, comentó la mamá. 

En total son unos 2,5 millones de pesos lo que deben reunir, cirugía y montacargas incluido. Aunque Alejandra aclara que lo primordial es la operación ya que es la que le permitirá mejorar muchísimo su calidad de vida. Hoy Ramiro camina con andador aunque hace unos años podía hacerlo con bastón, de modo que la posibilidad de mejoría es concreta

“A medida que la campaña se fue difundiendo la gente se ofrece, sus amigos, el director de la escuela, todos colaboran desde donde pueden. Me han depositado 50 pesos y yo agradezco todo un montón, tanto eso como quienes se ofrecieron a vender con la cooperadora tortas y pizzas”, destacó y contó que ahora están organizando una rifa con premios que fueron donando diferentes comerciantes de Funes, desde tres días en una cabaña hasta una sesión de depilación o entrenamiento físico. “Vamos a hacer mil números y la comenzaremos a vender la semana que viene”, puntualizó. 

“Me paso algo horrible y me encontré con gente hermosa ayudando. Nunca hice esto, siempre trabajé, ahorré y me las arreglé, pero esta vez no sabía cómo hacer para empezar de cero. Cuando fue lo de la estafa el nene me consolaba a mí”, recordó. 

Estafa virtual 

El caso de Alejandra es como el de tantos otros, aunque con un condimento extra: los delincuentes tenían datos exactos de un seguro que estaban tramitando. Es que producto de la gran tormenta con pedrada incluida del pasado 27 de febrero, se les habían quemado diversos artefactos y se les habían roto vidrios. Producto de esto, comenzaron con los reclamos al seguro. 

“Hice el reclamo por un mail, me dijeron que me enviaban un link para que podamos mandar las fotos de las cosas dañadas y los presupuestos. Cuando llegó, ese link estaba roto y no podíamos entrar. Entonces avisamos por mail y nos dicen que se van a comunicar a la brevedad. Mi marido me avisa que me iban a llamar. Estando en la calle, me llaman por Whatsapp de Galicia Seguros, desde un número que tenía logo oficial del banco y del otro lado quien hablaba sabía todo”, recordó. 

“Me dijeron que nos iban a depositar $150.000, chequearon el CBU y era el correcto, me dijeron que abriera la app del banco y que no tocara nada, ni siquiera que le dijera el token que iba a aparecer. En ese momento a mi se me apagó el celular porque me quedé sin batería y por lo tanto no pude atender a mi marido que me llamaba para avisarme que a él también lo habían llamado y que le había parecido raro porque le habían hecho muchas preguntas, entonces había bloqueado las cuentas”, siguió. 

“Él ya sospechaba. Después de hablar, me fui hasta un cajero y tenía la cuenta en cero. En el banco figuraba como que abrieron el token desde un IP desconocido”, sumó y contó que fueron unas siete transferencias por montos menores a $100.000 las que habían realizado. 

Ahí empezó un derrotero de desencuentros y peleas con la entidad crediticia para intentar que le devuelvan lo robado, empresa que aún continúa sin suerte hasta el momento.

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