El domingo pasado los parques de Rosario volvieron a habitarse con familias, amigos, parejas. Frente al Monumento, distintas burbujas de personas hacían picnic, tomaban mate, veían artesanías. Niños jugaban y corrían mientras un panchero se sentía desilusionado por “quedarse corto” con la cantidad de mercadería que había llevado y además, como parte de este paisaje urbano, un grupo de hombres que sacaron sus agujas y ovillos y se pusieron a tejer bajo el sol.

Para el diccionario tejer significa “cruzar, mezclar, entrelazar hilos o fibras de forma mecánica o a mano para formar un tejido o hacer un objeto determinado”. Para un grupo de hombres chilenos el significado fue un poco más allá: desafiar prejuicios. Hombres tejedores, así se hacen llamar los once varones que en septiembre de 2016 decidió vestirse con traje y corbata, sentarse en una plaza pública de Santiago y comenzar a tejer con lana fucsia. Y vaya que llamó la atención esa imagen.

“Romper estereotipos nos transforma en una sociedad más inclusiva y tolerante” decía la bandera que estaba delante de la hilera de hombres tejiendo. La gente frenaba su andar para leer, pero sobre todo se quedaba paralizada al advertir la agilidad con la que manejaban las agujas. Fueron filmados y, automáticamente, el video trascendió fronteras, incluyendo Argentina que enseguida acompañó la idea.

Un año más tarde Hombres Tejedores Argentina, era un hecho y Rosario no fue la excepción.

Horacio Pron, Hernán Taborda, Nicolás Puccini, Hernán Heis, Lucas Barba y Goyo Molbert comenzaron a reunirse en espacios públicos para compartir el arte de tejer. Una vez al mes realizaban tejidos colectivos: “Por ejemplo, para la primavera hacíamos flores de lana, o para fechas patrias tejíamos escarapelas. Después veníamos al Parque y las repartíamos”, cuentan los protagonistas a Rosario3. Algunos usan el tejido como pasa tiempo, otros como terapia y también están quienes hicieron de esta habilidad su fuente de ingreso.

Otra vez de cara al Paraná. La gente que pasea por el lugar, frena y mira. Incluso los niños se acercan asombrados. Ellos siguen en la suya, están acostumbrados a las miradas. “Por suerte ahora se están derribando muchos prejuicios, los niños ya tienen otra forma de pensar. Nosotros tratamos de enseñarles a las nuevas generaciones para poder dejar una cultura del tejido”, cuentan y agregan, “Adultos nos han preguntado ¿por qué tejés si eso es de mujer?”.

Entre charla y aguja se acompañan, pasan el rato haciendo una actividad que lleva mucho más tiempo y preparación que lo que uno cree. Hay distintas técnicas, hilos, lanas, tamaños. Ellos lo llaman artesanía y no se equivocan. Todo lo que realizan lleva un proceso de creación. Primero armar patrones de dibujo o modelo. Luego llega el momento de testear lo que tejieron - donde ganan los amigos o familiares ya que son quienes prueban el producto - y por ultimo si esta etapa salió bien, se avanza para terminar el objetivo final. “Después nos compartimos los patrones entre nosotros”, agregan.

Mientras Horacio teje en telar con lana verde lo que será una bufanda, Hernán acelera las agujas para avanzar con un gorro rojo y negro, Nicolás saca lana pura de la mochila – similar a pelo - y muestra el proceso que debe hacerle para que se convierta en ovillo. Tejer requiere de cálculos matemáticos, de paciencia y coordinación. El cerebro trabaja sin parar y los integrantes de Hombres tejedores Rosario aseguran que “por más tiempo que pase alguien sin hacerlo, la técnica no se olvida”. Tejer es una actividad recomendada para la memoria, incluso se volvió terapia: “Lanaterapia”, así le llaman al acto de usar el tejido como medicina ante el estrés.

“Y es práctico, lo podes hacer mientras vas en colectivo, esperando el turno médico, en un bar, en el Parque. En todos lados”, dicen. Y es cierto, eso hizo Tom Daley por ejemplo, campeón olímpico que mientras veía una competencia en Tokio 2020, sacó su lana, sus agujas y siguió lo que había empezado. La noticia de Daley recorrió el mundo. Los motivos son los mismos que empujaron al grupo de chilenos y ahora a muchos argentinos: derrumbar conceptos establecidos.

Pre pandemia el grupo tenía planes, irían a escuelas para hacer talleres con niños. También se reunirían con otros tejedores de distintos puntos del país. Durante el aislamiento aprovecharon el tiempo para incentivar el tejido y seguir creando, no perdieron contacto entre ellos, al contrario. Ahora que todo mejora volvieron al aire libre. “Deben existir muchos otro hombres que tejen dentro de sus casas, nosotros lo hacemos públicamente para que vean que no está mal, que no debe darles vergüenza y para que se sumen al grupo. Acá nos incentivamos y acompañamos.”, dicen.

Entonces el diccionario tenía razón tejer es cruzar y mezclar pero no solo lana, también historias, deseos, sueños y anhelos. Hombres Tejedores Rosario es un grupo que además de crear tejidos, crea consciencia.