Nick Baranov, de 33 años, llegó a la ciudad de Buenos Aires el 29 de febrero de este año, apenas unos días después de que se decretara la pandemia de coronavirus. Con los ahorros generados por su trabajo como nómada digital, un poco de español aprendido en Los Ángeles y sin contacto alguno, se instaló en un departamento en Palermo. Y se quedó.

Según infobae, Nick comentó: "Hacía rato que buscaba frenar, para observar y mirar qué hacer de mi vida. Mientras lo decidía, se desató la pandemia, y el contexto terminó decidiendo por mí. Estoy muy feliz porque desde el primer día me sentí como en casa".

Los primeros meses de cuarentena en la Argentina no fueron fáciles, pero no por la adaptación o el choque cultural sino por las restricciones del encierro: "Estuve casi tres meses sin salir, sin conocer a gente, y después me quedé sin trabajo... fue duro y solitario".

La historia de su vida

 

Nick nació en Baku, capital de Azerbaiyán, y a causa de los recurrentes conflictos que vive la ex república soviética, su familia tuvo que escapar a Rusia para vivir en tranquilidad. Luego sus padres se animaron a apostar por el famoso sueño americano. Se mudaron a Los Ángeles y "empezamos de cero".

La Navidad pasada Nick sacó un boleto de avión sin regreso. El plan era dejar por un tiempo Los Ángeles para descubrir nuevas formas de vida en Latinoamérica. En el camino, para solventar los gastos de avión, hotel y paseos, seguiría trabajando como nómada digital en consultoría.

Primero estuvo un mes en Perú, otro en Colombia, también en México y luego Guatemala, hasta que el 29 de febrero de 2020 pisó el suelo argentino.

“Un día caminaba por Palermo, y justo en la esquina vi esta librería -Borges-. Entre, escuché jazz, vi libros de filosofía y al fondo me topé con un patio vacío”, relata para infobae. Ese día volvió a su casa pensativo. Volvió a las semanas con un proyecto concreto de remodelación y puesta en valor del lugar. “Al dueño le encantó. Firmé contrato de dos años, y el 7 de noviembre es la gran inauguración”.

Back Room (el cuarto del fondo) se llamará ese espacio con mesas al aire libre, coctelería de autor con nombres de escritores latinoamericanos, y una carta de tapas y fingerfood con fusión de recetas rusas y argentinas. 

El mochilero finalizó: "Ni bien abran las fronteras, viajo a Cartagena. Eso sí voy extrañar mucho, al igual que mi familia".