Una mujer de 63 años que hace 7 está postrada en la cama con dolores pidió la eutanasia por vía judicial, pero también lo hizo a través de la televisión. Desde su cas en La Reja, Moreno, compartió sus deseos y pensamientos más profundos sobre la necesidad de ponerle fin a su existencia cruzada por malestar e imposibilidad.
María no puede moverse ni realizar actividades básicas. El dolor, según contó, es permanente y se desplaza por todo su cuerpo. En diálogo con El Trece, sostuvo: “Si no lo tenés en la pierna, lo tenés en el hombro, en la cabeza, en los huesos. Está en todos lados”, describió.
En una entrevista con Telenoche habló con crudeza sobre su sufrimiento y formuló un pedido concreto: acceder a la eutanasia. “Quiero dormirme y no despertar más. Pero ¿cómo hago si no me ayudan?”, se preguntó.
La mujer recordó que, pese a la enfermedad, logró criar a su hija y sostener una vida familiar. “Luché mucho. Crié a mi hija a pesar de todo”, dijo. Sin embargo, con el paso de los años, su situación se volvió irreversible. “La vida es hermosa cuando estás bien, cuando podés. No puedo hacer nada: ni siquiera jugar con mi nieta”, lamentó.
La mujer acudió a la Justicia para que le practiquen una intervención que ponga fin a su existencia. “Que me escuche, que me ayude. La eutanasia quiero yo. No solo para mí, sino para mucha gente que está igual y no puede hablar. Yo tengo la oportunidad de hablar, y pido por todos ellos”.
Lejos de dudar, María aseguró que la eutanasia es una decisión tomada. “Lo pienso todos los días, a cada momento. No hay otra cosa en mi cabeza. Estoy totalmente decidida”, recalcó. Para ella, la muerte no representa miedo, sino alivio: “Liberación. Es algo que me tiene aprisionada y no me suelta”.
Además contó que, para poder dormir, imagina una vida que hoy no puede tener. “Tengo un mundo aparte en mi cabeza: tengo familia, marido, hijos, trabajo, hago deporte, gimnasio. Es un mundo hermoso. A la noche lo veo y después me duermo tranquila”, relató.
Consultada sobre qué pasaría si la Justicia rechazara su pedido, exclamó: “No como más. No me alimento más”. En cambio, si el fallo fuera favorable, dice que se sentiría “salvada”. “Yo no tengo cuerpo. Tengo mente. Mi cuerpo no sirve para nada. Imagínense vivir con un cuerpo que no sirve”, expresó.
“No puedo más”, repitió varias veces. Y siguió: “Quiero gritarle al mundo que me ayude. Necesito que alguien me ayude. Por favor. Quiero morir dignamente”.



