Tobías con 5 años, tiene mocos y dolor de garganta; Ana de 12 desde anoche tiene fiebre y dolor de cuerpo; Juan de 14, que habitualmente sufre alergias, está resfriado y con dolor de cabeza. Los niños no se conocen, pero la pregunta en las familias es la misma: “¿Cómo saber si es un simple resfrío por el cambio de tiempo, gripe, angina, alergia o coronavirus?”. Los niños no tuvieron contacto con un caso positivo de covid-19 pero la respuesta de sus respectivos pediatras fue la misma: “Hay que testear para descartar”.  

“A los síntomas no los podemos diferenciar. En esta época del año que los chicos comenzaron con clases extendidas, tienen actividades recreativas y hay mayor circulación viral, los síntomas quedan solapados. Por eso se debe tener un alto nivel de alerta y frente a un caso sospechoso, hacer el estudio que corresponde”, afirma Mariana Lanzotti, médica pediatra, infectóloga (MP 11479) y docente de la Primera Cátedra de Pediatría de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario.

“Lamentablemente no tenemos manera de distinguir los síntomas clínicamente” agrega María de los Ángeles Astbury, pediatra infectóloga (MP 17890). “Los pacientes pueden manifestar “dolor de garganta, dificultad respiratoria, tos, rinitis de aparición aguda –síntoma que se agregó este año y que es diferente a la rinitis que puede tener normalmente un paciente alérgico-, diarrea, vómitos, rash -erupción cutánea-, puede tener fiebre sí o no, faringitis, o puede presentarse un broncoespasmo, entonces es muy difícil, por la sintomatología, definir o hacer un diagnóstico diferencial entre qué virus es. Nunca lo pudimos hacer en pediatría y el coronavirus no es una excepción”, agrega la profesional que se desempeña en el Hospital de Niños Zona Norte.

Diario La Nación

Durante el 2020 el panorama, en tiempo de aislamiento, fue distinto y los profesionales podían guiarse por el nexo epidemiológico. Los niños no tenían permitidas actividades fuera de sus hogares y se buscaba el foco en los adultos. “Ahora que los chicos van al colegio, hacen deporte y otras actividades, el contagio puede ocurrir en otros ámbitos, entonces, sintomatológicamente no hay una manera de hacer el diagnóstico diferencial y por eso debemos apelar al testeo”, asegura Astbury.

Las profesionales coinciden en que el testeo es la única herramienta para diferenciar si los síntomas corresponden a covid-19 o a algún otro virus estacional propio del invierno, y concuerdan en que la toma de muestras debe realizarse de forma precoz. Si bien al inicio de la pandemia se recomendaba esperar unos días desde comenzados los síntomas para no generar “falsos negativos”, esa indicación cambió.

“Hoy se demostró que la mayor carga viral para testear está dentro de las primeras 24 - 48 horas. Mientras más precoz, más carga viral tiene ese paciente, por ende más sensibilidad va a tener el método. Y cuanto más rápido se detecten los casos positivos de coronavirus, más rápido se puede realizar el análisis de sus contactos estrechos y aislarlos” expresa Astbury y lo explica con un ejemplo gráfico: “Si se espera 72 horas para hisopar a un paciente, y el resultado se obtiene a las 48 horas, perdimos 5 días de aislar contactos estrechos y así sigue la cadena de contagio”.

“Uno puede aislar a un niño en su casa, pero el tema son los contactos que tuvo. Si fue al jardín, y está con fiebre y con tos, hay que hisopar, porque tengo que confirmar o descartar, y a partir de ahí tengo que aislar a toda la burbuja del jardín. Si no confirmo, y no aislo, esos chicos pueden estar en contacto con otros y contagiar, por eso el efecto es multiplicador, como pasó en Córdoba con el caso de la variante Delta”, complementa Lanzotti y expresa que “no está de más hisopar, al contrario, de esa manera aumenta la sensibilidad para poder hallar a ese que tengo que aislar. Lo importante es que no se escape nadie”.

La profesional que además está a cargo del vacunatorio del Instituto del Niño, remarca que es fundamental el seguimiento médico con el pediatra de cabecera que conozca al niño y a su grupo familiar: “Quienes son alérgicos y habitualmente tienen rinitis y estornudos, y no agregan ninguna otra sintomatología, o calman o ceden con el tratamiento antialérgico, no son caso sospechoso de coronavirus, por eso es tan importante el control médico. Lo que hacemos habitualmente es aislar a ese niño y dejarlo en reposo en su casa. Si el paciente tiene síntomas, y no es alérgico ni migrañoso, o no tuvo una transgresión alimentaria que le esté provocando los vómitos o diarrea, debe hisoparse. Es lo único que tenemos hasta que estemos todos vacunados”.

Si bien hay familias que manifiestan que el método de hisopado nasofaríngeo puede ser “molesto” o “invasivo” y muchas dudan y consultan antes de realizarlo, las profesionales afirman que pueden realizarse a cualquier edad inclusive desde recién nacido.

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Las pruebas disponibles para detectar la presencia del virus

PCR (sigla en inglés de “Reacción en Cadena de la Polimerasa”): es el método de mayor sensibilidad. Se toma una muestra (hisopado) nasofaríngea. El diagnóstico tarda varias horas y requiere de un laboratorio especializado. Algunos laboratorios avanzados la realizan con muestra de saliva, para niños que pueden esputar o mediante pipeta de Pasteur.

Test de antígenos o “rápido”: se realiza una muestra (hisopado) nasal o de saliva, y el resultado es analizado por bioquímicos mediante tira reactiva. Tarda alrededor de 15 minutos.

Aspirado nasal: se utiliza por lo general en menores de 1 año o internados, ya que sirve para estudiar otros virus respiratorios.

Para un caso sospechoso la metodología sería hacer PCR, que si es positivo confirma la enfermedad. Si se realiza un test de antígenos y da negativo, no descarta la enfermedad, y si el paciente continúa con síntomas debería realizarse una PCR”, explica Lanzotti.

Para Astbury la importancia de los test de antígenos radica en que permitieron de forma rápida y accesible aumentar la capacidad de testeo en el momento que crecía rápidamente la curva de contagios, y llegar a las localidades más pequeñas: “En el momento en que se debe testear masivamente y aislar, qué es lo más importante para la prevención de la transmisión, el antígeno es un método rápido, accesible y de bajo costo”.

Cómo afecta el covid a los niños

Aunque en la mayoría de los niños los síntomas de covid se han manifestado de forma leve, Astbury advierte que en el Hospital de Niños Zona Norte, donde se desempeña, han notado una diferencia de casos con respecto al año pasado: “En 2020 teníamos internados niños más chiquititos con otro tipo de sintomatología gastrointestinal o en piel, mientras que este año empezamos a ver más patologías respiratorias, niños con covid que tenían broncoespasmo, bronquiolitis o neumonías. El año pasado no circulaban otros virus respiratorios más que coronavirus y los chicos no tenían coinfección, que lleva a otro tipo de complejidad”.

Si bien la profesional advierte que los ingresos de pacientes pediátricos a camas críticas asociada a covid son muy bajos, y que los niños suelen manifestar pocos síntomas asegura que “tampoco nos tiene que llevar a relajarnos, porque hemos tenido pacientes críticos, un poco más que el año pasado”.

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El avance de nuevas cepas

La variante Delta de coronavirus avanza a nivel mundial, y la ministra de Salud provincial, Sonia Martorano, admitió que “es inminente” la circulación en Santa Fe por lo que solicitó redoblar los cuidados, la responsabilidad y un correcto aislamiento. En el país, a pesar de los controles a viajeros que regresan del exterior. los casos se han multiplicado.

“Es una variante más contagiosa, no es que tenga diferentes manifestaciones clínicas respecto a las que ya circularon o al coronavirus original. No es que sea más grave, pero al ser más contagiosa, puede llegar a más gente y comprometer a algún paciente o a algún grupo vulnerable, como paciente con obesidad mórbida, diabetes, cardiopatía o con alguna enfermedad pulmonar crónica y  ahí sí empiezan a involucrarse los chicos, porque el efecto es multiplicador”, resume Lanzotti. 

Atsbury no se anima a predecir qué puede llegar a pasar con el ingreso de las nuevas variantes, pero advierte que “de un momento al otro” puede estar entre nosotros: “Se asume que es más contagiosa y que afectó más que nada a pacientes jóvenes. Es importante remarcar que los cuidados, aunque estemos vacunando a mayores de 12 años, siguen siendo muy importantes: el uso de tapabocas en niños a partir de los 6 años, tratar de hacer actividades al aire libre, distancia, no compartir vaso o botella y que los colegios tengan un correcto sistema de ventilación es crucial. El mayor contagio en pediatría está en los adolescentes, y está más que demostrado que aún vacunados podemos contagiar igual”.