Este lunes fue imputado el segundo conductor de la picada mortal de Ayacucho y avenida Del Rosario, que hasta entonces no había sido podido ser llevado a audiencia por las heridas que sufrió en el choque. Ahora quedó detenido y el testimonio de uno de sus amigos resultó clave. Este muchacho ahora es considerado la cuarta víctima de la picada en la que murieron David Pizorno y su hijito Valentín. La tercera es la viuda y madre, Cintia, que iba en el auto con su familia.

En contacto con el programa A diario, que conduce Alberto Lotuf por Radio 2, la fiscal Valeria Piazza Iglesias, aclaró que el testimonio de este amigo no agrava la imputación, pero fortalece la causa: “Seguimos con el homicidio simple con dolo eventual”.

Desmintió, por otro lado un “pacto de silencio” entre el grupo ya que destacó que todos los involucrados se presentaron a declarar de forma espontánea inmediatamente después del hecho.

Es una declaración muy importante para nosotros porque podemos acreditar que se estaba corriendo la picada, que (Pablo) M. sabía perfectamente lo que estaba haciendo y en ese contexto es sumamente importante, porque el acompañante se lo advirtió e hizo caso omiso”, explicó la fiscal el valor del testimonio.

Qué dijo

 

“Pará que nos matamos”. Esto le suplicó, desesperado, el amigo que acompañaba a Pablo M. en su Citroën C4. Por el nivel de angustia con el que declaró, la fiscal aseguró que no mentía. Lo consideran ahora una víctima más de la picada porque sufre daños psíquicos que podrían ser irreversibles.

“(Este hombre) sube como acompañante sin imaginar lo que iba a ocurrir después. Él se sube con la idea que va a ir a jugar a la Play y el contexto fue otro. Empieza a advertir que M. empieza a acelerar y la aceleración es cada vez más profunda y le pide que pare, que desacelere”, contó la fiscal.

Este testimonio refuerza también el relato de los otros amigos que seguían a M. y a Germán S. y que señalaron que en cuestión de segundos, les sacaron unos 200 metros de ventaja.

“Es diferente la declaración de este testigo en relación a los otros amigos del grupo que vinieron a declarar porque ellos estaban en otro auto, pero este chico iba adentro del auto (de M.)”, destacó.

La noche de la colisión, el 20 de marzo, S. y M. se habían juntado a cenar con otros amigos en una cancha de paddle de zona sur y desde allí partieron en tres coches distintos a la casa de M. en la zona de Laprida al 6100, a jugar a la PlayStation.

En el camino, S., que manejaba un Renault Sandero se desafió con M. a una “prueba de destreza y velocidad” y chocó de lleno contra el Citroën C3 de los Pizorno.