Son las tres de la tarde y el calor intenso se siente en Rosario. En la escuela especial 2130 de Casiano Casas, diez alumnos entre 7 y 11 años juegan en el patio mientras una joven con rodete y cámara en mano, se agacha y los retrata. De cerca, su compañero la mira y espera su turno. “A ver, todos juntos acá”, se escucha a las seños. Los chicos se reúnen, se acomodan, sonríen a cámara y el clic retrata la tradicional foto de fin de curso. Hay aplausos y risas.

La joven de la cámara es Abigail, tiene 16 años, cursa tercer año del secundario, tiene 3 hermanos y está participando de las prácticas del taller de Fotografía y audiovisual. Hoy, junto a Alan, también de 16 años, son los fotógrafos oficiales del fin del cursado.

Alan es tímido y dice que prefiere no hablar, pero no es necesario. Mientras transcurre la charla con Rosario3, le dan la cámara para que retrate el momento y todo se transforma: su postura, su cara y su sonrisa. La cámara parece darle seguridad y sus movimientos fluyen, como si se sintiera protegido.

Abi se enteró de la existencia del taller en el comedor Los Peques (Travesía 296) donde concurre, le llamó la atención y no dudó en anotarse. “Aprendés y te enseñan una banda. Nunca me imaginé siendo fotógrafa, pero ahora lo pienso como una salida laboral, puede ser…”, dice mientras cuenta que su alegría es tanta que hasta su hermano se contagió y el año que viene quiere comenzar. 

Cuenta que en el taller, que se realiza los martes y jueves de 14 a 16 en la Biblioteca Popular Roberto Fontanarrosa “hablamos, damos ideas, sacamos fotos y editamos videos”. Las fotos que más le gustaron hacer: las de la escuela 825 Leopolpo Herrera, que está en el barrio. Las más difíciles: las de los recitales, “por las luces del escenario, el movimiento de los músicos y la cámara de noche”.

Es que los alumnos del taller, no solo salen a registrar el barrio de la zona norte y su gente, si no que van a escuelas a realizar fotos institucionales, cruzan a la isla, visitan el Acuario o la Florida, registran movilizaciones, jornadas artísticas y son quienes hacen los registros audiovisuales de los recitales que organiza Canción Urgente. 

Urgente, importante y transformador


Canción Urgente nació en 2018 como la unión de músicos locales con fines solidarios. Junto con el Movimiento Solidario organizaron acciones como el “Frazadazo”, un show donde juntaron abrigos y alimentos para quienes más necesitaban. Al ver la demanda y la respuesta de la gente, el trabajo social en territorio no se detuvo: le siguieron el “Pañalazo”, ayuda a comedores, copas de leche, asistencia alimentaria o clases y así fueron utilizando el arte como herramienta de transformación social en distintos espacios.

“En pandemia fuimos articulando con distintas instituciones del barrio como la biblioteca, el centro de salud y las escuelas. Hicimos una red de contención, donde trabajamos con comedores, con ollas que fueron surgiendo, y hasta armamos un dispositivo de radio para familias postergadas”, relata Ezequiel Salanitro, más conocido como Choza, músico, docente y referente de la organización. 

Este año se constituyeron como asociación civil y así pudieron realizar convenios con el programa de inclusión provincial Santa Fe Más, del Ministerio de Desarrollo Social. “Comenzamos a profundizar el trabajo de territorio, a profundizar las herramientas que los jóvenes necesitan para poder insertarse en el mercado laboral y que puedan no depender solo del asistencialismo, sino de ellos mismos. Se llevan a cabo talleres en las unidades penitenciarias 5 y 6, en la isla, y en el barrio Parque Casas tenemos el de fotografía y audiovisuales; textil de costura con conciencia, donde se realizan toallitas femeninas reutilizables ecológicas y barbijos; y el de cuidado de infancias. También hay un taller de rap que se hace en el Sindicato de Músicos”, agrega Gimena Porzio, coordinadora y acompañante de talleres.

También cuentan con cursos de montaje y asistencia en escenario, iluminación y escenografía, hip-hop, y producción de música urbana donde los chicos crean temas o bases para rapear. Todos apuntan a la integración, contención y acompañamiento.

Foto y video, o cómo demostrar que hay otras posibilidades

El curso empezó este año aún con las restricciones de la pandemia, que no permitían las reuniones. El primer contacto fue a través de videos o tutoriales que enviaban por whatsapp o reuniones virtuales. “Grababa y mandaba videos de cómo es la instalación eléctrica de una parrilla de iluminación, para que conocieran cómo se llamaban los equipos, o cómo se buscan los planos”, expresa Fernando “Colo” Russo, músico, realizador audiovisual, docente de la Universidad Nacional de Rosario y quien está a cargo del taller de video. Pero no todos tenían celulares o acceso a datos. Luego, la presencialidad permitió los encuentros, el taller pudo fluir y tuvieron la posibilidad de escuchar las necesidades, gustos e intereses de cada uno de los jóvenes de entre 15 y 21 años, oriundos de la zona de Travesía y Sorrento que se interesaron en el curso.

“Al principio aparecimos con una cámara que no sabían cómo usarla, pero aprendieron rápidamente. Siempre hacemos hincapié en que se pueden sacar fotos con el celular, que hoy en día no es necesario tener una super cámara, sino que lo importante es aprender a mirar, a captar momentos, no importa con qué. En la fotografía cada uno tiene su propia mirada, y ellos ven otra cosa, y tienen sus propios intereses, cada uno con su mirada”, explica Ani Ribas, fotógrafa profesional a cargo del taller.

“La cultura no estaba vista como una forma de salida laboral”, asegura el Colo al tiempo que relata que habitualmente la mayoría de los talleres a los que se tiene acceso son los de albañilería, carpintería o herrería.  

Los profes relatan que armaron el taller como una herramienta en donde los chicos pudieran aprenden con los equipos, haciendo: sacando fotos, filmando y editando fotos y videos, y teniendo la posibilidad de ver que hay otras formas de mirar y de mirarse, que hay otros caminos y posibilidades concretas, posibles y alcanzables.

Ani asegura que se fueron adaptando a los gustos de los alumnos, que hay quienes prefieren tomar fotos de la naturaleza y otros que eligen lo urbano. Expresa que otra de las cosas valorables es que los jóvenes hayan tenido la oportunidad de acceder a espacios pocos frecuentes, como poder realizar la cobertura de recitales desde el escenario. “No es fácil tomar ese tipo de fotografías y lo hicieron re bien”, dice orgullosa.

 “A nivel de conocimiento y cuestión técnica, ellos se pueden llevar herramientas y hoy pueden encontrars. con cualquier cámara réflex y resolver cómo hacer fotos y videos. Pero después está el tema humano que es muy importante. Se ha logrado un grupo donde los vínculos son importantes, donde ellos tienen otro espacio donde encontrarse, no sólo en el barrio o en el comedor, sino también en una biblioteca donde algunos chicos se hicieron socios y van a buscar libros”, agrega Russo.

Choza coincide y suma que “el aprendizaje de los chicos es alucinante porque manejar una cámara con todo lo que implica técnicamente, es complejo. Pero más allá del tecnicismo que uno pueda aportar a la hora de trasladar el conocimiento, creemos en una educación más circular, la forma que entendemos de educación tiene que ver con la construcción constante. Hoy por hoy la pibada maneja mucho más información”.

“Muchos chicos nunca habían ido a un recital, a un escenario, a la isla, o a un curso de RCP, donde fueron como oyentes, lo filmaron y sacaron fotos. No es sólo cubrir el evento, si no también conocer que hay otras cosas que pasan. Creo que la potencia que tienen estos talleres está en que los chicos puedan visualizar que hay otras realidades, hay otros trabajos, otras formas de ganarse la vida. Así no salgan fotógrafos, esto es muy importante. Y a lo mejor en ese abanico ellos encuentran un lugar para desarrollarse, para pensarse laboralmente”, sintetiza el Colo.  

Sueño colectivo, cultura salvadora


La articulación con todas las instituciones del barrio fue esencial para que lo que se hace en los talleres se pueda volcar en la misma realidad social. Gimena lo ejemplifica de manera simple: “Para el día de las infancias hicimos un evento donde todos los talleres participaron: los de Fotografía y audiovisuales hicieron el registro, las chicas del taller de textil llevaron barbijos para repartir, las de cuidados de infancia se encargaron de la puesta en funcionamiento de los juegos, y los chicos de rap hicieron una presentación en vivo. La idea es mostrarle a la comunidad y que no quede en lo teórico”.    

Para la organización, las prácticas son fundamentales de cara al futuro. En el caso de las fotos institucionales de las escuelas, “lo que hacemos es regalarle a cada uno de los chicos la foto, y el año que viene queremos que sea una práctica laboral concreta, que empiece a trabajar la pibada”, dice Choza.

A futuro, “la idea es que estos talleres se conviertan en unidades productivas el día de mañana, lo que se busca a través de la organización es que el día de mañana podamos contar con equipos propios y tener una productora Canción Urgente que se dedique integralmente a todo: la puesta en escenario, la puesta técnica de los músicos arriba del escenario, la realización de fotos y videos, la comunicación, el manejo de redes, que es lo que va a seguir apuntando el taller, en este año que fue un año intenso”, sueña el Colo.