Una imagen inusual se pudo ver desde el macizo de flores de bulevar Oroño, a la altura del 100 bis, es decir entre Brown y Güemes: una palmera caída, completamente doblada sobre sí misma. 

La ex coordinaroa de Acción Ambiental de la Municipalidad y experta en la materia, Ángela Villademoros, explicó que la planta presenta, a primera vista, síntomas "difícil de controlar", pero aclaró que no es una situación que se generalice en el resto de las palmeras del bulevar.

"Venía con un proceso de deterioro, no es normal como en los otros ejemplares porque en ellos no está sucediendo. Se debe a una enfermedad que puede ser bacteriana o citoplasma, que atacana palmeras de otras partes del mundo. También pueden ser hongos que le quitan resistencia y también plagas insectiles, nativas nuestras", abundó.

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La especialistas dijo que dentro de las palmeras de Rosario "hay especies exóticas y nativas. Algunas viven en suelos que no son los propios, con intervenciones, compactación de tierra y demás, cuestiones que son un factor de estrés".

El origen

 

Las palmeras que se plantaron en Oroño fueron traídas a Rosario desde las islas Canarias a fines del siglo XIX. La idea cuando se planificó el bulevar en 1880 era copiar el estilo europeo en esa avenida. 

Las palmeras canarias no solo adornan el bulevar Oroño. También se las encuentra en avenida Francia, en la plaza Pringles, en la San Martín y en varios jardines de casonas antiguas de la zona sur. Se destacan del resto de su especie por su tronco recto que puede llegar hasta los 20 metros de altura y su densa copa esférica color verde, formada por hojas de gran tamaño. Las flores, pequeñas y blancas, aparecen en ramilletes, pero lo más característico son sus frutos que al madurar adquieren un color amarillo anaranjado.