La resistencia a la crisis social y económica es un arte que se practica con niveles de excelencia en los barrios populares. Espalda con espalda, los vecinos aprenden a construir juntos la tabla de salvación. Cuando falta el trabajo, las oportunidades no abundan y encima surge una pandemia, aparecen personajes entrañables que se encargan de articular con otras organizaciones, y con el Estado, la forma de supervivencia y desarrollo. Eso es lo que pasa en el Club Social y Deportivo 20 Amigos, una institución donde, a la par de actividades educativas, sociales y culturales, el programa Santa Fe Más brinda capacitación a cerca de 60 jóvenes de entre 16 y 30 años, en oficios tan disímiles como carpintería, serigrafía, panificación y mantenimiento de edificios. Y que en poco tiempo más sumará herrería, en combinación con la carpintería, y peluquería canina. 

Casi 60 jóvenes de entre 16 y 30 años aprenden oficios para ganarle a la crisis y a la pobreza. Se capacitan mientras reciben apoyo económico, con la mirada puesta en una salida laboral. Pero, sobre todo, y en una primera instancia, recuperan lo más importante: la fe en ellos mismos.

Matías Moschini, presidente del club 20 Amigos, ubicado en Felipe Moré al 3400, y coordinador del programa Santa Fe Más, es el alma del proyecto: “El Santa Fe Más es una herramienta muy importante para transformar la realidad de los pibes, para que crean en ellos, porque muchas veces los chicos están descreídos, piensan que no pueden hacer lo que ellos quieren, es importantísimo escucharlos y que los pibes crean en ellos”.

Junto al interés por contener necesidades y problemáticas complejas, el objetivo de un trabajo digno que les permita desarrollarse en la vida está grabado a fuego en todos los que conforman el programa: desde los instructores, hasta los acompañantes, abogados, psicólogos y trabajadores sociales.

En ese sentido, Matías aclara con entusiasmo: “Cinco chicos van a hacer la capacitación intensiva en la planta de General Motors de Alvear, porque tienen la capacidad, y por un ofrecimiento a través del Santa Fe Más. Otros tres chicos fueron a una fábrica de soda”.

Y agrega: “Que un pibe me pueda decir «no voy a la fábrica de soda porque me está yendo bien con la peluquería» es importante. Que el pibe pueda elegir es muy interesante, y que pueda elegir entre su propio emprendimiento, ir a una fábrica o simplemente venir al club, cuando antes elegía: o acá o con los narcos”.

El trabajo de los jóvenes en el club 20 Amigos de Rosario.

A la hora de describir las historias de algunos de los casi 200 pibes que llegan al club para realizar distintas actividades, Matías dice: “Los pibes en el barrio tienen una capacidad terrible de vida, de sobrevivir, acá vienen pibes que tienen casa de material, con el papá que trabaja, con la mamá que trabaja y ellos tratan de estudiar y cuidan a los hermanitos. Pero también vienen pibes que no tienen ni un baño, que cuidan todo el día a los hermanitos y tienen que i. todos los días al comedor a buscar la comida porque la madre está en el hospital o en tribunales”.

“Lo bueno es que los pibes siguen estando, siguen buscando la escuela, siguen buscando los clubes, siguen conociéndose, deciden cuidarse ellos, quererse ellos”, rescata el presidente del 20 Amigos, un club que recibe a casi 200 jóvenes y otros 100 adultos de barrio Triángulo, Fonavi, algo de Villa Banana y Vía Honda, y que articula su trabajo con cuatro comedores comunitarios y diferentes organizaciones sociales. 

Historias en la carpintería 


Uno de los talleres más innovadores del Santa Fe Más en el Club 20 Amigos es el de carpintería. Cinco chicos y cinco chicas se reparten las tareas de fabricación de juguetes de madera. Trazado, corte, perforaciones, ensamblado, pintura y terminación, son las etapas que van aprendiendo con el objetivo de llegar, cuando esté finalizado el taller, a armar entre 80 y 100 carretones -el producto estrella- por día.

El profe Cristian enseña sus secretos para ingresar a un mercado en el que casi no hay competidores. Tienen pensado una producción de 200 carretones para repartir en el próximo Día del Niño.

“El proyecto tiene que ver con una vuelta a los juguetes de antes, usando diferentes tipos de madera, trabajando en todo lo que es perforación, ruedas, instrumentos de medición, diferentes modelos, encastre”, explica Cristian. Sierra circular de banco, perforadora de banco, amoladora, taladro, herramientas de mano, todo a disposición para aprender el oficio. Más adelante aprenderán a fabricar tractores, camiones, aviones, helicópteros, barcos, todos de madera.

Pero no todo es para más adelante, hoy los chicos que se animan a vender la producción ya se llevan un porcentaje de la venta. “El que trabaja y luego vende se lleva un porcentaje, buscamos que el chico tenga su plata semanal directa, puede ser poco, pero tratamos de encuadrar todo”, explica Matías. “Me propusieron para vender los carromatos en una juguetería, pero eso se está hablando todavía”, cuenta entusiasmada Florencia (27), madre de un niño de 8 y participante del taller.

“Fui al centro de salud a anotarme y de ahí me vine para acá, había una chica anotando para carpintería. Me gusta aprender de todo, estoy aprendiendo una banda, me veo en un futuro trabajando de esto, con la maquinaria y la madera. Y también me gustaría aprender serigrafía”, se entusiasma Dylan (20).

Carla (26) es del barrio y fue convocada por el club para trabajar como acompañante del grupo. “Voy charlando con ellos, para conocer sus problemas, saber cómo se sienten, van descargando entre nosotros y con el equipo del Santa Fe Más. Hay días que están con problemas de salud y acongojados por problemas familiares. El grupo es ordenado, todos martillan, todos lijan, todos pintan, no hay diferencias de sexos”, explica.

Aunque Abigail (20) inicialmente fue una más en el curso de carpintería, hoy su rol es de acompañante, lo que le permitió descubrir su vocación: “Es difícil entender a los chicos, porque con ellos conviví mucho tiempo, era difícil ponerme en el rol de acompañante, era difícil hasta que los chicos entendieron. Ahora estamos súper bien. Empecé a estudiar Trabajo Social, esto me ayuda a entender muchas cosas de la profesión. Y me veo en el futuro como parte del equipo que venga a este barrio a trabajar con los chicos”.

Los pibes y pibas del barrio encuentran un lugar de encuentro y motivación.



“El programa es excelente, cuando hemos tenido problemas, siempre se acercaron a dar una mano, a decirme cómo me tenía que manejar. Me ayudó a ser responsable, puntual, a desarrollar un poco más mi sentido de ver cómo están las personas a mi alrededor”, explica Abigail.

“El taller me ayuda mucho en mi economía, cuando me dijeron que iban a hacer juegos en carpintería me gustó, porque también pensé en la posibilidad de arreglar cosas de madera en mi casa. Yo confío en que pueda ser una salida laboral”, se entusiasmó Florencia.

La pelea por una vida mejor es día y día y codo a codo. En el Club 20 Amigos se respira aire de contención, trabajo y esperanza. Y es para celebrar.