El enorme palacio que el narcotraficante Pablo Escobar poseía en Medellín, en las inmediaciones del río Magdalena (Colombia), acogió a varias especies exóticas importadas ilegalmente desde diversos rincones del planeta. En la ostentosa finca convivieron animales tan variopintos como los canguros, las jirafas, los elefantes y los hipopótamos.

Éstos últimos, con el paso de los años, se convirtieron en un problema que dura hasta hoy. Desde que Escobar los introdujo en el ecosistema de la zona, no dejaron de reproducirse, y ahora constituyen una peligrosa plaga que amenaza la biodiversidad de la región que se extiende entre Medellín y Bogotá, y los cultivos de sus pobladores. 

Ecologistas locales advierten de que el problema es verdaderamente "complicado y costoso", y proponen soluciones que van desde su confinamiento en instalaciones zoológicas adaptadas hasta su control poblacional mediante la esterilización, según publicó RT.