Este viernes se cumplen tres décadas de la muerte de Luca Prodan. El cantante, músico. frontman al que multitudes dicen haber visto aunque, como suele pasar con los públicos y los mitos, los números no cierran.

Luca murió en la madrugada del 22 de diciembre de 1987, pocas horas después de brindar un show junto a Sumo en la cancha de Los Andes. Murió mientras dormía, en su casa ubicada en el barrio porteño de San Telmo.

Su figura e influencia no pararían de crecer desde entonces.

El ítalo-escocés había llegado a la Argentina principios de los '80. Llegó en un intento más por “controlar” sus adicciones. Su amigo de la infancia Timmy McKern le envió una postal de las sierras cordobesas, en donde se había radicado desde hacía algún tiempo. Y este hijo de Mario Prodan, un ciudadano turco de ascendencia italiana, y Cecilia Pollock, nacida en China e hija de escoceses, pensó que ese paisaje de verde yuyo podía ser una salida.

Esa idea de la búsqueda y escape es para el periodista Oscar Jalil, autor del libro Luca Prodan. Libertad divino tesoro (Planeta), una constante

"La vida de Luca fue un escape permanente. Se fugó de la escuela, del Servicio Militar, se vino aquí escapando de la heroína; y siempre a favor de la libertad, de su libertad”, dijo a Rosario3.com en el marco de entrevista tras la publicación del libro.

Para el autor, Sumo fue “una banda incómoda" para los demás (músicos) porque "ponía en tela de juicio ese lugar ganado en el rock argentino."

Además, Jalil destacó la condición atemporal de sus canciones: ”“Es una de las pocas bandas de los ’80 en las que vos decís «no sé cuándo se editó esto»”.

Reggae, hardcore, new wave y punk se encontraron con un rock local abierto a los nuevos tiempos. Y el sacudón de Sumo también llegó en el “look” y en las letras.

Luca estaba rapado. Luca cantaba en inglés.

Sumo editó tres discos de estudio “oficiales”: Divididos por la Felicidad (1985), Llegando los Monos (1986) y After Chabón (1987). A estos títulos de suma Corpiños en la madrugada (1983), un un demo que circuló en cassette y tuvo posterior edición ¡en digipack!, y Fiebre, mitad en vivo y editado tras la muerte del cantante.

Con esa producción fueron el mascarón de proa de la expresión amarga y descontenta de la new wave vernácula, gestada un poco antes pero afianzada en la democracia alfonsinista.

La muerte de Luca fue de lo más comentado este viernes en las redes sociales. Es que el tiempo pasa, y nos vamos poniendo tecnos.