La Editorial Municipal informa que los cuentos finalistas del concurso Manuel Musto ya fueron publicados en un trabajo cien por ciento artesanal y realizado enteramente en la imprenta del organismo municipal. El premio otorga difusión a nuevos autores y autoras de la ciudad.

En la última edición, Paula Galansky resultó ganadora en la categoría Mayor (más de 20 años) con El lugar en el que estoy cayendo, mientras que Juli Elzeard fue la elegida en el apartado Juvenil con el relato Monarca.

Además de estos relatos, los otros cuentos finalistas fueron editados. Se trata de las obras de Juan Vitulli, Ismael Seafog, Simón Menéndez Bravo, Gregorio Molbert, Natalia López Gagliardo, Julia Mariana Sánchez, Leonardo Berneri, Delfina Medicina, Oscar Ayala y Ernesto Gallo.

La publicación


En la impresión y publicación de los cuentos trabajaron –en talleres– integrantes de la Editorial, pasantes de la carrera de Letras de Universidad de Rosario y estudiantes del último año de la Escuela Técnica N° 65 Carlos Guido y Spano. El proceso contó con la supervisión de la encuadernadora Analía Blanco y el especialista en edición artesanal Eric Schierloh.

Sobre los cuentos publicados


A veces parecen tres, de Juan Vitulli (Rosario, 1975): dos misteriosas mujeres se alternan para visitar a un hombre viejo internado en un hospital, pero las miradas suspicaces de un enfermero y las anotaciones del propio paciente en una libreta complejizan la situación más allá del desenlace inevitable.

La mujer, el hombre y el hijo, de Ismael Seafog (Rosario, 1981): la tensa e irónica conversación de un hombre y una mujer que gira alrededor del hijo ausente.

Las aguas suben turbias, de Simón Menéndez Bravo (Rosario, 1987): en lo que parece ser un triángulo amoroso, dos chicos y una chica coronan su excursión a las islas del Paraná con un encuentro fuera de lo esperado.

Los cuentos, de Crespín de Gregorio Molbert (Centeno, 1971): someras historias desligadas entre sí, pero con un paisaje común y un registro de lenguaje claramente definido por la dicción seca del monte, el obraje y los desheredados de la tierra.

Los tarados, de Natalia López Gagliardo (Rosario, 1987): de madrugada, dos hermanos toman cerveza sentados al borde de una pileta. La conversación, íntima, conduce a recuerdos de infancia y confesiones que modifican para siempre su imagen del pasado.

Nadie se arrepiente de un whisky, de Julia Mariana Sánchez (Rosario, 1979): una mañana, el narrador recibe la llamada de un excompañero de trabajo, a quien hace un año que no ve. De la turbadora charla afloran viejas emociones.

Paper kid, de Leonardo Berneri (San Lorenzo, 1991): un grupo de jóvenes, bajo la prédica de un maestro, se ejercita en el arte de plegar papel. Participan de una competencia de vuelo de avioncitos en los Estados Unidos y uno de ellos tiene la desgracia de ganar.

Perdón por no ir, de Delfina Medicina (Rosario, 2002): una serie de pantallazos intimistas, cargados de percepciones, sensaciones y sentimientos que remiten a conflictos interpersonales.

Una calcomanía en el ataúd, de Oscar Ayala (Rosario, 1985): un trabajo fácil en el que nada sale bien, narrado con la crudeza y los códigos de la intensa dinámica callejera.

Voz de vaca, de Ernesto Gallo (Resistencia, 1997): un viaje de padre e hijos al campo, donde el malestar se desprende de la puesta en el acto de las lógicas de transmisión, herencia y continuidad familiar.