Para Natalia Pérez, la danza presupone singularidad; un continuo de acciones, gestos, impulsos e intensidades que aún en la repetición reafirman la condición de pasajera y única

“La danza evidencia como ninguna otra experiencia lo presente de la vida: sucede siempre en presente y es un movimiento que se reanuda pero es cada vez distinto mientras hay vida”, sostiene la bailarina a Rosario3.

La también refrente del contact y docente rosarina publicó recientemente Apuntes de clases (Río Belbo Ediciones), un libro en el que reúne una serie de textos breves compartidos previamente en su perfil de Facebook. 

De manera cronológica, esta bitácora de movimientos organiza los "apuntes de clases (propias y ajenas)" del título en distintos espacios de trabajo a la par que plasma vínculos y emociones que van más allá de lo formativo y que guardan relación con lo personal.

El libro tiene que ver con mi historia y con mi cuerpo, y con ese pasado que cambia a cómo es leído desde el hoy"

El libro es un registro cotidiano del cuerpo en un sentidos amplio, no solamente en el ámbito de lo que podría llamarse «mi ser bailarina, docente o educadora somática» sino también «mi ser mujer, hija tía, niña, amante». Tiene que ver con mi historia y con mi cuerpo, y con ese pasado que cambia a cómo es leído desde el hoy”, detalla la entrevistada.

La cronología de Apuntes comienza el 27 de diciembre de 2017 con una consigna de clase: “la estrella de mar”. Y concluye el 11 de marzo de 2020. En el medio se condensaron pilas de cuadernos, una mudanza y los requisitos de un nuevo espacio.

“Los apuntes no estaban así en los cuadernos sino que la construcción surgió de reescrituras, relecturas y otras impresiones más recientes; de resignificaciones en tiempo presente”, advirtió Pérez sobre el proceso de escritura que tuvo una primera selección en 2019 junto a la teórica y crítica literaria Julieta Yelín.

El segundo momento –ya en pandemia– estuvo marcado por el encuentro con Fidel Maguna y Bruno Trivisonno, de Río Belbo Ediciones.

La palabra poética se fue volviendo cada vez más una inspiración para la improvisación"

“Esta fue la parte de corrección en sí de las publicaciones que compartí en Facebook durante dos años y medio y en donde había un piso común de experiencias y lenguaje, pero que había que abrir a otras personas”, añadió la autora.

—En principio, se intuye que todo estaría centrado en el cuerpo físico. Pero se van hilvanando los textos y el recorrido ofrece otros movimientos
—Es un registro que va más allá de lo físico y es algo constitutivo en mí por mi historia familiar, ligada a la intelectualidad, y por mi "yo paciente" y lo trabajado en análisis. Escribir acerca de mi historia lo veo como la posibilidad de hacer un movimiento que comenzó antes pero que se hizo muy claro con la llegada de mis 40. Me refiero a cosas que fui procesando como la decisión de no ser madre, los diálogos con mis amigas feministas y el hecho de repensar los vínculos amorosos. Todo eso. 

La danza sintoniza con el espíritu de la vida así como el deseo que te permite accionar"

—El libro abre con una frase de la bailarina y escritora Nancy Stark Smith: “Buceo en los espacios que se abren entre palabras”. ¿Por qué?
—Siempre las exploraciones de danza, las pautas cuando armo una clase o una improvisación para mostrar tuvieron una fuerte apoyatura en la palabra. En mí, la palabra poética se fue volviendo cada vez más una inspiración para la improvisación. Eso se fue entramando y lo sigue haciendo. Nancy Stark Smith, además de ser “la bailarina de contact”, fue la editora de la revista Contact Quarterly. Su muerte este año fue (una noticia) muy fuerte para todos el mundo del contact y de la danza porque aparte de bailar, enseñar y tener una práctica corporal impresionante, estuvo siempre pendiente de difundir lo que estaba pasando en el campo de la improvisación y de la educación somática.

—En el libro señalás que en la danza sólo se reiteran la intensidad y su condición de pasajera
Creo que la danza evidencia como ninguna otra experiencia lo presente que es la vida: sucede siempre en presente y es un movimiento que se reanuda, pero es cada vez distinto mientras hay vida. Y también evidencia el paso del tiempo: a veces una se queda fijada en un movimiento que ya pasó y devino en otra cosa. La danza sintoniza con el espíritu de la vida así como el deseo que te permite accionar. Después, bueno, uno no fluye tanto en ese movimiento. En todo caso, quizás bailo para poder aprender algo de eso. A veces, hay una sintonía en todo (danza, trabajo, vínculos) aunque casi siempre esa relación no es armónica sino tensional.

El contact y la improvisación habilitan eso de “cualquiera puede bailar” y disfrutar de los movimientos"

—¿Por qué la danza es un “movimiento vital”?
—La danza es un movimiento vital por excelencia. El arte, en general, lo es. Hemos perdido esa conexión… En una salita de nivel inicial, todos cantan, bailan, pintan. Después, con la alfabetización, todos aprenden a escribir y algunos se animan a ser poetas. El tema es qué pasa con las inhibiciones o con los discursos de otros poniéndole límites a eso (con frases como) "vos no podés bailar” o “vos no podés pintar”. A las clases de danza se acercan adultos que soñaban con ser bailarines pero no lo pudieron llevar a cabo. Creo que es interesante rastrear eso. Lo lindo de los nuevos paradigmas del cuerpo es que plantean que “uno puede bailar con el cuerpo que tiene”. A diferencia de otras danzas que son muy excluyentes, el contact, la improvisación e incluso la danza contemporánea cada vez más habilitan eso de que “cualquiera puede bailar” y disfrutar de los movimientos. Esa es la danza que me interesa transmitir y practicar.